En Ti

En línea

Lucía volvió a caer en ese hábito doloroso de abrir WhatsApp y revisar si Javier estaba en línea. Ya no era solo una costumbre; se había convertido en una pequeña tortura diaria. Lo veía conectado, pero los mensajes tardaban en llegar. A veces pasaban horas. A veces no llegaban en absoluto.

Se preguntaba si algo había cambiado. Si era ella quien había imaginado demasiado. Si, en algún momento, todo lo que él decía había sido real… o si solo había sido una versión más de Javier, de esas que tal vez compartía con otras personas.

“¿Y si le dice lo mismo a alguien más? ¿Si usa esas mismas palabras? ¿Si también los llama ‘su cielo’, ‘su calma’?”, pensó mientras el cursor parpadeaba en el chat, como esperando que escribiera algo que nunca se atrevía a poner.

Esos pensamientos la desgastaban, pero eran difíciles de evitar. Había una herida abierta, un miedo constante que no sabía cómo calmar.

Escribió en su diario:

“Hoy volvió a pasar. Vi que estaba en línea, pero no me contestó. Sé que su vida no gira en torno a mí, lo sé, pero… ¿y si yo no soy tan importante como él me hace creer? ¿Y si soy solo una historia más en su colección de afectos virtuales?”

“A veces siento que me esfuerzo por mantener viva una conexión que él ni siquiera nota que se está apagando.”

No sabía si era inseguridad, intuición o simplemente cansancio. Pero el peso de no sentirse prioridad la estaba destrozando por dentro. Quería confiar, quería creer, pero cada minuto de espera se sentía como una confirmación silenciosa de sus peores miedos.

Lucía cerró los ojos, con el celular aún en la mano. Por dentro, gritaba por un poco de claridad, por un gesto que le dijera que no estaba sola en este sentimiento. Pero esa noche, el único que le habló fue el silencio.

Y ese silencio dolía más que cualquier palabra




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.