En lo profundo del bosque

Rastreo

Adentro de una casona vieja se encontraban cerca de cuarenta personas paradas al rededor de la fogata que ardía con bastante fuerza consumiendo bastante rápido la leña.

Los gritos del jefe de ellos, que  lleno de furia golpeaba a uno de los más jóvenes era lo único que se escuchaba, todos estaban expectantes, según él para que aprendieran la lección que fallar no era una opción para nadie que formara parte de ese grupo.

Golpe tras golpe fueron impactando en la cara y estómago de aquel pobre sujeto, pensó que moriría, decirle a su líder que se les había escapado no fue la mejor idea que se le había ocurrido, sus compañeros se lo habían advertido, pero pensando que le tendría consideración por ser un "aliado eficiente" prefirió arriesgarse.

—¡una simple tarea te di, traermelo! ¿Y qué es lo qué tengo aquí?, ¡a un inútil que dejó escapar a un debilucho humano!—mas golpes llegaron a su estómago y cabeza.

— ¡era tan simple y fallaste, se suponía que nunca fallabas! ¡eres un inútil!

—p-por favor—suplicó el contrario.

—dame una oportunidad más, t-te lo traeré vivo—una patada en su espalda llegó.

—¡una oportunidad tienes! No la desaproveches porque sino...—levantó su vista para observar a todos ahí.

—...serás su compañero en el otro mundo—dio otra patada que impactó en su mejilla.

Cuando faltaba poco para que cayera inconsciente, los golpes se detuvieron y el silencio reinó dejando escuchar sólo el crispar de la madera ardiendo, aquel que había provocado aquellos hematomas en su cuerpo se giró y observó a la multitud hasta que sus ojos se detuvieron en una mujer de no más veinte y cuatro años de edad. La señaló con su dedo índice y con este mismo hizo señas para que se acercara, temerosa de correr la misma suerte de aquel desgraciado se acercó.
 


 

—¿En qué te puedo ayudar?—preguntó con la voz un poco entrecortada por los nervios mientras rehuía de su mirada.
 


 

—Quiero que los rastrees y me digas dónde está, si fallas, te irá peor que a él—habló viendo con repugnancia al que seguía tirado en el suelo con su rostro hinchado lleno de sangre, tenía morado todo el rostro y quien sabe que partes del cuerpo más.
 


 

—si me das lo que quiero, pues te librarás de eso.—su sonrisa cínica apareció haciendo que se pusiera más nerviosa de lo que estaba.
 


 

—Sólo dime qué necesitas para encontrarlo. Los demás—alzó su voz.
 


 

—quiero que busquen por todo el pueblo y cuando lo encuentren tráiganmelo vivo que de él yo me encargo.
 


 

⚜️
 


 

Asatrer a inque oqueri nectranor — repetía la oración una y otra vez con esmero mientras en el gran mapa que tenía en el suelo se empezaba a formar un rastro con aquellas cenizas, en su mano tenía aquel Rosario de plata del  muchacho, que se mecía de un lado a otro conforme recitaba aquellas palabras.
 


 

Asatrer a inque oqueri nectranor— las llamas de las velas que la rodeaban se elevaban a grandes alturas pareciendo ser grandes líneas luminosas en aquel cuarto obscuro.
 


 

Línea tras línea señalaban el camino que aquel muchacho había tomado, estaba lejos, muy lejos de ellos, al sur de dónde ellos se encontraban, estaba en el pueblo de Santa Ana, las cenizas se esparcieron por todo el pueblo como una pequeña onda desconcertandola, trató y trató de centrar en un solo punto aquellos polvos, sin embargo ellos seguían allí, sin inmutarse, las llamas de las velas volvieron a ser normales y la magia se detuvo, sonrió aliviada, parecía que no tendría la misma suerte que aquel pobre idiota, después de todo al menos había dado con un lugar.
 


 

Llamó a su líder quien sin tardanza se presentó ante ella con cara seria.
 


 

—lo he encontrado, no sé qué pasa con él, pareciera estar en todos el pueblo a la vez, puedes verlo por ti mismo.—le señaló el mapa donde el rastro de ceniza estaba esparcida  donde ella le había dicho.
 


 

—muy bien, parece que no eres tan inútil como el otro, sin embargo esfuerzate más, ¿Cuál es tu nombre?—inquirió mientras seguía viendo aquel papel.
 


 

—me llamo Dakota, Dakota Russel.
 


 

—muy bien Dakota, ahora tienes un nuevo trabajo, dile a todos los que conozcas que busquen al bastardo ese, aquí tienes una foto.—le extendió una pequeña foto a color donde aparecía el chico distraído viendo quién sabe qué.
 


 

— lo quiero vivo, simplemente avísame cuando lo encuentren y diles que serán recompensados y si encuentran a alguien que intenta evitar que vuelva a casa matenlo —salieron los dos de la pequeña habitación mugrienta llena de cosas horribles en ella, cabezas de animales, sangre, huesos, en incluso tenían un cuerpo humano clavado en la pared que apenas se iluminaba por las velas.
 


 

—⚜️—
 


 

—¡Maldita suerte la que tengo!— llevaba caminando ya unos dos o tres kilómetros, no lo sabía con certeza, pidiendo un aventón  que nadie me quería dar. Pequeñas gotas empezaron a caer del cielo, el sol que antes asomaba unos minutos antes, ahora estaba oculto entre las negras nubes, el aire movía con fuerza los grandes árboles de pino y otros más que habían al rededor, la carretera solitaria me daría una vista mágica en otras circunstancias, pero ahora simplemente la veía como una escena de terror, sonaba paranoico, pero tenía miedo de que él apareciera de entre esos árboles y me atrapara.
 


 

A lo lejos asomaba un auto gris, sus vidrios negros no dejaban ver claramente a la persona, pero el frío ya me estaba agotando, mis labios tiritaban y mis pies descalzos se sentían entumecidos, elevé mi mano a la vista y afortunadamente se detuvo, bajó el vidrio dejando ver una chica tal vez rondando los diez y nueve o los veinte años, no lo sabía con exactitud.
 




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