No tenía mucho tiempo que el televisor de la sala de estar estaba prendido, saltaba de un programa a otro con ninguna intención de parar, pues el único fin era hacer correr el tiempo.
El celular descansaba en la mesa ratona cuando vibró con otro mensaje de su novio Benjamin, no se molestó en mirarlo se sabía las palabras de memoria “surgió una emergencia”, “Tengo que ir a otra de esas reuniones”, “Perdona, sabes que desearía estar contigo”
Aunque esté era el quinto mensaje y nunca pasaba de tres, le causó intriga por unos segundos, pero decidió dejarlo ir cuando Nell atravesó la puerta de entrada con otro pastel entre las manos.
Su hermana radiante como el sol, le agitó sus manos con el pastel en manos informándole que había hecho su tarea.
—Lo encontré de camino ¡ah! —tomo el control una vez que estaba acomodada en el sillón—. Puedes creer que hay tantas ofertas, no supe cuál escoger, bueno... luego entendí que todos en esta casa prefieren el queso. Que basura, ¿segura que es sábado? ¿Dónde están las películas?
Escucho hablar a su hermana por unos cinco minutos sin tomar respiros, no le molestó que sus pies estuvieran en sus piernas, tampoco le importó que trajera otro pastel de oferta a pesar de que le pidió no hacerlo —sus dietas eran estrictas—, pero que caso tenía si no trabajaba; ni mucho menos que le contará sobre su exitoso tratamiento con otro paciente, solo la escucho, aunque su mente se fracturó en mil pensamientos, entre ellos su aburrimiento.
Tenía una semana que fue a su última entrevista o algo así porque ni el director quiso recibirla. Aun así, se sentía rechazada, aunque se repitiera que era normal, muy normal.
—Por cierto, ¿Benjamin otra vez no va a venir? ¡se perderá el karaoke! Mira que mejore mi tonada ¿Estás segura de que tienes novio hermanita?
—Nell basta, tiene trabajo, seguro otra conferencia de su padre yo qué sé, no me importa mientras me deje fuera de esa tontería y seguro no viene porque te pones intensa a la hora de jugar.
— ¿Ser famosa por tu novio político es una tontería? Hay Gillian muchas quisieran esa atención. Y no tiene nada que ver mi intensidad. De todos modos, no creo que ese sea el caso, seguro es por Bailey y su regreso a la ciudad.
— ¿Acaso no estaba aquí? —confundida frunció el ceño mientras fingía prestar atención al programa de casos criminales— ¿No era tu mejor amiga? Recuerdo esa chorrada de mejores amigas por siempre ¿Lo son todavía?
—Búrlate si, pero al menos sigo en contacto con ella y oh noticia es tu cuñada así que seguirá en tu vida por más que te esmeres en odiarla. Te dije que esa familia vino para quedarse con nosotras. Debiste tratarla bien cuando venía a casa. Seguro te celará mucho con Ben.
Gillian no quiso argumentar palabras que pudiesen justificarla, no tenía caso, durante años había expresado sus razones y nadie la comprendía en absoluto. Así que decidió ignorar lo que su hermana decía.
Aunque no pudo evitar eliminar esa idea de sus pensamientos, pues recordó parte de esas noches dónde la excluida era ella. Bailey nunca sería —a consideración suya— una chica digna de llamarse cuñada o bien familia pues seguía visualizándola sosa, superficial y grosera.
—Nell, iré a vestirme antes de que mamá y papá lleguen —tomó sus pertenencias que se hallaban en la mesa ratona y no se molestó en mirar a su hermana pues sabía lo que su mirada incitaba—. Te espero arriba.
A su hermana le encantaba desde que eran unas niñas y jugaban con las muñecas, embellecerlas con algún pedazo de tela o bien pañoletas de su madre, de manera que combinaba toda tela desde las más ligeras a las más suaves para crear atuendos raros y exóticos. Ese era un talento nato que no creía desarrollarlo como trabajo si bien como un pasatiempo a nivel personal y familiar.
Es por eso por lo que, en comidas como aquellas, Nell vestía a su hermana cuál muñeca.
Camino a su habitación subió las escaleras, una vez que no estuvo a la vista de su hermana, sus ojos buscaron el artefacto que segundos atrás sonaba por nuevos mensajes.
Supo antes de ver su nombre y por ende sus mensajes que quería sentirse enojada con él por el simple hecho de no estar, de no darse cuenta de que lo necesitaba.
No sé trataba de una simple comida con su minúscula familia, si bien se trataba de parientes —por parte de su madre—, una reunión que extraña vez se realiza. Un encuentro para saber el destino de sus vidas o el avance de ellas.
Y no es que ella quisiese presumir su noviazgo con el hijo del senador del estado, en realidad le era importante sentir que lo tenía cerca y no a medias, sentir que al menos su vida personal estaba ahí, intacta, sin cambios.
¿Crees que tú mamá quiera flores?
O los chocolates están bien
Ayuda!
8:34 AM
Tardas mucho?
8:48
Ya vas a venir?
Quedaste en llegar temprano
8:56