En un mundo de hombres

Capítulo 3

Capítulo 3

—Señora Flores, no quiero.

—Ya me lo has dicho, Cleo, pero la chica tiene un buen índice universitario. La mejor de su clase.

—Recién graduada —susurro asqueada y escéptica—, ¿Va a dejar la empresa en manos de la recién graduada?

—La empresa está así de jodida debido a un veterano —me responde —. No nos viene mal que un aliento fresco nos ayude.

—Nos pondrá patas arriba.

—Eso espero.

Sigo dando vueltas por su oficina. Hago como si no me hubiera dado un ataque de pura ansiedad, porque estrés laboral siempre será mejor que estrés emocional.

—¿Por qué dejó esto en manos de Greyson? Sabe cómo es, Elizabeth, ¿Nos dejará al borde por otro hombre?

—Greyson es un imbécil —dice —. Pero tiene visión. 

—¿Estoy yo ciega? —pregunto.

—No, pero hubieras elegido a una persona muy… estructurada. Debemos lidiar con el visto público pero mantenernos humanos, Cleo.

—¿No soy humana?

—No.

—Hubiera hecho un mejor trabajo que Greyson.

—No tengo la menor duda de ello. ¿Cómo está tu sobrinita?

—Sami está mucho mejor que nosotros. No me cambie el tema. ¿No ha mirado afuera? Siempre hay paparazzis, no toman descansos, estamos perdiendo a cada segundo.

—Y perderemos más si sigues diciendo que no trabajaras en ese proyecto.

—Señora Flores, soy de diseño, no de planos. No es mi trabajo.

—¿Ellos te piden que lo seas? No, pero quieren que estés presente, escucha, Cleo, cuando un cliente pide que estés, porque te tiene confianza, por lo menos debes darte ciertas vueltas. ¡Confianza es lo que más necesitamos!

—Tengo mi agenda apretada.

—Quítale la faja, porque irás, es una orden.

—Igual, esta niña… ¿Claudia Morales? —cambio el tema —No me convence, parece estar en un parque de juegos.

—Ha venido contigo, Cleo. ¿Algo que debo saber?

—Sí, que es una allanadora de moradas —digo despidiéndome. 

—¡Toma el proyecto, supervisa a la señorita Morales y soporta a Greyson!

Que se jodan a Greyson.

Me voy de su oficina sin saber qué hacer. Me toca cuidar las acciones de esa mujer, niña, alien o dinosaurio. La única persona que de verdad sirve para algo aquí es Elizabeth Flores, y ella me acaba de dar la espalda.

—Maldita niñata .

—Supongo que te refieres a Clau.

—¿Tú qué haces aquí?

—Iba a ver a Flores, pero ahora prefiero quedarme en el ascensor para llevarte hasta tu piso, Cleo.

—Que te jodan, Greyson.

—Si eres tú o Clau, o ambas no me duele.

Ruedo los ojos.

—No estás muy de acuerdo, ¿Verdad?

—Marketworld era mejor idea —digo simple antes de bajarme —Señorita Oh —llamo cuando se abren las puertas y la veo esperándome. Que eficiente. 

—No la menosprecies, Cleo, te sorprenderás —responde confiado Greyson para luego irse de nuevo al piso de la señora Flores.

—¿Qué sucede, señorita Cleo? —pregunta.

—¿En qué oficina pusieron a Morales?

+

—Señorita Morales, la señorita Gladorne está aquí.

Asistente… para un auxiliar. Bendito. Apenas ha llegado y ya esta chica tiene su asistente y su oficina. Puro nepotismo seguro.

—¿Claudia?

Entro a su “oficina”, está tirada, completamente abarrotada. Jesús, ¿Cuánto tiene? ¿Dos horas? ¿Cómo puede haber tirado todo esto?

—Son noticias, titulares. Construyo una línea de tiempo.

—Puedes dejarnos —le digo a su asistente —. Lo que viste en mi oficina cuando te fuiste… Lo que sucedió…

—¿Me vas a pedir perdón? —pregunta.

—No se menciona —termino mi oración —, ¿Sí?

—Qué hermética, linda.

—A raya, rojita. Mantente a raya —le digo cuando comienza a acercarse.

Se ríe un poquito. La migraña comienza a empeorar cuando los tacones que usa se estrellan fuerte contra el piso con cada paso que da hasta mí.

—¿Qué te llevó ahí?

—¿Qué planeas o que tienes pensado hasta ahora? Esta reunión no está en mi agenda, deberé quitarle diez minutos a mi receso para volver a aligerar y balancear mi tiempo…

—¿Tienes todo fríamente calculado? —me pregunta y asiento rápido mientras hojeo algunos apuntes sobre su escritorio —¿Qué tienes para mí?

—Supervisarte —respondo.

—¿Nada más…? —niego.

—¿Qué tienes… hasta ahora? 

Claudia se ríe. Se sienta sobre su sofá con cuidado, cruza sus largas piernas y entonces miro la manera en la que aprieta sus labios con traviesa ternura. ¿Qué demonios le pasa a esta mujer?

—Milo robó toda la información de la mujer, Risa López. Corrígeme dónde me equivoque, pero ¿Qué hizo la empresa?

—Despidió a Milo.

—Milo renunció —me corrige ella.

—¿Cómo demonios sabes…? —se supone que eso solo lo sabíamos la junta directiva, yo y… 

Greyson.

—Milo roba la información de ella, crea una fachada de viaje laboral e invita a su secretaria a un falso proyecto para Aruba, ¿La empresa no notó la ausencia de Milo o Risa?

Robó la información de Risa para llenar una solicitud de permiso para no asistir presencialmente en la empresa a su nombre. Llenó papeles oficiales, falsificó su firma, suplantó su identidad, entre otras cosas.

—Usó su dinero, no el de la empresa, así que lo único que se vió afectado fueron sus asistencias al trabajo. 

—Que justificó diciendo que ellos estaban trabajando arduamente en crear un proyecto y harían teletrabajo, ¿No?

—Sí.

—No era la primera vez que Milo hacía eso de engañar a una mujer para llevársela lejos de la empresa. Ya varias veces había tocado, sido denunciado a recursos humanos y además procesado, pero la empresa seguía y seguía dejándolo.

—Gerente de ventas desde hacía 26 años. 

—Te creo mejor que eso, linda —me incita ella.

Es cierto, aún siendo el gerente o incluso si fuera el CEO, ¿La empresa cubriría tan fácil esas cosas?




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