—Llévalo a tu cuarto, yo hablaré con tu hermano porque a estas alturas ya debió captar el olor a desesperación y a sangre desde lejos—habló esta.
—Está bien abuela— siguió caminando hacia su cuarto resignado a volverlo a llenar de su olor, demasido fastidioso sería aguantar a su hermano ya así que trató de no darle tanta importancia al asunto.
Subió las escaleras y aún con el chico aquel en sus brazos llegó a la primera habitación, su habitación, lo colocó sobre su cama y se sentó en el sillón rojo vino que estaba en la esquina, dedicándose a observarlo en su inconciencia e imaginándose en los líos de los que lo acababan de sacar, —¿sería él el peligroso?¿habría matado a alguien?¿y si había puesto a toda su familia en peligro?¿y si era una trampa?— su lado razonable lo empezaba a golpear internamente, empezaba a dudar que tan bueno fue el decidir salvarlo o más bien liberarlo de aquellos dos.
—Muchacho...—llamó su abuela mientras abría la puerta y dejaba ver su figura con unos frascos en sus manos.
》¿En qué piensas? No me digas que te estás arrepintiendo de haber hecho lo que ya hiciste, ¿o sí?—hablaba mientras empezaba a mezclar todo aquello que tenía en manos, un frasco con una sustancia de un verde como el agua de un pantano, otra de un azul profundo, un tarro con raíces, otro con pétalos de color amarillo y una piedra donde colocaba todo esto para triturarlo.
—En realidad no estoy seguro, ¿Qué tal si es peligroso y nos ataca? No sabemos nada de él y ni siquiera sabemos porqué lo estaban tratando de aquella forma—confesó mientras miraba con curiosidad lo que la contraria hacía.
—Ya hasta suenas como tu hermano—acusó esta de manera burlona sin dejar de hacer su labor.
》Lo hecho, hecho está y no puedes cambiarlo, solo queda aguardar a que no sea como lo estás visualizando, y que nos explique él mismo lo que pasa en su vida, además, si soy honesta contigo, en lo personal no veo que tenga rasgos de maldad en su personalidad.
Una vez terminada aquella mezcla que ahora era de un color cafe claro, apartó todo aquellos frascos y los colocó en la mesa de noche, se acomodó de una mejor manera observó al chico que dormía por unos segundos.
》Ayúdame a llevarlo al baño, le daré un baño para que recupere energías—pidió mientras se ponía de pie y avanzaba hacia la puerta del baño.
El contrario lo tomó en brazos nuevamente y empezó a andar, su abuela abrió la puerta y justo en ese momento la puerta de su cuarto se abrió de una manera estrepitosa y violenta, un hombre tal vez de algunos veinte o veinte y tres años estaba allí con mirada seria, una mirada que escondía sorpresa, la anciana lo notóbaunque el otro no lo hiciera.
Su respiración estaba agitada, y su vista estaba únicamente enfocada en la persona inconciente, cubierto por un simple jean azul oscuro y una camisa gris, ambos de talla un poco más grande que la de él.
Avanzó luego de segundos en silencio incómodo hacia su hermano y le arrebató a aquel desconocido de sus brazos, dejándo a un Mike desconcertado y a una anciana con una sonrisa apenas visible.
—Lo que sea que vayas a hacer, se hará en mi habitación—sentenció este sin despegar la vista de aquel muchacho.
》lleva lo necesario y ropa nueva, las que tiene apestan—habló sin deshacer ese señor fruncido, para despues desaparecer de aquel cuarto.
—diles a tus hermanas que busquen ropa para el chico y que se la lleven a su habitación—pidió esta mientras recogía los frascos y la mezcla aquella y salía del cuarto dejandolo solo.
Siguió su camino hacia el fondo y después giró a la derecha, hacia la última habitación, tocó la puerta blanca esperando la autorización para entrar, la cual no tardó en escucharse; giró el pomo de esta y empujó, lentamente, viendo a su nieto observando al muchacho en su cama con una curiosidad sin disimulo y ella sonrió ante tal escena.
La imagen de él de rodillas frente al chico desconocido le recordó cuando su esposo la obserbava a ella tal vez mientras lavaba los trastes, o cuando se sentaba afuera a tomar su té; y se sintió enteramente feliz por su nieto, sabía que ahora sería feliz, después de tantos años de sufrimiento, le parecía justo que la vida le empezara a sonreir, él lo merecía, tener al menos un poco de felicidad, porque lo negara o no, ese chico despertó la empatía en aquel hombre de mirada curiosa.
—Parece ser que sientes empatía por el chico ya, Keller—expresó mientras pasaba hacia el baño de la habitación.
》¿Por eso tu hospitalidad?...—abrió el grifo de la bañera, sin esperar una respuesta en realidad.
—¿Qué?— se incorporó y aquel seño fruncidovolvióa aparecer.
》Ni siquiera sé quién es, deja de decir cosas sin sentido— hizo una pausa para dirigir su mirada hacia la contraria, esperando que esta lo viera.
》Sé lo que tratas de insinuar y déjame decirte que te equivocas— apuntó con su dedo a la señora mientras su entrecejo se fruncía cada vez más.
》Ahora iré a buscarle ropa yo mismo, las chicas ya tardaron mucho—y sin esperar respuesta salió de aquel lugar enojado, llevaba más de cinco años esperando aquello que nunca pasó, y se sentía mal, Dios era testigo de eso, la luna también, y se sentía peor cuando alguien hablaba de eso o siquiera hacía alguna referencia a ese tema. Era lo que más deseaba, pero tampoco era como tener algo que dijese que era la persona elegida, —"la vida es una mierda"— habló en su mente este.
Aquella depositó con cuidado el cuerpo en aquella tina, nada que un poco de telekinesis no pudiera resolver, con el agua con aquel color café claro y los pequeños petalos en navegando en ella, de hecho, olía bastante bien, un olor a tierra mojada, ese que tanto relajaba a su nieto mayor cuando llovía, más que a nadie en aquella manada, era curioso, él siempre amó ese aroma y cuando estaba agotado, el simple olor que la lluvia provocaba lo hacía sentirse mejor, su sonido lo relajaba, se comportaba como todo un niño, jugando bajo la lluvia, corriendo por todo el bosque allí cerca.