En los brazos del príncipe

4

"Abdicar."

Adem        

Adem.
La veo dormir, se que estoy acabando con lo único que ella siente estable, pero hay cosas que están sobre nuestros propios deseos y sea como sea ella se convirtió en miembro de la familia real en cuanto dijo acepto ya sea que tengamos o no recuerdos sobre ese momento.

—Deja de mirarme o te sacaré los ojos. —me amenaza con los ojos aún cerrados.

—Seré tu pesadilla príncipe, hasta el día que aceptes que estar casado conmigo no es una buena opción.

—Sería un honor tenerte en mis sueños. —le respondo sonriéndole, cosa que a ella parece molestarle.

Meto la mano en el bolsillo de mi saco y noto la pequeña caja.

La sacó bajo la atenta mirada de ella.

—Tengo algo para ti. —Abro la cajita y sacó el anillo, ella me pasa su mano algo dudosa.

—Diría que ya tengo uno pero teniendo en cuenta las circunstancias y que eres un principito no creo que tan bien se vea que tenga un anillo de alguna capilla de Las Vegas.

Le sonrió.

—Este anillo significa que a partir de ahora solo existe una mujer para mí y eres tú.

Carlie mira el anillo y sonríe, detalla con su dedo el pequeño gravado.

"Mi pequeño tormento".

Porque ella es eso para mí, desde esa noche donde la conocí supe que esa mujer me llevaría a mi fin, y hasta ahora no me ha defraudado ni por un segundo, es como una pequeña rebelde que siempre tiene algo para decir contrario a lo que yo diga.

Finalmente aterrizamos, durante gran parte del vuelo llovió y en tierra no es la excepción.

Le pasé mi abrigo a Carlie y ella me miró dudosa antes de tomarlo.

—¿Nos esperan ahora en tu corte? —pregunta ella.

—No, mañana temprano ahora iremos a la residencia y ya mañana nos toca enfrentarnos a la realidad.

El camino a la residencia fue complejo debido a las diversas preguntas que hacía Carlie.

—Imagine que estarías escoltado por muchos policías o algo de eso. —habla ella asombrada.

—Salí de incógnito así que no hay necesidad de armas tanto porque solo hará dirigir la atención hacia nosotros y realmente es lo que menos necesito en este momento.

—¿No puede ser siempre así? 

—Qué más quisiera pero no, cuando está en juego la seguridad siempre estamos escoltados.

Finalmente llegamos a mi casa.

—Si quieres ve a pedir algo de comer, yo te alcanzaré en unos minutos. —Me dirijo hacia mí estudio porque veo las luces encendidas.

En mi escritorio está Dorian, mi hermano mayor y heredero de la corona fumando.

—¿Dorian? ¿Sucedió algo? —pregunto al verlo tan tarde en mi casa.

—Hasta que llegas, si necesito hablar de algo contigo. —deja su cigarrillo. —¿Has traído a tu esposa?

—Si, ella se encuentra en la cocina ¿La quieres conocer?

—Mejor mañana. —se pone de pie caminando hacia mí. —Sabes tengo una idea rondando en mi cabeza desde hace mucho tiempo y quiero contártelo para que en un futuro no te tome desprevenido.

Me siento esperando que él haga lo mismo.

—Dime, me estás impacientando un poco porque el hecho de que estés en plena noche en mi casa con esta lluvia solo me dice que es algo urgente.

Abdicare a la corona. —suelta sin más.

—¿Qué? No, espera no estoy para bromas, es muy tarde y estoy algo cansado.

—No es broma, no tomaré el trono cuando nuestro rey falte, no quiero esa responsabilidad sobre mis hombros. —hace una pausa para tomar aire. —Llevo meses encargándome del reino a causa de la mala salud de nuestro padre y todo esto solo me ha servido para darme cuenta que no es lo que quiero.

—Te has preparado toda tu vida para eso, no puedes simplemente querer disvincularte. —le respondí rápidamente intentando que cambie de idea.

—Justamente esa una de las grandes razones, mi vida jamás ha sido mía siempre ha sido de la corona, ni siquiera pude escoger una esposa para mí siempre fue la elección de alguien más y ya no quiero que sea así, tengo que admitirlo termine de entender que esto no es lo que quiero para mí cuando te oí hablar sobre tu matrimonio porque siento que de alguna forma tú fuiste sobre lo pactado y sentí envidia de eso así que esta vez soy yo quién quiero ir contra lo establecido, nuestro padre ya lo sabe, se lo he hecho sabes hace unas horas y está molesto pero nada me hará cambiar de idea.

Actuar contra lo pactado siempre ha sido mi fortaleza porque jamás tuve consecuencias, mi actuar no hacía inferencia ante lo que se esperaba para la corona, porque yo jamás me vi con ella pero en caso que mi hermano cumpla con su deseo de abdicar, todo lo que suelo hacer será perjudicial para la corona.

Mi hermano se va sin decir nada dejándome con una gran preocupación, porque yo me veía en el lado oculto detrás de mí hermano.

—No puede ser. —me quejo con frustración.

Mi frustración no es porque no me sienta preparado para asumir una responsabilidad así, sino porque yo tenía mi futuro asegurado de una forma y ahora me quieren cambiar las reglas del juego.

Ahora de forma indirecta siento el peso del Estado sobre mis hombros y eso me agobia.




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