Carlie.
Observó mi teléfono y vuelvo a marcar.
—Ashh ¿Por qué no contestas? —le hablo al teléfono como si este me diera la respuesta.
—Carlie estás trabajando, deja tu teléfono. —me reta Uriel.
—Sí lo sé, pero tengo un mal presentimiento. —digo observando mi teléfono.
—¿Mal presentimiento de que? —cuestiona.
—No lo sé, es una opresión en el pecho, pero no sé a qué se debe, tengo hora y media escribiéndole mensajes a Adem, la mayoría son mensajes estúpidos, como memes y stickers sobre Alicia en el país de las maravillas, y el suele responderme cosas como manitos, caritas o a veces escribe cosas como "es bueno que la srta reina tenga tiempo para estas cosas", pero ahora ni siquiera los abre, y eso es muy extraño, lo he llamado un par de veces y no responde.
—Carlie, ¿no has pensando que a lo mejor está en alguna reunión, de esas a las que a ti no te gusta asistir?
—Tengo acceso a su agenda, la he mirado y mañana tiene una de esas juntas.
—¿Entonces? —vuelve a preguntar sentandose junto a mí.
—Ya te ha dicho que no lo sé, no creo que esté escondiéndome algo ni nada de eso, pero desde hace unos días tiene una idea que no lo sé, me preocupa y ahora no me responde.
—Baja a tierra lo que piensas y dímelo de una vez, aún no tengo el don de leerte la mente Carlie.
—Él quiere cambiar las cosas de su ejército hablando de forma política, él sabe que tiene algunos oficiales en algunos cargos jerárquicos de la milicia que son rebeldes, y él planea enviarlos a retiro así pierden su poder y dejar de propagar su ideología dentro de la milicia, básicamente quitar de raíz el tumor para que no se expanda y afecte otras células, lo está haciendo en un secreto total, pero ellos de alguna forma siempre saben cuándo Adem planea algo.
—¿Quieres ir a casa a ver cómo está?
—¿Gozar de mi privilegio de reina para que luego me vean como si esto solo fuera un hobbie y no mi profesión? Me encantaría, pero esto jamás ha sido uno hobbie, solo le diré a mi custodio que vaya a comunicarse con él, quiero pensar que a lo mejor su teléfono quedó al fondo de una piscina o algo así, porque si me entero que no tiene nada, te aseguro que mañana el rey estará modelando un nuevo corte de cabello.
Uriel niega.
—Creo que solo estás haciéndote una película en tu cabeza por nada, si algo hubiera pasado eres la primera en saber.
Juego con el anillo en su dedo, pasando mi dedo índice por su gravado.
«Mi pequeño tormento».
Al final la que se atormenta soy yo, es gracioso.
—Por cierto, ví a Leyla por aquí hace un par de horas ¿Que estaba haciendo aquí?
—La princesita malhumorada es todo un caso, vino a reclamarme que supuestamente le salve la vida.
—¿Supuestamente? Lo hiciste, no lo dejes dentro de una suposición cuando fue así.
—Solo hice mi trabajo.
—¿Tu trabajo? ¿Solo eso? —digo mirándolo directamente a los ojos.
—¿Estás empezando otra película en paralelo?
—A ti te encanta esquivar las cosas, eres todo un caso. —digo golpeando su hombro.
Vuelvo a escribirle a Adem y este no responde, así que le escribo a Leyla.
—"Hola, oye ¿Sabes dónde está tu hermano? Llevo un rato escribiéndole y llamándolo y no responde".
A los minutos responde.
—"Llegue hace un par de minutos al palacio, él no está y salió sin escolta, Thomas estaba con su institutriz, ahora está conmigo, pero les pediré que vayan en busca de Adem".
Al leer el mensaje solo siento angustia.
No tengo claro nada, pero siento que algo no está bien.
Comienzo a moverme impaciente de un lado a otro.
«¿A dónde iría Adem sin escolta?»
Él siempre está acompañado de algún escolta, y es insistente con eso.
Sigo con mi trabajo, pero mi concentración está algo dispersa.
Pasan cerca de dos horas cuando Leyla me llama.
—Carlie tenemos un problema, deberías volver ahora.
—Mi turno termina en dos horas, dime qué sucede.
—Mierda, no puedo decirlo por teléfono, solo debes venir.
—Bien, ya voy, deja que llame a alguien para que me cubra.
—¿Puedes hacer eso en el camino? es importante que ya estés aquí.
Ante tales palabras, solo voy por mi abrigo y mis cosas y salgo.
Ni siquiera me cambio de ropa.
Le escribo un mensaje a Uriel explicándole lo que sucede, para que él se encargue.
El trayecto de regreso se me hace largo, muy pero muy largo.
Llegó y ante mi paso nadie me mantiene la mirada, pero yo si alcanzo a ver las suyas, son rostros preocupados.
¿La preocupación es mejor que la tristeza no es así?
Busco en eso el consuelo, mientras camino hasta el final del pasillo, dónde veo una princesa muy descontrolada o al menos eso es lo que me comunica su inquietud.
—Ya estoy aquí.
—Si, te he visto. —dice mirando su teléfono. —Dame unos minutos.
—Leyla, me has hecho venir del trabajo, dime de una vez que sucede.
—Mi hermano no aparece.
—Tienes dos hermanos.
—Adem, Carlie, Adem no aparece, deja de hacerte la tonta si tú misma me escribiste por él.
—Lo sé. —bufó. —Di todo lo que tengas que decir de una vez, porque te juro que si haces una pausa por cada palabra que tienes para decir antes de que acabes yo ya haré mandado a incendiar todo esto de lo que me causa cada estúpida pausa que haces de forma innecesaria.
—Si te callaras de una maldita vez podría seguir contándote. —ella suspira. —Encontraron su auto, su teléfono, su billetera y su alianza. Además los oficiales notaron que había sangre, no mucha pero era notoria en el asiento del conductor. Están manejando la teoría de que lo han secuestrado.
—Dios mío. —pateo la pared. —¿Quién puede ser tan odiota para secuestrar a un rey? Es una pregunta retórica, ya se perfectamente lo quién puede ser así de idiota. —bufó. —¿Qué procede?