Enamorada de una Estrella

4

Al día siguiente tomó el autobús y fue al garaje de Tom para pedirle ayuda con la avería.

―Trae a Emily aquí y te hago todo el trabajo gratis ―le dijo Tom, todavía enfadado con sus colegas por no creerse su momento álgido del sábado noche en el pub con la famosa y medio borracha Emily Keys en sus brazos.

Aunque no le gustaban ese tipo de cosas, decidió aceptar.

No podía permitirse ser quisquillosa en este momento.

Tom reparó su coche en un tiempo récord y la llamó dos días después, para decirle que ya se lo podía llevar.

Aunque había llegado a ese acuerdo con Tom, todavía no había podido hablar con Emily al respecto.

Afortunadamente, su tía organizó un almuerzo en la casa de Pieville y Leny aceptó la invitación, esperando poder persuadir a Emily para que fuera con ella al garaje de Tom y llevara su coche.

En cuanto llegó a la casa, se encontró con Chris.

―Buenos días ―le dijo ella, tratando de no observar que la sudadera apretada le marcaba el pecho y los anchos hombros. Siempre había sido bastante musculoso, pero ahora todavía más.

Leny se dio cuenta de que ya no estaba frente al niño al que miraba por la ventana, sino a un hombre de verdad, con barba despeinada y bellos mechones que delineaban su hermoso y perfecto rostro.

―Buenos días ―contestó él con voz indiferente, como si hubiera olvidado su último encuentro.

Emily fue la que mantuvo la conversación durante la comida, hablando continuamente sobre su trabajo.

Era evidente que estaba orgullosa de ella y consecuentemente su madre y su tía se conmovieron profundamente.

―¿Y qué hay de ti, Chris? ¿Te gusta ser actor? ―le preguntó Claire al cabo de un rato.

―Nunca he comido una pasta al horno tan buena en mi vida ―exclamó Chris con una sonrisa tan encantadora que todos olvidaron lo que le habían preguntado.

Leny también se sintió atrapada por esa sonrisa y cuando abrió la boca para tomar otro bocado, sintió su garganta tan seca que se vio obligada a beber largos sorbos de agua para tragar.

Ella estaba tan hipnotizada con su boca, que no se daba cuenta de que sus ojos la miraban fijamente.

Cuando finalmente se percató, se sonrojó como una amapola y el bocado bajó por el camino equivocado, obligándola a beber entre los ataques de tos.

―Come despacio, querida ―se preocupó su madre inmediatamente, golpeándola suavemente en la espalda como si fuera una niña de cinco años.

Casi se estaba recuperando del ataque, cuando volvió a mirar a Chris.

Fue un terrible error porque su mirada divertida le causó otro ataque de tos, haciendo que se sonrojara aún más.

Al final decidió dejar de comer. Su estómago estaba cerrado y podía sentir los ojos de Chris observándola.

Completamente avergonzada, terminó de almorzar sentada en silencio en su sitio como una niña castigada.

Cuando terminó, empezó a limpiar la mesa bajo los ojos atentos de Chris, que finalmente se ofreció a ayudarla como la vez anterior.

Aunque se había recuperado de la tos, no podía evitar ruborizarse de nuevo debido a su proximidad y, por si eso no era suficiente, Chris parecía estar siempre tratando de tocarla o rozarla al pasarle los platos o al colocar botella de vino que había sobrado en la nevera. El vino que ni siquiera había tocado.

―Te estás sonrojando ―sonrió con su mirada más sensual.

El corazón de Leny dio una vuelta de campana y casi deja caer un vaso al suelo.

―Hace calor aquí ―intentó justificar, sintiéndose estúpida por haber dicho esa tontería.

―¿Crees que hace mucho calor aquí? ―le preguntó con voz lánguida y acercándose aún más a la cara ardiente de Leny.

―Un poco ―pudo apenas decir, jadeando mientras esa proximidad la obligaba a mirar directamente a sus ojos esmeralda. Los ojos más hermosos que jamás había visto.

Le dirigió una de sus sonrisas más encantadoras, y luego fue a buscar los últimos vasos que quedaban en la mesa, dejándola respirar por fin.

Cuando regresó a ella, se apoyó en la encimera junto al fregadero, sosteniéndole los vasos.

―¿Leny?

―¿Sí? ―susurró hipnotizada por la sensual voz con la que había pronunciado su nombre.

―¿Te gusto?

¿Qué si me gustas? ¡Te quiero! Leny estaba estupefacta. Sus neuronas se volvieron locas buscando la respuesta correcta para decir, mientras que su corazón solo deseaba que fuera sincera y que mostrara sus verdaderos sentimientos.

―Por supuesto… A todas las mujeres les gustas ―se rio Leny avergonzada. No estaba preparada para exponerse tanto, y a Chris probablemente no le gustó su respuesta. Su sonrisa se desvaneció y se convirtió en una máscara de hielo, mientras dejaba que las gafas cayesen descuidadamente en el fregadero, sin importarle que se rompieran.

―Chris… lo siento, pero ―intentó justificarse, pero él ya había ido a reunirse con Emily.




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