En los brazos del príncipe

48

Carlie.

El poder de la sangre, jamás había llegado a pensar todo lo que la sangre puede llegar a generar, partiendo del punto literal y del filosófico que crea una especie de poema.

La sangre alimenta nuestros cuerpo de oxígeno, se encarga de transportar los nutrientes a nuestro cuerpo, para que cada parte de nuestro cuerpo cumpla su correspondiente función, transporta los desechos de nuestro cuerpo, nos ayuda a mantener la temperatura corporal, envía anticuerpos para combatir infecciones entre otras funciones, cuando tenemos falta de sangre nuestro se debilita totalmente y sentimos desfallecer.

Por otro lado, la sangre es parte de pactos sagrados, es la gran búsqueda de aquel guerrero que quiere terminar con su lucha y tiene hambre de gloria, dan su sangre por esa victoria, la sangre se vuelve significado de valor, lucha y gloria. Dejando en el campo de batalla todo lo que es de sí, para conseguir ese triunfo, nadie cuestiona al vencedor que llega a casa repleto de sangre en sus manos, solo celebran el triunfo olvidando esa vida que se apagó en sus manos. Mientras que en la tierra del vencido lloran por esa sangre derramada y esa vida perdida, pero lo entienden esa persona no tuvo mayor gloria que la de servir a su país y el recuerdo de ese héroe caído permanece en su memoria.

En mi caso la sangre que veo en mis manos, aún cuando nadie más la ve, es la de aquella paciente que por mi distracción se me fue de las manos, intentan que piense en que es una vida que se pierde, que en cualquier momento iba a suceder, porque a final muchas veces por más que intentemos dar todo de nosotros, simplemente las cosas no son suficiente, tal vez es tarde, o es esa persona que no quiere luchar un poco más, o simplemente es su momento.

Lo más difícil de entender para aquellos que nos quedamos, es la razón por la que esa persona se fue, he revisado ese mismo expediente tantas veces que ya me lo se de memoria, pero aún no encuentro mi falla, mi error, solo se que tuve uno y ese tiene consecuencias.

Me es muy difícil pensar que el próximo error puede ser otra vida, me congela esa idea, me paraliza a la hora de tener que ver a otra persona.

Despierto por el aroma a café.

Lo primero que veo es a Adem sentado al pie de la cama con un par de libros grandes a su alrededor, este cuando nota que he despertado me sonríe.

—Buenos días, estaba comenzando a extrañarme con que aún no despertarás. —le sonrío.

—Siento mucho lo de anoche, espero no haber dado ningún show.

Adem rápidamente niega.

—No tranquila, solo te encontré bailando sola en un pasillo, pero nada más.

—Ya, igual, lo siento. 

Me pongo de pie y salgo de la cama, solo para acercarme a ver que tanto lee.

—¿Qué es esto?

—Un poco de historia, tengo algo en mente, pero para reformar el futuro, siempre hay que recordar el pasado.

—Mmm gran frase. —murmuró.

Mira su reloj.

—¿No estás llegando tarde a tú turno? —pregunta y niego.

—No, tranquilo.

Me niego a contarle que es lo que está sucediendo, me niego a decirle sobre mi renuncia, me niego reconocer que a la primera he decidido renunciar y solo están a la espera de Uriel, me niego a que todo esto realmente haya sido por nada, que por más que quise abrirme mi propio camino cuando choque con el primer gran obstáculo este término por derribarme.

No quiero una gota más de sangre en mis manos y estando en el hospital solo veo sangre en mis manos, no quiero renunciar, pero no sirvo de nada si solo soy una flor marchita en un jardín de rosas.

—¿Dónde está Tommy? —pregunto jugando con algunos mechones de su cabello.

—Él se ha despertado temprano, anoche lo he traído a dormir contigo, porque logró dormir a su nodriza pero él seguía tranquilo, ahora está en la cocina desayunando, luego irá a jugar al jardín, puedes acompañarlo si gustas.

Lo pienso un segundo.

Tal vez aún con las manos manchadas, pueda aprender a ser una reina que sin interferir en la salud, puede salvar a alguien, realmente no quiero que todo esto signifique nada, me siento vacía si tambien pierdo esto, mi vida antes de todo esto no tenía nada, absolutamente nada más que mi propio orgullo valía algo en mí.

Y si hay algo, que pueda hacerme olvidar aunque sea unas horas a esa señora, es lo mejor que puedo hacer, después de todo las cartas ya están echadas.

—Déjame ver esos libros. —digo sacando uno de la pequeña montaña. 

Guardia Imperial.

El arte del dominio de la espada y escudo, tanto como de las dagas envenenadas son parte de nuestra historia, así como los caballeros llamados caballeros de hojalata y los gladiadores.

Toda batalla comenzó con un primer caballero en busca de algo, poder, libertad, tierras, en la actualidad se busca lo mismo, pero basados en una organización más “civilizada” la lucha es el último recurso … 

—¿Qué estoy leyendo? —pregunto ocasionando que Adem quite sus ojos del libro que estaba leyendo.

—Libro equivocado. —me lo arrebata de mis manos y me pasa otro. —Tengo en mente reformar la guardia, en principio para quitarle más poder a los rebeldes, que se creen intocables por tener una posición de alto rango en mi ejército desde hace años, es estúpido que ellos se creen intocables por el mismo poder que mi corona, y el trono de mi padre les ha otorgado, si yo tomo la decisión de simplemente quitarlos les estaré dando un motivo más para que ellos luchen por la democracia que quieren, pero en cambio si reestructuro el ejercito diciendole cosas como que necesitamos un ejercito que se adapte en la era que estamos viviendo, a los tiempos donde la guerra no es la primera opción, más que para defender lo que es nuestro, y que aquellos guerreros que lo dieron todo ya merecen su descanso, para que la nueva generación comience a tomar el camino que ellos mismos construyeron … ese discurso es indubitable y hasta considerado humano.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.