En las redes del Amor

Capítulo 28: Echado a perder

 

 

Nunca en toda mi vida había golpeado a una mujer, nunca había cedido a la tentación ni siquiera con Ann quien había llegado a colmar mi paciencia miles de veces. Nunca lo había hecho hasta hoy y aunque estaba seguro de que se lo merecía, al ver sus ojitos llenos de dolor me había arrepentido inmediatamente. Eso era lo peor de todo querer destruirla: destruirme en el proceso.

 

Parecía irónico, pero por unos cuantos segundos desee ser solo un niño, para de esta forma estar seguro de que todo se trataba de un sueño, uno aterrador del cual pronto despertaría.

El silencio incómodo que se había formado seguía creciendo mientras podía oler su miedo y percibir la sonrisa de satisfacción de Ann aun estuviera de espaldas.

Le hice un gesto Ann para que la llevara al cuarto de torturas para dirigirme hacia Axel, le haría ver su suerte y solo cuando ya no pudiera resistir mal acabaría con su miseria.

Toqué la campana que alertaba a los chicos, Axel no se me escaparía por nada del mundo.

—¿Qué pasa? —me pregunto Joe en cuanto él y los chicos estuvieron frente a mí

—¡Ya sé quién es el responsable de la muerte de mi padre! —dije con furia mientras todos observaban con asombro, excepto tres quienes empezaron a observarse entre sí con un pequeño tic nervioso, tan pequeño que apenas era perceptible, pero no era un novato y sabía leer la culpabilidad, aunque había fallado con mi esposa.

 

 

No perdí tiempo ni di explicación alguna, solo saque mi arma, y apunte hacia el primero, enviándolo de un solo y certero disparo al exacto lugar donde estaba mi padre, los otros dos me apuntaron con sus armas en automático, pero el resto de los chicos les disparó sin piedad antes de que pudieran hacer cualquier cosa en mi contra. El olor metálico de la sangre inundó todo el lugar y por primera vez no había ni un gramo de arrepentimiento en mi cuerpo ante el inminente hecho de poner fin a una vida.

 

 

 

Sabía que Axel no estaba en la mansión, así que me dirigí con los chicos a su casa, minutos después estaba en ella, solo que estaba totalmente desolada, como si alguien le hubiera puesto sobre aviso o se hubiera dado cuenta de su fin.

La frustración invadió todo mi cuerpo mientras la ira me azotaba igual, ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Un sabor amargo se extendió por todo mi paladar al saborear la realidad, la dura y cruda realidad: ¡Yo era el verdadero responsable de la muerte de mi padre, yo lo había asesinado, era el único responsable! ¡Había fallado como líder, como hijo, como hombre! ¡Me había dejado cegar por el amor, un amor que solo había sido una trampa para terminar conmigo!

 

Estaba a punto de marcharme con los chicos, cuando Joe me toco para entregarme un sobre que tenía mi nombre, tenía la letra de Axel así que era más que obvio que de alguna forma se había enterado, pero ¿cómo? ¿sera que Ann?, no, me dije a mi mismo, desechando esa idea inmediatamente, ella me había abierto los ojos, no tendría sentido apuñalarme por la espalda, mucho menos cuando todo parecía indicar que ella y Joe eran las únicas personas en las cuales podía confiar.

 

Tome la pequeña bolsa para ver el CD que contenía las letras de Axel, decidí ver su contenido a solas, estaba más que seguro que fuera lo que fuera que hubiera en ese CD cambiaría mi vida para siempre, más de lo que ya lo había hecho.

Media hora después estaba en mi despacho, mientras mis hombres se hacían cargo del cadáver de los traidores, sería entregado a las fieras, esos hijos de sus madres no merecían recibir un entierro digno, no después de traicionar y morder la mano que les había dado de comer por años.

 

 

Deje mis pensamientos a un lado para  concentrarme en lo que  estaba a punto de ver, mentiría si dijera que no tenía cierto temor, ¿estaba preparado para ver o descubrir algo más? No tenía opción, me autorrespondí, antes de presionar el botón, de continuar y enfrentarme con aquello que tenía enfrente.

 

Después de dos segundos vi la cara de Axel, riendo sin parar, con una risa malévola, llena de crueldad, para después decirme que me había vencido y gracias a mi estupidez de enamorarme de su cómplice, le había facilitado todo. Lo peor de todo es que también decía con toda claridad que aún no había terminado conmigo y que si creía que había terminado de pagar el enorme error de quitarle el amor de su vida estaba totalmente equivocado.

El video había finalizado, pero un sentimiento totalmente oscuro acaba de encenderse dentro de mí. ¿Cómo había sido tan tonto de creer en Lucy? ¿Cómo había renunciado y dado la espalda a todo lo que creía por el amor de una mujer que había asesinado a mi padre? ¿Cómo no me había percatado del amor de Axel por Sandra?

 

 Un grito furioso escapó de mis labios mientras derrumbaba todo el contenido que había en mi escritorio, necesitaba dejar salir toda esa furia que sentía bullir dentro de mí.

 

Baje de forma inmediata al sótano, y golpee el saco de boxeo, como si estuviera castigándome a mí mismo, como si estuviera castigando mi torpeza, mi amor ciego, el crimen que había contribuido a efectuarse contra mi propio padre. Con cada golpe que daba sentía como el enojo en vez de disminuir iba en aumento.

 

Reflexioné sobre las últimas palabras de mi padre y decidí cumplir su última voluntad, no elegí la vida que me había tocado, pero no tenía forma de salir, lamentarme no serviría de nada, así que a partir de ese momento llevaría mi imperio, el imperio que mi padre había fundado con la cabeza en alto, sería un maldito mafioso y me vengaría de todos, no mostraría piedad con nadie, no caería en ninguna otra red de engaño, ni siquiera en esa estúpida del amor.

 

 

Después de lastimarme las manos de tanto golpear el saco de boxeo, decidí darme un baño, no iría a ver a Lucy, la dejariaa en el cuarto de tortura, presa del temor y de la angustia. Solo iniciaría su calvario cuando ya no soportara más la espera, seria testigo de todo mi odio de la misma forma que había sido testigo de toda mi adoración.




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