En los brazos del príncipe

34.

Carlie.
Aún sigo sintiendo que no es lo correcto, pero tampoco entiendo el porqué, después de todo pensando en mí verdadera función, sólo soy un accesorio en la corona de Adem, no estoy modificando ni dañando nada.

Tomo a Thomás en brazos y me acerco a Uriel quién me reverencia para luego reír.
—Te golpearé donde digas algo al respecto. —bromeó con él.
—Mi reina, solo puedo decir que hubiera querido tener una cámara cuando escuchaste tu nombre, de pronto quedaste blanca. —Sonríe. —Y la verdad es que el rey, es un maestro en cuanto a sorpresas.
—Pues aún sigo pensando que esto puede ser parte de su "venganza" por haberme ido.
—Eres reina, no imaginé una mejor venganza para ti que disfrutas de ser libre, te ha atado a una nación.

Dudó un poco antes de volver a hablar.
—Pues aún no me siento diferente a como estaba hoy a la mañana.

—No creo que sea inmediato o que lo vayas a notar diferente, después de todo Adem tuvo razón cuando dijo que tienes ciertos comportamientos de reina, como él no importarte mucho las reglas, solo ir por tu lado, aunque aún no has tenido reuniones políticas ni nada por el estilo como para decir que algo cambio.

Bufó.
—Y a mi que me encanta la política. —ironizó.

Alguien carraspea detrás de mí, me volteo y la veo.

—Oh, Leyla, que gusto verte. —digo intentándolo abrazar pero ella retrocede.

—No esperes muestras de afecto por mi parte, porque si a mí algo me han enseñado es a no perdonar. —habla dejándome totalmente muda ante sus palabras. —Solo espero que no quieras dejar este país nuevamente, porque ahora estás obligada a estar aquí, a enfrentar lo que haya que enfrentar, no puedes huir como la cobarde que fuiste anteriormente.

Suspiro.
—Entiendo que estés molesta, después de todo tienes razón en todo lo que dices así que no diré nada al respecto.

Ella sonríe fríamente.
—Más bien no dices nada, porque no tienes nada que decir, lo que tú hiciste anteriormente se podría haber llamado traición a la corona, porque era tu obligación quedarte y solo hubo una pequeña oportunidad y tú no lo dudaste y la tomaste, siendo totalmente egoísta con todos los que algún día te apoyamos, ellos no lo dicen porque quisieron perdonarte, pero yo no lo haré, no eres merecedora de mi perdón. Parir un príncipe de la corona no te ha hecho merecedora de mi perdón, mucho menos haber tomado el título de reina, podrás portar el título, pero para mí estás muy lejos a ser una reina.

Me quedo muda, ella me mira para luego marcharse.

—¿Quién es? —me pregunta Uriel que con solo ver su cara iluminada ya sé que está algo flechado.

—No es por ahí, es la princesa Leyla, la hermana de Adem. —le aclaro.

—Ya entiendo porque está molesta contigo, una princesita real, no como tú una reina que con un par de copas encima hasta te perrea hasta el suelo y ya toca arrastrarte hasta tu casa para que no hagas desastre.

—Puedes decirlo, ella es una princesa y yo pues … Carlie. —me rió.

—Bonita la princesa. —murmura.

—Mmm que mal acabarás amigo. —me burló de él. —¿Ya te dije que es la única hermana mujer de Dorian y Adem? Te cuento uno de ellos es rey y el otro abdicó a la corona sino sería el rey, lo que lo convierte en dos reyes y un doctor, no se que tan bien caigas parado con esa unión de fuerzas.

Él levantó las manos en señal de inocencia.

—Ni le he hablado y tú ya casi estás hablando de mi funeral, que malvada eres.

Inconscientemente comienzo a buscar a Adem con la vista, luego de haberlo perdido de vista durante unos minutos, para encontrarlo, en la terraza, apartado de todo el mundo.

—Voy a … —digo señalándole el lugar donde está Adem.

—Anda ve, yo cuido al pequeño terremoto. —dice para ir hasta la mesa de bocadillos.

Me acerco a Adem sin decir absolutamente nada, realmente no encuentro que decirle, solo quise venir a acompañarlo en la soledad.

—¿Ya te cayó la realidad? —dice sin verme.

—¿La realidad? —me posicionó junto a él, a la distancia de un paso, perdiendo mi vista en el horizonte como él.

—El asumir el peso de todo esto.

—No huiré si eso es lo que te preocupa, seré un muy buen accesorio y me comportaré, no pienso afectar lo que has construido tu y tu familia.

—¿Un accesorio? —dice para voltear y mirarme. —¿Así te ves a ti misma, como un accesorio?

—No me veo así misma así, pero es lo que representó, los reyes hombres son quienes gobiernan, las mujeres solo aguardan detrás de ellos en algún caso advirtiendo la tormenta.

—Jamás te he visto como mi accesorio y lo sabes muy bien … eres mi igual, tal vez no tengas la sangre de la dinastía en tus venas, pero tienes lo que hay que tener para gobernar y eso hasta mi padre supo verlo, por más que no te quiso, lo supo desde un principio, él estaba negado a la idea de una mujer gobernando, pero contigo desde el primer día vio que podías imponerte ante él.

—No lo enfrente porque quisiera llevarle la contraria, simplemente no creía en el sistema de la monarquía. —murmure.

—No creías ¿Ahora sí? ¿Qué te hizo cambiar de idea?

Sonrió ante él y muerdo mi labio al haber sido descubierta.

—Tú. —murmuró. —Tal vez no estaba tan desinformada de lo que sucedía aquí como creí que podría estarlo, incluso vi tu coronación mientras comía helado, creí que luego de irme de aquí pasaría página, y no había día en el que no googleara las noticias sobre lo que estaba pasando aquí, sumamente patético de mi parte, pero me mantenía tranquila saber de ti.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.