En los brazos del príncipe

7.

Adem.

Espero que se retiré Carlie antes de volver a ver a mi padre.

—Es un encanto ¿No crees? —le pregunto para sonreír ante su cara de molestía.

—Salgan todo. —ordena el rey colérico.

Mi hermano y yo esperamos a que todos los demás salgan antes de dar un paso pero el rey vuelve a hablar.

—Ustedes se quedan aquí. —se levanta de su trono y comienza a bajar lentamente los escalones.

Su debilidad es un hecho cuando lo vemos tambalear en el último escalón.

—Me puedes decir ¿Que tenías en mente cuando decidiste casarte con una mujer así? Adem. —gruñe mi padre parándose frente a mí.

—Creo que es evidente padre, no solo es hermosa, es muy inteligente y con un carácter muy fuerte, no entiendo porque la pregunta si es más que obvio. —respondo de forma altanera, ganándome una mala mirada de mi hermano, pero yo solo estoy defendiendo a mi esposa del lobo mayor.

—Esa mujer es altanera y una mujerzuela. —dice sujetando mi rostro para que lo mire.

—Rey si me permite. —mi hermano intercede por mí. —Creo que todo se debe a una primera mala impresión, es decir ella se sintió atacada por su primer comentario y por eso respondió de esa forma.

—¿Mala primera impresión? Ella es una simple mujer cazafortuna, altanera.

—Rey si me permite recordarle ella solo respondió a su agresión y utilizó un lenguaje muy adecuado, pero en tal caso no tengo ningún problema en abandonar su corte para que no se sienta intimidado por mi esposa.

—¿Intimidarme? ¿A mi? Es una simple mujer.

«Una simple mujer que con un par de palabras lo descolocó totalmente.»

—Soy consciente que un divorcio en estos momentos es lo que menos necesitamos, teniendo en cuenta que tú hermano ya se te adelantó, sin mi consentimiento. —gruñe con la vista fija en mi hermano. —El único matrimonio que aprobé y luego de tantos años enloqueció y no solo no quiere el trono sino que tampoco quiere seguir con la que sería una reina ideal.

«Reina ideal.»

Suena hipócrita que lo diga cuándo él solo piensa que una reina es un adorno y nada más, prácticamente está diciendo que la aún esposa de mi hermano es una perfecta muñeca de adorno.

—Tú hermana se encargará de educar a tú dama de corte y adviertele que a la siguiente que se atreva a hablarme así la encerraré una semana en el calabozo y estará a base de pan y agua.

—Sabes bien que jamás permitiría que hicieras algo así, definitivamente tú amenaza no llegará a Carlie, por cierto Rey, si quiere que yo llegue a tomar el trono en caso de que mi hermano no desista de su idea de abdicar le recomiendo que también intenté llevarse con ella porque si usted se le ocurre tratarla como la mierda no dudaré en unirme a los rebeldes que quieren la caída de la monarquía. 

Esto último es lo que le pone los pelos de punta aunque sólo mi hermano y yo sabemos que no soy capaz de eso pero para él solo soy un rebelde sin causa y no descartaría que eso sea una posibilidad.

Me reverencio ante él y me marché yendo en busca de mi esposa.

Mi padre lleva años peleando en contra de dos grupos rebeldes en contra de la monarquía, que quieren que está finalmente caiga luego de años donde se ven restringidos a la libertad del rey, todo lo que tienen es porque el rey así lo quiso porque él fija los impuestos y en su momento le dio las tierras en las que hoy viven, pero cada vez los costos y los impuestos aumentan haciendo que lo que hoy tienen mañana sea un mero lujo, ellos quieren pasar a ser una reputación y poder elegir quien los gobierne, quieren tener esa misma libertad que Carlie se jacta de tener.

Pensándolo bien creo que está claro que pensó el rey al escucharla hablar, ella se volvió su amenaza directa por las ideas con las que fue educada, ella está de alguna forma propagando la misma ideología que los rebeldes buscan alcanzar, pero ella está en un lugar privilegiado a diferencia de los rebeldes porque ella comparte mesa con mi padre, ella en este momento forma parte de la línea sucesoria, no de forma directa pero sí a través de mi.
 

Días después.

Carlie corre alrededor del jardín mientras la observo, dos hombres la siguen para protegerla aunque ciertamente ella solo lo ve como juego porque encontró contra quién jugar carreras.

—Príncipe, ya estoy aquí. —dice mi hermana en tono de burla sentándose junto a mi.

Ella observa a Carlie correr.

—¿Por qué corre? —me pregunta.

—Está entrenando.

—¿Por qué aún no le dices lo que piensa hacer Dorian? —pregunta tomando una postura recta.

—¿A qué te refieres? 

—A su decisión de abdicar a la corona, sabes he pasado muchas horas con ella intentando explicarle cómo pensamos nosotros y porque es así, intentando justificar la monarquía mientras que ella está todo el tiempo cuestionandome el porqué es necesario que ella comprenda el significado de nuestra monarquía … ella tiene pensamientos de libertad y los tiene como pilares, nada la hará salir de eso, Carlie no se hace a la idea de que aquí un rey se vuelve nuestra máxima autoridad y ante él nos inclinamos, está en contra de nuestro sistema y ella en algún momento tendrá un papel vital en nuestra monarquía, será nuestra reina y ella ni siquiera lo sabe.

—Ni lo sabrá. —admito. —Justamente porque no quiero que salga corriendo en cuanto pronuncie esas palabras, quiero que nos comprenda antes de eso, solo necesito algo de tiempo.

Mi hermana baja la cabeza.

—Sabes que cada día es lo que menos tenemos, nuestro padre día a día va empeorando, estuvo dos días de pie y ahora de nuevo no puede salir de la cama.




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