"Eclipse de Luna."
Adem.
Mi primo me observa y me sonríe.
—No sabía que debía felicitarte por tú matrimonio. —da dos pasos acercándose a mi. —Aunque para ella de seguro será una desdicha, estar casada con una persona que no tiene respeto por ninguna mujer y no sabe lo que es el compromiso, un hombre que siempre ha creído que el amor es un sentimiento de esclavitud, no puedo creer que tenga que estar dándote felicitaciones por tu matrimonio, cuando tú me quitaste a mi futura esposa.
—¿Por qué sigues dándole tantas vueltas al asunto? Yo ya estoy fuera de ese tema, creo que deberías de entender de una vez que quién era consciente y aún así le falló a su acuerdo de fidelidad fue ella y no yo.
—¿Por qué no me presentas a tú esposa? —dice con una sonrisa muy soberbia. —¿Acaso temes que te la robe como tú hiciste con mi prometida?
Esta vez soy yo quien sonríe.
—No, créeme que no, solo te estoy cuidando a ti de ella.
—Llama la quiero conocer. —se cruza de brazos.
Niego.
—Si me da curiosidad el conocer a la persona que hizo que cambiarás tú idea sobre cito tus palabras, esa ilusión maligna que llaman sentimiento, y que nos vuelve esclavos de otra persona, dependientes de ella.
—Que puedo decir, las personas cambiamos y sobre todo nuestras ideas se transforman. —admito.
—Eso lo creería de cualquier persona menos de ti, hasta hace unas semanas atrás no conocías de ningún tipo de obligación más que de ti mismo, veías y despedidas mujeres una por día sin siquiera tomarte la molestia de saber si ellas luego de que le cerraras la puerta en la cara se encontraban bien o tenían en que irse.
—Le estas poniendo más color de lo que realmente es, ellas venían y se iban sin que nadie las echarás, las reglas siempre fueron claras.
—¿Tú esposa conoce esas reglas?
—Asi como tú ex las conoce. —le remate el juego tan solo para que no toque el tema de Carlie.
Ella definitivamente no conoce ni sospecha de esa faceta, con ella desde un inicio las cosas fueron diferentes, el anillo en mi dedo lo comprueba, el fue el inicio de lo que jamás esperé, pero no me arrepiento para nada, aunque no tenga idea de cómo terminemos sea como sea las cartas ya están en juego y solo el destino lo decidirá.
Escucho unos tacones y bajó la cabeza en señal de cansancio porque hasta su andar ya reconozco.
—Buenas noches. —dice ella entrando al despacho de Dorian. —¿El rey está?
Siento como pasa sus brazos por mis lados y me abraza desde atrás.
—No, él está en una reunión.
Alex detalla a Carlie, yo no la veo porque está detrás de mí pero si veo el movimiento de los ojos de Álex.
El avanza y estira su brazo.
—Un placer, soy Álex Smith. —se presenta.
Carlie sale detrás de mí y se pone a mi lado.
Es cuando la veo y noto su vestido negro muy pegado a su cuerpo.
«Con razón el imbécil no le puede quitar los ojos de encima.»
—¿Smith? —pregunta dudosa.
—Es el príncipe Álex, mi primo.
Ella desvía la vista hacia mí y lo reverencia.
—Príncipe. —dice para luego tomar su postura inicial.
Luego me sonríe.
La descarada se atrevió a reverenciarlo y a mi me pasa retando con que jamás hará tal cosa y a mi primo que lo conoce hace segundos lo reverencia.
—Soy Carlie. —se presenta.
—Ton bon goût est toujours intact (Tu buen gusto permanece intacto)
—Enlevez vos yeux d'elle, si vous ne voulez pas qu'ils vous arrachent. (Aparta tus ojos de ella si no quieres que te los arranque)
Tomó la mano de Carlie y salgo del despacho de mi hermano.
—No sabía que tuvieras un primo.
—Si lo tengo, será mejor que te mantengas muy lejos de él.
Ella se muerde el labio coqueta.
—¿Qué sucede si no me alejo de él? ¿Qué hará él principito Adem?
—No me provoques Carlie, porque estás en el único país donde lo que yo digo es ley y te aseguro que puedo encerrarte e incluso atarte a la cama y ni siquiera la cocinera me cuestionaría, estás bajo y dentro de mi dominio. —murmuró sobre su cuello dejando un beso allí.
Muy en contra de cualquier reacción normal, ella sonríe y hace contacto directo con mis ojos.
—Acepto el reto. —susurra. —Bajo el eclipse de luna me enseñarás qué tan reales son tus promesas y tus retos.
La veo hacer una reverencia haga alguien que está detrás de mí.
—Rey, bienvenido. —dice ella.
Mi hermano me observa y me hace una seña para que lo siga.
—Te estaré esperando. —murmura ella en mi oído para marcharse de forma muy coqueta, como solo ella sabe ser.
Lo sigo.
—Dime que sucede. —le digo sonriendo, es inevitable sonreír ante el descaro de mi esposa.
—¿Tan sonriente? Me recuerdas a tu época de adolescente cuando acababas de hacer alguna maldad.
—¿Maldad? ¿Yo? Jamás me pudieron comprobar nada, lo siento.
—Ellos aceptaron el trato, tu reina acaba de tener su primera victoria. —dice Dorian con cierto tono de orgullo. —Definitivamente son los indicados para estar en el trono.