En los brazos del príncipe

13

Narrador omnisciente.

Finalmente lo que parecía ser el ojo del huracán le dio paso a la tormenta provocando que ésta arrase con todo a su paso.

Mientras los hijos del rey lo estaban despidiendo en el cementerio los rebeldes finalmente tomaron la ciudad, sin saber quién se encontraba allí en las calles, fingiendo ser una ciudadana más.

Ella se mantenía oculta mientras escuchaba los cantos que pedían la caída de la corona.

Una jóven de unos catorce años la había arrastrado con ella dentro de su casa.

—¿Qué está pasando? —pregunta la princesa cansada después de tanto correr.

—No lo sé. —dice la adolescente muy nerviosa que comienza a poner cosas en la puerta para cubrirla y que no pueda ser abierta. 

—¿Están yendo al palacio? —pregunta y está vez la adolescente asiente. 

—Déjame salir. —pide yendo hacia la puerta.

—No. —sentencia la jovencita impidiéndole el paso a Carlie.

Al otro lado de la ciudad el rey y sus hermanos despedían al antíguo rey mientras que sus guardias comenzaban a ser avisados que estaban atacando el palacio incendiando vehículos a los alrededores y generando disturbios en la ciudad.

Uno de los guardias se acerca al rey y le murmura lo que está sucediendo, este inmediatamente mira a su hermano cómo intentando encontrar alguna respuesta.

—Han tomado la ciudad. —le repite fuerte y claro para que esté pueda entender lo que pasa.

—Carlie. —es lo único que repite antes de comenzar a correr a dirección contraria a donde se encontraba.

Carlie.

Camino de lado a lado intentando pensar qué hacer.

—Ven conmigo, yo cuido de ti pero no podemos estar aquí encerradas. —le digo a la niña que solo se sentó junto a la montaña de cosas que dejó junto a la puerta para luego ponerse a llorar.

—Ellos nos mataran. —comenzó a murmurar mientras rompía en llanto.

Me arrodilló junto a ella para tomar sus manos intentando que me vea.

—Yo te protejo, te prometo que nada te pasará. —le sonrió intentando darle confianza.

—Nadie nos podrá proteger allí fuera. —dice tan segura que puedo jurar que me heló los huesos.

—Tranquila, ellos no llegarán a ti, vendrán por nosotras.

—¿Cómo estás tan segura de eso? Llevamos tiempo desprotegidos a la deriva como para que ahora alguien nos recuerde.

—No es casualidad que yo esté aquí. —admito. —Creo que por las prisas no me presenté, soy Carlie Gray esposa del príncipe Adem.

Los ojos de la niña se abrieron ojos a más no poder y poniéndose de pie rápidamente

—¿Princesa? —dice bajando la cabeza.

—Tranquila, yo no tengo ningún título solo soy Carlie.

—Elena Wolf. —se presenta.

—Bien Elena, creo que deberíamos irnos de aquí si queremos que nos encuentren pronto.

La chica rápidamente comienza a sacar las cosas.

—¿No trae un teléfono? —me pregunta a lo que niego.

—No soy de usar teléfonos, es raro pero no tengo la costumbre de salir con él.

—Le ofrecería el mío pero no es como que tenga el número de los altezas.

Una vez que abre la puerta, la tomó de la mano y salgo con ella, la cubro con mi cuerpo y comenzamos a caminar de prisa de regreso al palacio.

Hay personas golpeando a otras, vidrios rotos, fachadas pintadas con frases muy pasivas agresivas.

Personas peleando con los puños y otros amenazando con armas, como si de una escena de película se tratara.

Yo corría con la chica detrás de mí, de un comercio salió un hombre armado.

—Pero que tenemos aquí. —dice acercándose a mi.

—No me toques.—corro su mano cuando está a punto de tocar un mechón de mi cabello.

—Tranquila, me preguntó qué harán ustedes dos en la calle … quien sabe y les pueden pasar cosas malas.

—Es mi hermana y vamos de regreso a casa. —digo rápidamente, siento el apretón de mi mano por parte de Elena.

—Bellas damas ¿No desean que las acompañe? —pregunta el hombre armado.

—No, mi hermana sufre de pánico así que le agradecería que nos deje pasar.

Él asiente, en ningún momento yo muestro miedo, creo que algo está mal en mi porque no soy capaz de mostrar el miedo en situaciones así, por desgracia no es la primera vez que tengo a alguien armado frente a mí.

—Las estaré vigilando. — El hombre me hace señas para que pase.

Seguimos caminando por las calles ignorando todo a nuestro alrededor.

Me preocupa mucho el no ver a nadie más que los ciudadanos y los rebeldes en las calles, no hay ni siquiera un oficial.

—¿No tienen policía o algo por aquí?—le susurro a Elena y ella niega.

—Protegen al palacio, hace días fueron retirados de las calles para eso y fue cuando los rebeldes llegaron a la ciudad.

Suena horrible pensar que ellos prefirieron protegerse a sí mismos antes que proteger a su pueblo.

Entró a un restaurante un poco alejado de los disturbios, este se encuentra en total silencio.

—¿Quién está ahí? —pregunta una voz desde algún punto del lugar.

—Solo vinimos por agua. —digo en voz alta. —Mi hermana tiene sed.

Miento a medias porque en realidad Elena si tenía sed.

Un hombre sale detrás de la cocina con un rifle en su mano.

—¿Si les doy el agua se irán? —pregunta.

—Claro. —afirmó. — No estamos aquí para ocasionar ningún problema solo que ella tiene mucha sed y alrededor hay muchas casas y este es el único restaurante de este lado.




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