En los brazos del príncipe

40.

Carlie.
Estar tan cerca de ti, hace que todo tenga sentido.
Desvió mi vista de ti, solo para volver a concentrarme, porque te veo y dejo de pensar.

Podrían preguntarme mil y una vez, por qué estoy enamorada de alguien que no estaba en mi destino y yo podría responder esas mil y una vez que el destino lo planeamos nosotros con nuestros actos, si el destino no nos quería juntos, nosotros lo hemos forzados para que nos tenga en cuenta.
Este es un vínculo para siempre, más allá de lo que cualquiera podría llegado a planear, si a él le falta vida yo estoy dispuesta a dársela con tal de tenerlo tan sólo un día más, él es mi destino.

Arrastró una silla por todo el estudio de Adem y este solo me observa en silencio.

—Lo siento, es que no puedo estar sola en aquella mesa y vi que tienes un pequeño lugar para mí aquí. —digo corriendo dos carpetas.

—Creo que esos documentos que acabas de mover tan brusca son muy importantes. —dice para volverlos a poner en su lugar.

—Pues lo siento, tú estás usando todo el escritorio, no te cuesta nada dejarme un pequeño lugar. —digo volviendo a mover los documentos. —Ni que los estuviera manchando o algo por el estilo, solo los corrí, están en mi espacio.

—Carlie, tienes toda una mesa para ti ¿Por qué usar mi escritorio?

Bufo.
—Adem no seas un niño, comparte ¿Quieres?

Aprovecho su distracción y le quitó su taza de café.
—Por no saber compartir … esto también es mío. —doy un trago al café y noto que está muy amargo.

—¿No tiene azúcar? —pregunto dejando rápidamente el café.

Adem se ríe.
—Desde que tengo memoria he tomado siempre el mismo café, no creo que no sepas que mi café jamás tiene azúcar.

—No sé si lo has notado, pero es café puro, eso podría enloquecer a cualquiera.

—¿Crees que estoy poco cuerdo?

No le respondo nada solo me rió levemente.

Termino de firmar los documentos y los dejo sobre su escritorio.

—¿A dónde vas? —me pregunta cuando me ve alejarme.

—Ire por más café y algo de azúcar, no pienso tomar ese café tan amargo.

Salgo del estudio de Adem directo a la cocina.
No entiendo porque tiene que vivir en un lugar tan grande, siendo que con cada par de escaleras puedo dejar un pulmón.

En la cocina me encuentro a Leyla sentada sobre la isla de la cocina y a unos centímetros a Uriel.

—¿Uri? ¿Qué hacés tú aquí?

Él se da la vuelta para mirarme.
—He venido a ver cómo estabas.

—¿Y por eso has venido a buscarme a la cocina? —digo tomando otra taza para verter café.

—Solo vine en busca de agua, porque no te encontré así que te iba a esperar.

Lo miro de lado.
—Uri a mi mentiras no, no olvidemos quien es el que te ha estado cubriendo la mayoría de las veces.

Leyla se baja de la isla e intenta ir.
—Te he visto, no intentes esconderte. —tomó un sorbo del café. —Da las gracias que he sido yo quien entró a la cocina y no han sido tus hermanos porque aquí ya tendríamos una escena de un crimen.

—No ha sido nada. —dice Leyla caminando hacia mí. —Solo estaba siguiéndole el juego a tu amigo, pero no es para nada de mi interés.

Uriel la mira.
—Ni tú del mío princesita, eres un curioso pasatiempo. —dice para marchaste pasando por su lado.

Leyla también se va, pero hacia el lado contrario y yo me quedo analizando la situación.

—Esto no será para nada bueno. —murmuró para luego marcharme de la cocina.

Uriel espera por mi junto a las escaleras.
—Te dije que no te acercaras a ella. —le reprochó.

—No me he acercado a ella.

Suspiro.
—Claro y yo nací ayer, te conozco Uriel, sé muy bien dónde has puesto los ojos. —lo tomó del brazo. —Tú y tú estúpida manía de estar detrás de los amores imposibles.

—¿Quién está hablando de amor? Solo estaba hablando con ella.

Lo tomó por la mandíbula para luego girar un poco su cabeza e inspeccionar su cuello.

—Claro y por eso es que tienes brillo labial en el cuello.

Uriel aleja mi mano.
—No es algo en lo que debas entrometerte. —me advierte. —Tampoco estás en condiciones de juzgarme.

—¿Crees que te estoy juzgando? Aunque no lo creas, te estoy cuidando porque conozco muy bien a Dorian y a Adem, has tenido mucha suerte de que solo yo estoy atenta a tus movimientos, porque si cualquiera de ellos dos te llegan a notar no dudes en que serás despedido en el próximo vuelo y Leyla podría incluso terminar encerrada en su habitación o de misión diplomática en algún lugar alejado del mundo.

—Ella es mayor de edad. —dice de una forma tan natural como si realmente creyera que eso solucionaría todo.

—Es mayor de edad, pero tiene un título real y se debe a la corona … Ella no tiene poder de decisión y eso es algo que ella tiene muy claro, pero tal vez tú no, ella no goza de la misma libertad que tú tienes. —escucho algunos pasos así que miró para ver de quién se trata, pero solo es personal del palacio. —Estás siendo muy egoísta, porque tú tienes la posibilidad de elegir y con el historial que tienes de jugar con las mujeres, no me das nada para pensar que esto no es nada más que uno más de tus juegos.

—¿Qué te hace pensar que no es ella quien está jugando conmigo?




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