En los brazos del príncipe

36

Adem.
Observó a mi hijo dormir junto a mí.
«Todo esto, es por ti.»

Si él no hubiera llegado con ella, tal vez ayer podría haber tomado una decisión diferente, pero por más que justifique todo con que es por mi pueblo, mis soberanos, la realidad es que por más que intento mantenerme lejos de ella me es imposible, pero me niego a volver a doblegarme ante ella, porque cuando lo hago olvido que soy un rey y que jamás debo doblegarme ante nadie ni siquiera aunque sea ella quien se volvió en una más de mis debilidades junto a Thomás.

—Su majestad. —alguien llama a la puerta.

Voy a abrir antes de que despierten al pequeño príncipe.

—La reina ya se ha ido al hospital con los escoltas. —me informan.

—Bien, manda a un grupo más que se queden en el perímetro, pero que no entren al hospital, deben estar atento ante cualquier tipo de amenaza.

—¿Para qué debemos prepararnos? —pregunta.

—Para cualquier cosa que atente contra la seguridad de nuestra reina, no importa de quién venga o de dónde, solo sé que algo está por venir.

Este asiente y se retira.

«¿Cómo le digo que debe dudas hasta de mis palabras?, porque yo sé que el golpe llegará, pero no sé dónde ni hacia quién.»

Desde que tomé la decisión de convertir a Carlie en mi reina, supe que no dormiría en paz y no es porque ella me genera alguna preocupación, sino porque actuar fuera del pacto de compromiso supone el despertar de los rebeldes, todo este tiempo me ayudó a reunir un ejército superior al suyo, están listo, pero aún así mis infiltrados aún no reciben una orden expresa de hacia dónde fijar el objetivo de su ataque, se que es hacia la corona porque es obvio, pero más allá de eso la corona tiene al menos 5 sujetos de ataque incluyéndome a mí.

Tengo presente que está la posibilidad de que el ataque ya esté en marcha y yo desconozca el frente porque a lo mejor descubrieron a mis infiltrados o restringieron la seguridad a los del nivel más alto de confianza.

La confianza es algo que se pierde con el tiempo, cuando entiendes que todos pueden doblegarse y dejar su fidelidad de lado cuando alguien lo tienta con algo que ellos consideran inalcanzable para ese momento.

Dorian entra en mi habitación.

—Ya están abajo a quienes has citado. —me informa. —Y Leyla ya ha acompañado a Carlie al hospital, sucedió tal como creíste, ella no abandona el hospital.

—Y es lo mejor, si estamos todos reunidos en un mismo lugar somos un objetivo muy tentador, no se cuanto tarde en llegar el ataque de los rebeldes, pero teniendo en cuenta que rompí mi pacto vendrá pronto y muy fuerte.

—Ya los superamos en números y en armamento, solo nos queda esperar. —afirma.  —Ya he hablado con Leyla, ella ya sabe qué hacer en caso de algún atentado en el hospital, y me aseguro que será la pesadilla de Carlie si eso es necesario, pero que no permitirá que nada le suceda, también me dijo algo sobre la posibilidad de desviar las urgencias médicas sin que ella lo sepa así van menos personas al hospital y es más seguro.

—No, Carlie se daría cuenta.

—¿No has vuelto a hablar con Alexa? Deberías hablar con ella tal vez solo se trata de una exageración pensar que vendrá por nosotros.

Le sonrío y niego.

—La conozco perfectamente bien para saber que ella estaba encaprichada con ser reina, de seguro ni bien le entregué la corona de Carlie, ella corrió a los brazos de su padre para implorar que acabe conmigo así como yo terminé con sus ilusiones de ser reina real.

—Creo que ahora es el momento preciso para hacer esta pregunta ¿Realmente pensabas darle la corona a ella si Carlie no regresaba? 

Suspiro.

—La corona fue hecha a medida para Carlie, nadie más que ella podría llegar a tomar esa corona, no estaba seguro si algún día ella regresaría o cuándo sería, pero si no era para ella, no era para nadie, esa era mi única certeza, pasamos tantos años sin una reina, que más años no sería nuestro fin, pero necesitaba ganar tiempo y no tuve mejor idea que asegurarle la corona a Alexa, y finalmente prepararme para este momento, parece que tomó decisiones estúpidas, pero no las son. —le aseguró. 

Salgo de la habitación acompañado de Dorian, dejando a dos guardias junto a la puerta para que me avisen si mi pequeño príncipe despierta.

Voy hasta la sala de consejo.

Ellos me reverencian.

Me pongo mi corona y me siento en mi trono.

—Hoy estoy aquí ante ustedes mi consejo para una sola cosa. —me pongo de pie para que me escuchen fuerte y claro. —VOY A DECLARARLE LA GUERRA A LOS REBELDES Y A TODOS AQUELLOS QUE OSEN IR EN CONTRA DE MI MANDATO, MI CORONA Y LA DE REINA.

Todos me miran impresionados, porque desde siempre nosotros hemos preferido mantenernos en paz, pero la paz se encuentra solamente cuando enfrentas las cosas y no cuando te mantienes sumiso.

—NO TOLERARÉ NI UNO SOLO ACTO MÁS DE REBELDÍA, SE ACABÓ EL TIEMPO DE CONTEMPLACIÓN DE MANERA PACÍFICA ANTE TALES ACTOS, ES POR ESTO QUE CADA ACCIÓN EN CONTRA DE LA CORONA DARÁ COMO SANCIÓN LA DESTITUCIÓN DE SU PUESTO Y SERÁ SOMETIDO A UN JUICIO ANTE NUESTRA CORTE PARA EVALUAR LA POSIBLE EXPULSIÓN DE NUESTRO ESTADO, NUESTRO TERRITORIO. —observó sus rostros intentando adivinar qué es lo que pasa por sus cabezas. —La declaración de guerra ante actos contra la corona empieza a regir en este mismo momento.

Me siento en mi trono nuevamente.

Mis ministros me observan antes de tomar sus teléfonos y comenzar a hacer llamadas.

Dorian se acerca y me susurra.




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