En los brazos del príncipe

8

"La caída de la corona".

"La caída de la corona"        

Carlie.

Leo una vez más la frase del libro que me prestó Leyla.

"Nuestra vida será entregada al rey si así lo pide,nosotros nos arrodillamos ante él, le entregamos todo lo que tengamos a cambio de su protección."

Todo me suena a red flag, pero ya se que no debo cuestionar su sistema por más que mi estómago se comprima ante lo que leo, lo cual, para mí es definición de esclavitud.

—Que horror. —dejó el libro y veo la hora. 

Me doy un baño y comienzo a prepararme para la fiesta.

Veo un vestido negro con un corsé que me llega hasta la mitad del muslo y uno azul largo con una apertura en la pierna hasta la mitad del muslo.

—El azul hace juego con tus ojos. —Adem interrumpe en la habitación. 

Me giro hacia él observando que tiene un traje del mismo color, no es raro pensar que lo compró para combinar después de todo, todos los vestidos y ropa que tengo aquí ya estaban aquí cuando llegué.

—¿Me dejarías elegir algo por mí misma? —intento desconectarlo. 

En su mirada veo que algo está mal, sus ojos están algo entristecidos.

—¿Qué sucede?  —le pregunto acercándome a él, le acomodo la corbata.

—El rey me ha mandado a llamar. —me informa. —Quería que estuviera presente junto a mí hermano en la redacción de su testamento. —suspira. —Por más que mi diversión sea llevarle la contra en todo y discutir con él, estar allí escuchando como redacta sus últimas palabras al mundo fue un golpe muy bajo, porque es como que se esté despidiendo de forma anticipada.

Lo abrace.

—Cuando ese día llegue solo quiero que recuerdes que no estás solo, nos tenemos a nosotros en la soledad. —suspiro para luego retroceder un paso así puedo observarlo bien. —Llevo pensando hace unos días que decirte, amm mira, no soy una chica de palabras dulces creo que eso es evidente pero intentaré explicarme … sigo sin tener recuerdos de esa noche en Las Vegas, donde tú y yo unimos nuestras vidas y se que no es algo que tienes muy en mente pero yo sí, siento que aquí no encajo para nada y prometo que me estoy esforzando al máximo para intentar no arruinar esto, solo quiero que sepas que de verdad quiero intentar que esto funcione.

Él príncipe asiente y sonríe.

—No creo en las casualidades, desde que te conocí supe que tenías algo muy especial y cada día confirmo que no me equivoque, eres única Carlie Gray Smith.

«Que horrible combinación de apellidos, pero aunque sea mantuvo el mío, igual repitiendolo varias veces deja de escucharse tan raro para mí.»

—Bella dama de la corte, te dejaré terminar de decidirte por el vestido, aunque ya conoces mi opinión el azul tiene aire a libertad como tú.

Se marchó y rápidamente tomó el vestido azul y lo colocó junto a mí tocador.

Comienzo mi maquillaje lentamente como si me sobrara, cuando en realidad es todo lo contrario.

Una vez lista me pongo el vestido, aún no comprendo como él sabe mis medidas exactas, llevo días usando ropa que yo jamás compré y hasta ahora jamás le ha errado con las tallas. 

El vestido se apega a mi cuerpo como si fuese un guante, detallando mis curvas.

—Solo espero poder comer contigo, porque no me sentiré para nada bonita si no puedo comer a gusto.

Salgo de la habitación y voy directo a las escaleras, la abertura me facilita muchísimo lo que me podría haber costado unos largos minutos.

Adem espera por mí sentado en un sillón mientras toma una copa de vino.

—No admitiré que lo elegí por ti, antes que me lo dijeras yo ya tenía clara mi opción. —digo desfilando frente a él para que vea. 

—Sí, claro. 

Nos vamos a la fiesta.

—¿Expectativas? —me pregunta rompiendo el silencio.

—Solo espero que tu padre, ni nadie más me empuje a despertar a mis demonios.

—No te preocupes, yo de eso me encargo. —Adem toma mi mano. —Hoy será una noche muy larga, lo presiento. —murmura.

Llegamos a la fiesta y mis nervios aparecen cuando menos los necesito, veo cámaras y muchas personas en la entrada.

—¿No podemos entrar por otro lugar? Me incomoda mucho este tipo de show. —murmuró bajando la cabeza.

Adem observa hacia los lados.

—La exposición es parte de la carga que llevamos los miembros de la corte y tú eres una, lamentablemente no podemos hacer más nada que enfrentarnos a los que nos toca. 

Tomo su mano tan fuerte cuando abren la puerta para que bajemos que podría jurar que si tuviera un poco más de fuerza lo hubiera lastimado.

Adem entrelaza nuestras manos y baja para luego ayudarme a bajar a mi.

«No olvides sonreír.» me recuerdo.

Siento una caricia en mi mano y veo que Adem desliza un dedo sobre el dorso de mi mano que se encuentra entrelaza con la suya.

Comenzamos a caminar y escucho varias veces que preguntan quién soy, a qué vengo, si soy la chica del momento además de si el rey me conoce. —simplemente ignoró todo tal como lo hace Adem, además ninguna pregunta es dirigida hacia mí, todas son hacia Adem como para que yo sienta la presión de tener que responder algo.




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