En los brazos del príncipe

39

Adem.
Lo hemos llamado amor, atracción, deseo, incluso error, pero es lo que nos mantiene unidos evitando nuestra destrucción.
Somos tan opuestos que confirmamos la ley de atracción.

Si tu caes, yo caigo.
Si tú vives, yo vivo.

Eres el complemento perfecto a mi corona y yo soy el complemento perfecto a tu estabilidad.

Hace un par de horas me daban una noticia que Carlie no respondía cuando llamaban a su puerta.
Corrí a su habitación y golpeé la puerta hasta que logré abrirla, sin saber que lo que me encontraría sería una escena que ahora forma parte de mis pesadillas.

Carlie desmayada en el suelo, su cuerpo sudoroso y caliente, con un jarro de agua roto en mil pedazos a su lado.

Rápidamente la cargue y la lleve a su cama.

—Llamen a un médico. —grite.

Mi hermana llegó a los segundos asustada por mis gritos.
—¿Pero qué le sucedió? —dice acercándose pero rápidamente la alejo.

—No te acerques, puede tener algo contagioso. —le recuerdo. —Está ardiendo.

—Llamaré a Uriel, él tal vez sabe si ella se ha expuesto a algo o es una fiebre común.

—Por dios, está ardiendo ¿Qué tiene esto de común? —hablo un poco alterado.

Me pongo de pie examinando la habitación buscando algo con que pueda comenzar a bajar la temperatura.

Leyla se va dejándome con Carlie.
Tomó unos pañuelos y un pequeño jarro para recoger agua y humedecer los paños.

Mojo primero su rostro y luego su cuello y brazos.

—¿Qué te ha pasado? ¿Por qué te has enfermado tan de repente? —me siento junto a su cama, para seguir con mi tarea de humedecer su cuerpo.

Dorian se para junto a la puerta.

—No entres, ve a cuidar de él pequeño príncipe por favor, ya es hora de que despierte y no quiero que venga a ver a su madre en estas condiciones. —digo mirando rápidamente a Dorian.

Adem puede ser algo contagioso, creo que es mejor que tú te marches y yo cuido de Carlie.

Lo miro sin terminar de comprender.
No entiendo porque él creería que yo sería capaz de dejar a la mujer que amo en estas condiciones, lo que a ella le pase indirectamente también me sucede a mí.

—Cuando yo me case con ella le dije, en la salud y la enfermedad, ¿Enserio crees que me voy a ir? No me importa si es contagiosa o no, yo me quedaré a cuidar de ella.

—Eres el rey de Dinamarca, ella trabaja en un hospital ¿Sabes lo que podría suceder si ella llega a estar enferma por alguna exposición del hospital y tú permaneces con ella?

Suspiró.
—¿Sabes lo que sucederá conmigo si a ella le llega a suceder algo peor y yo no estoy con ella?

Doy la vuelta sentándome sobre la cama de Carlie y mirando hacia mi hermano.

—Mejor ve a que se apuren con el médico, es lo mejor que puedes hacer por mí.

Me quedo observándola unos segundos, hasta parece que simplemente está dormida de forma pacífica.

Mientras continuo refrescando su cuerpo, alguien toca la puerta.

—Adelante.

Entra Uriel con un cubrebocas.

—Oh Carlie. —se acerca a ella.

Uriel la examina rápidamente.
—¿Sabes que tiene? —le pregunto rápidamente.

—Podría decirte mil cosas, porque es a lo que nos exponemos día a día, pero hasta realizarle pruebas no sabré bien.

Uriel le sacó un poco de sangre y la examinó un poco.

—Mmm tiene la garganta un poco enrojecida.

Busca algo en su maletín para pasarme un tapabocas.

—Si te quedas aquí, que sea con protección, porque tampoco es justo con los demás qué te contagies y propagues por todo el palacio lo que sea que tenga Carlie.

—¿Venías preparado? 

—Tú hermana me ha llamado histérica, porque Carlie estaba con fiebre alta, desmayada y tú no pensabas alejarte de ella, se la impotencia que se siente en estas situaciones y entiendo perfectamente que quieras acompañarla y cuidar de ella, pero también cuida de ti.

—Ya la perdí una vez, y no tienes idea del infierno que fue estar sin ella, no quiero pensar en que ella pueda alejarse nuevamente de mi.

—Te aseguro que esta vez ella no te dejará tan fácil, ella es impulsiva, loca y todos los adjetivos que se te puedan ocurrir, pero cuando se decide finalmente ha algo no lo suelta, y ella desde que nació Thomas pensaba en regresar, pero quería primero poner en orden su vida. Adelanto todos sus exámenes para que solo le queden las prácticas, busco la manera de regresar sin que tú lo supieras, porque siempre supo que tú no la querías aquí, el bloquear su acceso fue un mensaje muy claro para ella.

—¿Sabes porque realmente se decidió a regresar?

—Creo que en cuanto salió de Dinamarca entendió que estaba en un error, pero ella es muy orgullosa para admitir sus errores, luego se enteró que estaba embarazada y enloqueció, ella solía repetir que el destino estaba jugando con ustedes porque aún cuando ella pensaba que ya todo había quedado atrás, se llevó algo muy importante de ustedes, haciendo que queden unidos de por vida.

Asiento.

Y así han pasado los minutos, horas y días y yo permanecí junto a ella.

—Dos días desde la última vez que te he visto sonreír y ya se me hace una eternidad. —murmuró junto a ella.

Le tomo la temperatura y noto que la fiebre ya ha bajado considerablemente.

—¿Por qué aún no despiertas? No lo entiendo. —suspiro.  —Se supone que ya deberías de estar despierta, así lo ha dicho Uriel.




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