Epílogo.
Y de pronto despiertas y descubres que todo aquello que creías y sentiste tan real; no es más que tú peor pesadilla.
Los sueños pueden ser la apertura del inconsciente, tu mente queriendo ponerte sobre alerta ante el peligro eminente.
Me acurrucó sobre el pecho desnudo de Adem, sonrió al sentir su calidez.
—¿En qué piensas? —murmura.
—En que te amo demasiado. —digo sonriéndole.
Él me besa.
Creo que no debería hacerlo, pero ahora comienzo a preguntarme qué hubiera sido de mi, si no me hubieran contratado ese día en Las Vegas de bailarina, dónde estaría yo.
Me subo sobre el regazo de Adem para continuar besándolo.
Este sonríe cuando apoya su mano sobre mi vientre abultado.
Siente una pequeña patada.
—Parece que no eres la única que ha despertado feliz hoy. —bromea.
Lo abrazo.
—¿Quién no estaría feliz de amanecer junto a un hombre tan hermoso?
Este deja de acariciar mi vientre.
—Bien, es hora de hacer la presentación, Thomas hoy tendrá un día muy largo y no podemos quedarnos en la cama todo el día.
Bufó.
—¿Por qué no dejas la presentación para otro día? Thomas no quiere saber nada de responsabilidades por ahora.
—Se perfectamente que aún es muy jóven pero pronto él deberá irse a un internado y para eso ya debe ser conocido como es debido por nuestro reino.
Bufó.
—Odio los protocolos. —gruño levantándome de la cama.
—Dime algo que no sepa amada reina. —Adem sonríe tanto que me dan ganas de golpearlo con un almohadón.
—¿Habrá pastel?
—¿Quieres pastel? —contra pregunta Adem.
—El bebé quiere pastel, no soy la que lo pide. —sonrío inocentemente.
—Claro, así que en la madrugada quería malteada, yogurt, hamburguesa y pastas con dulces.
creí
—Ya te lo dije, es el bebé, no soy yo. —paso por su lado y él me detiene abrazándome por detrás.
—Lo que su majestad pide lo tiene.—murmura en mi oído erizándome la piel.
Él es parte de mi vida, mi corazón, mi mente incluso de mi piel, mi ex principito Adem, ahora rey de mi vida.
Mi piel se eriza ante el recuerdo de esa noche dónde todo perdido.
Flashback.
Ese hombre, antiguo combatiente, baja la cabeza.
—Su majestad … Aún en las batallas que un veterano ha creído ganadas, debe aceptar el perder cuando ya no tiene fuerzas, así aunque sea le queda la dignidad.
Lo miro sin entender.
—A mi solo me interesa saber cómo está mi hija, ya no quiero perder más nada, ya lo he perdido todo.
—Jamás iría contra un inocente, su hija en esta batalla en particular era una inocente, ella ya estaba detenida y aislada desde antes que secuestran a nuestro rey, su hija está en perfectas condiciones en un bloque de seguridad en el hospital psiquiátrico. Se que no está loca, solo es tema de seguridad propia y de ella.
«Aunque realmente dudo esto último.»
—Su majestad está detrás de la primera puerta.
Las cadenas sus manos fueron tan reales, pero a diferencia de mi pesadilla, él me observaba y juro que pude ver cómo sus ojos de pronto se iluminaron cuando me vió.
Me agachó frente a él.
—Hola amor. —lo saludo sonriendo.
Le quitó la cinta en su boca.
—¿Por qué has venido? —pregunta el descarado.
—¿Acaso pensaste que te dejaría aquí? Claramente no, ser tu tormento es mi deber, no el de otros.
Sonríe.
—Mi pequeño tormento. —murmura.
Busco a Valenti 's.
—¿Dónde está la llave?
Este se saca del cuello un colgante con dos llaves.
Y camina de regreso a la habitación.
Primero le quita la cadena de los brazos y luego la de las piernas.
Se marcha en silencio.
Adem me observa algo preocupado.
—¿Qué has hecho? ¿Por qué se ve derrotado?
—Hice lo que le toca hacer a una reina cuando él rey no está, creo que encontrarás un pequeño gran caos cuando regreses a tú trabajo … entre eso muchas quejas de ministros. —murmuró lo último. —Pero yo sencillamente no soporto que alguien me diga que hacer y tú lo sabes perfectamente bien.
Le ayudó a ponerse de pie.
Y salimos de esa casa donde jamás volví a poner un pie.
Fin de flashback.
El padre de Alexa al igual que todos los que decrete el destierre abandonó Dinamarca a las 24 horas, y jamás lo volví a ver, ni a saber de él, por Adem supe que se había convertido en un granjero en un pequeño pueblo de Italia.
Y ahora estoy feliz, siendo una doctora recibida, embarazada de seis meses de mellizos y con un hermoso príncipe de siete años y medio que está a punto de descubrir que algún día la tierra que él pisa será su entera responsabilidad.
Adem ha decidido enviarlo a un internado, el mismo dónde él estudió durante cuatro años, en Estados Unidos con otros niños que no ostentan un título, para vivir ambas realidades sobre lo que es vivir en libertad y lo que es vivir en una monarquía.
Dorian por su parte, se mantiene muy reservado, pero últimamente las pocas veces que regresa de Reino Unido está muy misterioso y alegre, podría jurar que está enamorado aunque el señor príncipe no lo quiere reconocer, está negado a haber caído por una mujer, Leyla por su parte, tiene una bebé… hija de Uriel, pero esa historia ya la conocerán más tarde.