Franco
El mar imponente, abrasador y hasta cierto punto intimidante, pero al mismo tiempo pacifico y tranquilo. Vivo hace 3 años al nivel mar y es maravilloso, madrugar a correr y luego darte una zambullida, es bastante estimulante y hoy me genera una sensación de estar en casa.
Consideraba Cartagena mi hogar, aquí decidí ser otra persona, ser un mejor ser humano y entre otras cosas. Había vuelto hace algunas horas de Milán, ver a la familia me resultaba muy emocionante y más cuando tenía tanto tiempo sin verlos, ver a mi madre, a mis hermanos y amigos, pero también me recordaba todo lo que hice.
Milán es un peso sobre mis hombros muy grande, ver a las personas que trate de dañar y que esas mismas me tratarán bien, fue un golpe duro y me castigo todos los días.
Ian y Alice... Ellos son las mejores personas que conozco y fui expresamente a su matrimonio; pero mis culpas siguen ahí, trabajare en ellas en silencio y alejado de todos los que me importan. Me quedo sentado observando el amanecer, antes de que la playa se llene de personas me retiro; camino en dirección hacia la ciudad amurallada, está ciudad es magia y es hipnótica caminar en sus calles, tomo la calle donde conocí a Laura, ella es un dolor de cabeza menor, pero es un dolor agudo, de esos que están ahí de forma recurrente, que te dan a entender que estás vivo.
Ella trabaja conmigo el mismo tiempo que vivo aquí, al principio me impresionó su forma de ser aguerrida y luego esa forma de defender lo que piensa y a los que están a su alrededor, empecé a verla de forma distinta, es mi empleada, pero con el paso del tiempo se volvió mi amiga y sigue siendo mi amiga, pero estoy empezando a tener sentimientos diferentes y es una lucha.
Llegó hasta la entrada de mi casa, una casa estilo colonial, lo suficientemente grande como para tener las oficinas del conglomerado aquí mismo.
Mientras me terminó de arreglar, escucho movimientos en la casa, me acerco a las cámaras de seguridad y veo que Laura a llegado, se va directo a la oficina, no sin antes acariciar a un gato que se adoptó solo y convive conmigo aquí, salgo hacia la oficina improvisada y al abrir la puerta, me ve y se sorprende
- Damiani... ¿Cuándo volviste? – me sonrió y me siento en mi área y la observo -
- Buenos días Laura, ¿Cómo está todo por acá? ¿Les hice falta? ¿Alguna novedad? – pone los ojos en blanco -
- Sabes de sobra que acá todo va sobre ruedas, más bien cuenta ¿Cómo te fue? – se sienta y saca de la mochila una bolsa –
- Me fue bien...- me voltea a ver y niega-
- ¿Desayunaste? – niego –
- Llegué ayer en la tarde y no he desayunado – sonríe –
- Bueno... Pensé en guardar una para el almuerzo, pero compartiremos, está arepa de huevo es para ti – la observo unos segundos y me preguntó ¿Cuándo mis sentimientos empezaron a cambiar? –
- Entonces, yo invito el almuerzo – asiente y nos sonreímos –
- Las semanas que vienen las tienes bastante comprometidas, hay reuniones con los entes reguladores de la ciudad y aparte de eso, la escuela necesita algunas mejoras y deben estar supervisadas por ti, no siendo importante, la inmobiliaria quiere reunirse contigo también – me quedo pensando y asiento, saboreando la arepa que está riquísima –
- ¿Inmobiliaria? – deja de comer y me mira –
- Si... Estoy segura que quieren aumentar el arriendo de esta casa, creen que consiguieron la mina de oro, Damiani no debes pagarles más nada, bastante caro ya está como para que cada 3 o 4 meses quieran aumentar, además puedes conseguir otra casa en otra área de la ciudad, o de entrada puedes alquilar una oficina y te vas a vivir en otro lado, siendo sincera no vas a pagar más de lo estipulado por la ley, sabes que... Yo voy a esa reunión
Ese era otro detalle que me encantaba de las personas de esta ciudad, parece que tuvieran un interruptor que cada que hablan, se enciende en modo turbo, hablan demasiado rápido y no se le logra entender mucho, gracias al cielo me acostumbré, a Laura le entiendo todo; la observo y ella sigue hablando, ahora en modo turbo avanzado, se preguntarán ¿Cómo lo sé? Simple... Está molesta.
Laura tenía razón, tengo tanto trabajo acumulado que no me despegue de la computadora hasta el medio día que almorzamos juntos. Quería preguntarte cómo estuvo su fin de semana, pero conozco la respuesta y no me apetece escucharla. La noto conversar por teléfono en el patio, sonríe y camina por todos lados y de paso acaricia a el gato, la observo y suspira, ya se con quién habla... El fastidioso del novio.
No entiendo cómo puede caerme mal una persona que nunca he tratado, Fabricio dice que son celos y la verdad si lo son, pocas veces llega hasta acá a buscar a Laura, normalmente se encuentran en un mall que está cerca de acá, hablando con Donato llegue a una conclusión, que mi malestar con ese chico, es una mezcla de celos y desconfianza, no quiero que Laura sea maltratada, no quiero que la utilice, no quiero que la dañe, porque yo lo sé y comprendo que lo más duro que le puede pasar a una chica, es que el hombre que ama, la trate mal.
Con ese pensamiento me inclino por preguntar qué tal le fue a ella el fin de semana, tomó aire y la observo sentada al frente mío, con el cabello recogido y un vaso de café a su lado, levanta la mirada y frunce el ceño
- ¿En qué piensas, Damiani? – me sonrió –
- ¿Cómo te fue el fin de semana? – suspira y sonríe –
- Muy bien... Me fui de compras con mi mamá y fui a cine con Juan, fue un fin de semana tranquilo – me sonrió –
- Me alegra que todo haya estado tranquilo – frunce el ceño -
- ¿Estás raro? ¿Qué paso en casa? – me tallo los ojos y niego -
- No paso nada, el matrimonio fue muy emotivo, Ian y Alice al fin dieron el si, fue toda la familia y amigos, pero como te he contado otras veces, Milán me genera escozor, no me siento cómodo en ese lugar o quizás no he sanado del todo