En otro verano

—Capítulo 6. Nuestro verano —

~•~

Ser la pareja perfecta frente a un solo campus, solo se ganaba a través de la percepción y la demostración que emanaban, pero para ser la pareja perfecta ante ambas familias era cuestión de dos cosas carácter y acción, por lo que definitivamente Gillian y Kellen formaban parte de esas cuatro características.

Conocerse seis años atrás, todo por un curso de verano de matemáticas al que Gillian fue obligada a ir —ya que sus calificaciones con esa materia no mejoraban—, y Kellen yendo por simple gusto, fue una de sus grandes coincidencias, para ellos —tiempo después— fue la primera pieza de su historia.

Ella fue quien le pidió ayuda con las respuestas de las pruebas que realizaban cada semana para supervisar el progreso de los estudiantes.

Fue ella quien le planteo la idea de pasarle las respuestas de todos los exámenes a cambio de un completo directorio de números de todas las chicas más bonitas de su colegio.

Esa fue la iniciativa que les hizo conocerse, pero no unirse en nada. Pues cuando el verano acabó ambos no supieron más, tampoco les intereso tanto.

La segunda vez que se vieron fue en la competencia deportiva estatal de escuelas.

El colegio de Kellen participaba en atletismo y voleibol, compitiendo con la escuela de Gillian. Por ello, era lógico que se volvieran a ver, ella jugaba para el equipo de atletismo de su escuela —las panteras se hacían llamar—, Gillian no era la capitana, pero su rendimiento era bueno, mejor que las de su clase —ella y otra chica eran las únicas—, pues sus demás compañeras iban en último año de preparatoria.

Kellen por supuesto no era tan atlético como le hubiera gustado, participaba en el equipo de voleibol, pero lo cierto es que no era tan bueno.

En ese momento se dedicaba solo a ver el juego cuando realmente la vio, aunque no estaba seguro, su perfil fue lo único que vio por un segundo.

Ella cambio de dirección hacia la derecha, se encontraba corriendo junto a otras cinco chicas, iba en segundo lugar. desconocía que tanto debían de correr pero a juzgar por la dimensión de la pista improvisada supuso que unos doscientos metros.

Se olvidó de su propio juego para observar su figura, el cabello recogido se ondeaba en el aire, sus pies se movían rápido, pero sus pasos eran grandes, se mantenía constante dejando así la ventaja a la primera corredora y suponía él que ella volvería a tomar impulso cuando el final de la carrera estuviese cerca. Y eso fue justamente lo que pasó solo que su rapidez no basto para poder ganar dejándola, en al menos cinco o diez segundos de diferencia.

Tuvo el impulso de abandonar su puesto en la banca para acercarse al festejo de los equipos de atletismo con el único objetivo de verla y decirle al menos algo. Esto porque sentía una necesidad hacer notar que él estaba ahí y volvían a coincidir, sin embargo, lo único que pudo salir de su boca fue:

—Parece que ya empiezo a entenderte, piensas más con los pies que con la cabeza.

Espero a que entendiese la broma, pues era verdad que entendía que las matemáticas le fueran del asco. Ella apenas lo miro, sintiéndose humillado por segundos en los que tardó la chica en acordarse de él y su pequeña aventura.

—¡Ah! Ya comienzo a recordarte, eres él del penoso caso de conquista, ¿Le enseñaste tu colección de fórmulas no? —el negó extrañado— oh pues entonces… espera creo recordarlo ¿Te dejaron por tu mejor amigo no?

—Por qué no lo dejas en el chico del campamento que conociste al cual le copiaste todas las respuestas.

—Ah bueno, si pudiese, pero entre tú y yo, tú tienes más historia. Juegas Voleibol eh, —señalo hacía el otro lado del patio, él levanto la cabeza para mirar a donde señalaba—, dime por favor que no eres el aguador y que si mueves esos brazos.

—Que quieres escuchar, la parte en que te digo que yo voy en el siguiente o la parte en la que finjo tener malestar para no jugar.

Gillian soltó una carcajada y negó con la cabeza divertida.

—Comienzo a entender te, piensas más con la cabeza que con los pies.

~•~

Me conoces y no me lo dices,

pienso en ti y no me llamas,

he creído ciegamente en el llamado telepático,

dónde tú me buscas porque sabes que yo lo hago,

quisiera que entendieras el cuidado que prefiero.

Búscame dónde los árboles no habitan, pero si las paredes.

¿Te gusta?

Lo he escrito para una clase, pero la verdad tuve que inspirarme.