En los brazos del príncipe

5

"Presentación."

Carlie        

Carlie.
Por más que intento dormir no lo logró y eso me frustra.
Tengo demasiadas cosas en la cabeza, pero sobre todo ronda una idea en mi cabeza.

«¿Debería animarme a intentar algo con él?» 
Siempre he intentado huir de las relaciones porque cada vez que alguien intenta ponerle un título entró en pánico, es como que todo caiga por su propio peso, el peso de la realidad.
Con el principito se podría decir que es diferente es decir, creo que comenzamos al revés porque ya estamos casados y siento que aunque sea debería darme la oportunidad de conocerlo.
Me giro para verlo dormir, sus facciones están muy relajadas.

Me acerco a él y algo en mi me hace querer jugar un poco con él así que deslizó mis uñas suavemente por su torso desnudo.
Me rió ante sus gestos.
—Deja de hacer eso. —habla adormilado. —No empieces algo que luego no podrás enfrentar.
—¿Miedo? Nah para nada. —le respondo sentándome junto a él. —Principito dime algo ¿Enserio crees que iré de acuerdo a lo que digas? —me subo sobre su torso, haciendo que él ría.
—Adem, no principito. —me corrige.
—Principito Adem.

Él posa sus manos sobre mi cintura, para acercarme más a él.
Nuestros labios se encuentran a milímetros.
—Lastima que las cosas no serán cuando tú quieras, porque tú serás muy príncipe de Dinamarca pero yo soy la reina de mi misma. —le sonrió para alejarlo a mí.
—¿Quieres jugar así? —Su mirada intensa pone mis nervios de punta.
—El principito de buenos modales no sería capaz de entender mi juego. —me burlo.
De pronto su mirada se vuelve oscura y con tan solo pestañear me encuentro debajo de él, Adem sujeta suavemente mi cuello.
—¿Que te hace pensar que no entiendo tu juego? Que me fijara en ti esa noche no fue casualidad. —sonríe al ver que no tengo respuesta a eso.
Se aleja nuevamente de mí, dejándome derrotada por no tener la última palabra.
—Nuestro error más grande es aquello que no nos atrevemos a hacer. —murmuró lentamente dándome ánimos a mi misma.
—Casualidad o no fue exactamente lo que me dijiste esa noche.

Me sorprende que él tenga más recuerdos que yo, es decir yo ni siquiera recuerdo haber hablado con él, podría decir que no recuerdo haberlo visto pero para ser sincera yo cuando bailo solo me fijo en mi misma y en caso de las fiestas en la persona que me contesta porque después de todo es para esa persona el show.

Me duermo un par de horas hasta que alguien toca la puerta.
Abro los ojos encontrándome sola.
En la puerta del armario hay un vestido dentro de una bolsa completamente transparente.
Vuelven a tocar la puerta así que me levanto con toda la pereza que me caracteriza y abro la puerta.

Una chica entra y pasa por mi lado dejando una bandeja con un desayuno y se marcha sin siquiera mirarme.

—Que amable. —murmuro para mí misma.
Me enfocó de nuevo en el vestido, rojo con detalles en blanco.
«Tal vez pensó que asistiría a su corte con alguno de mis trajecitos de baile».

Sonrió al ver un pequeño clip con la bandera de mi país en el.
Detalle digno de agradecer porque de alguna forma siento que está manteniendo mi origen.

Me doy un baño y me visto con ese precioso vestido.
Adem entra a la habitación.
—Veo que no has tocado tu desayuno. 
—Tiene nueces, soy alérgica además no tengo hambre. —Intento subir el cierre, pero no lo logró así que me doy por vencida.
Me acerco a él y me doy la vuelta quedando con él detrás 
—¿Has pensado el porque los cierres se encuentran hacia atrás? 
—¿Así debo pedirte de favor que me ayudes? 
—Exacto, así te doblegas un poco. —le doy un pequeño pisotón.
—¿Sabes por qué las mujeres llevamos tacones junto con estos vestidos? Porque así cuando creen que nos tienen pisamos más fuerte. —le murmuró para darme la vuelta y enfrentarlo.

El principito viste una camisa blanca junto a un traje azul.

Minutos después me encuentro esperando a que se cumpla todo el protocolo que se requiere para que mi suegro y Rey de Dinamarca me conozca.
Mis manos tiemblan un poco a causa de los nervios que me causan tan solo ver esas grandes puertas negras con vidrio.
El vidrio de alguna manera me ayuda a prepararme a lo que está por venir.
Sonrió al ver la bandera de Dinamarca, ahora entiendo el por qué del vestido, rojo con detalles en blanco. La bandera de Dinamarca es roja con blanco.
Se abren las grandes puertas ante los pasos firmes de mi principito que camina en mi dirección.
—Tranquila. —dice al ver el leve temblor en mis manos.
Entrelaza nuestras manos y comienza a caminar conmigo.

Él camina a paso firme, tiene una seguridad que podría decir que no sería capaz de temblar ni aunque él piso a sus pies lo haga.
—No dejes que vea una debilidad en ti, ellos de eso se alimentan. —me susurra.
Lo escucho pero no soy capaz de entender hasta que veo a su padre, me escanea de pies a cabeza y puedo ver su mirada de desaprobación.
—Así que … ella es la bailarina que emborracho a mi hijo para casarse.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.