En las redes del Amor

Capitulo 32: Verdad y destino

 

 

Estaba radiante y feliz, ya podía vislumbrar ante mis ojos la vida tan feliz que tendría junto a Axel, el hombre de mi vida. Formaríamos nuestro propio grupo y seríamos nuestros propios líderes, por fin sería la mujer del jefe y ya no soportaría humillaciones de ninguna índole.

Deje caer mi cuerpo sobre mi cama, sería el último día que pasaría en ella, al menos eso había pasado hasta que escuche el sonido de mi teléfono sonar:

 —Si —dije llena de alegría al ver que era Axel

—Cambio de planes —dijo en cuanto le conteste

—¿A qué te refieres? —dije con una fuerte opresión en el pecho, producto de un mal presentimiento

—Tendremos que retrasar nuestros planes por una semana—dijo provocando que toda la alegría que antes me había embargado fuera sustituida por una rabia sin igual

—¡Ya sabía que no cumplirías tu palabra!, que…!

—Lo pospondremos una semana, porque es el tiempo que tendré todo listo: nuestros pasaportes, ¡casa fuera del país y unos cadáveres que se hagan pasar por los nuestros!

 

 


 

Abrí los ojos lentamente, con temor de darme cuenta de que todo lo que había sucedido el día anterior había sido producto de mi imaginación, pero al abrirlos mi corazón había vuelto a rebosar de felicidad. A mi lado y completamente desnudo estaba el hombre que amaba, tan radiante y guapo como siempre

—¡No sé por qué, pero me siento acosado! —dijo en tono burlón antes de terminar de abrir sus ojos

—¡Oh, el acoso es algo grave, debería usted llamar a la policía! —le dije siguiéndole el juego

—Mmmm, tal vez debería de hacerlo, pero no puedo —dijo en un tono fingido de preocupación

—¿Qué? ¿Le tiene miedo? ¡A lo mejor ella es muy poderosa!

—¿Miedo yo? Ja, ella es quien debería de temerme

—¿Así? ¿Y por qué debería de temerte? —dije en tono retante mirando fijamente a sus labios

—¡Por esto! —contestó antes de capturar mis labios en un feroz beso y aprisionar mi cuerpo debajo del suyo, intente poner un poco de resistencia, pero esta última se fue por el garete cuando empezó a mordisquear la piel de mi cuello y luego empezó a regar tiernos besos por todo mi cuerpo, en definitiva, estaba perdida y toda la pasión que la cual habíamos disfrutado la noche anterior solo había sido un adelanto.

 

 

 

Horas después estaba radiante paseando por el jardín, en esta ocasión los árboles y las flores eran testigos de la gran alegría que rebosaba en mi pecho. Solo faltaba que se descubriera toda la verdad sobre el plan macabro de Axel y Enrique y yo seríamos plenamente felices.

Había comprendido que tal vez nunca lograra salvarlo del mundo de la mafia, pero nunca dejaría de intentarlo ni me iría de su lado. En lo que todo se descubría debía soportar a la estúpida de Ann, le había pedido, más bien exigido a Enrique, que una vez no nos sirviera de tapadera la echara de nuestras vidas de forma definitiva, y no, no me daba lástima, ni nada por estilo, al contrario, estaba descubriendo que después de todo no era tan bondadosa como siempre había creído y eso lejos de espantarme me alegraba por completo.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando vi Lorena parada enfrente de mí, observándome con una cara que a leguas decía” sé perfectamente lo que no me quieres decir”

—Ni siquiera te preguntaré como estás, porque hasta desde la otra cuadra se puede ver

—Pues estoy mal, Enrique sigue sin perdonarme — dije tratando de sonar lo más segura posible

—Sí, claro cómo no, por eso tus gritos se escucharon toda la noche—dijo provocando que enrojeciera hasta el último pelo de mi cabeza, su habitación estaba muy lejos de la de Enrique si ella nos había escuchado todos los demás…

—¡JA, JA, JA, CAÍSTE! —dijo de pronto sin poder contener un ataque de risas

—¡Oye, eso no fue nada gracioso! —le dije con una pizca de molestia y risa

—Lo que no fue divertido es que quisieras engañarme con esa cara de “soy la mujer más feliz del mundo” que tienes, si quieres que tu reconciliación sea un secreto deberás de ensayar.


 

 

 

Una semana después mi felicidad seguía creciendo a pasos agigantados, todavía no sabíamos nada de Axel y ante los demás aún seguíamos molestos, pero en las noches, la luna y las estrellas en compañía del cálido viento nocturno y de la oscuridad de la noche era testigo de nuestro amor. No pensé que podía ser tan feliz en la situación en la que me encontraba, pero así estaba. Mi plan no había resultado como había planeado al principio, no era su socia, pero si había vuelto a tener su amor, un amor que realmente y por fortuna nunca había perdido.

 

Hoy me sentía extraño, con el presentimiento de que algo muy importante iba a suceder y con la fuerte convicción de que debía aprovechar al máximo mi tiempo con la fiera. No era hombre de creer en premoniciones ni nada de esas cosas, pero la primera vez que lo había tenido no le había hecho caso y lo había terminado de pagar bien caro. Por eso estaba donde estaba con mi querida esposa, en la misma cabaña donde habíamos pasado nuestra luna de miel. La había decorado exactamente igual que aquella primera vez.

El cargue del auto y la llevé directamente a la sala, donde nos estaba esperando nuestra música favorita, ella me miraba atentamente, estaba perdida en mi mirada y totalmente sonrojada, no le dije nada ante la multitud de preguntas que había en sus ojos, solo la acerque a mí y disfrute en silencio del contacto de su piel, del perfume de su cuerpo, de la tonalidad de su pelo y del dulce néctar de sus labios. Ella comprendió en cierta forma que solo queríamos que nos amaramos sin palabras, ni promesas, que solo viviéramos el momento como si fuera el último y después viniera el fin.

 

 

 

 

Ann

Por fin, el día que tanto había anhelado había llegado, dentro de unas horas sería libre y Enrique, su amorcito, serían difuntos. Unas horas en la única barrera entre mi nueva vida y mi realidad.




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