Enamorada del hermano de mi mejor amiga

Capitulo 23

CAPÍTULO 23 — DONDE EMPIEZO A ELEGIR

Hay decisiones que no se anuncian.
No se dicen en voz alta.
Solo empiezan a tomar forma en el pecho hasta que ya no puedes ignorarlas.

Yo llevaba días sintiendo esa presión.

Como si algo dentro de mí supiera que estaba caminando hacia un lugar del que no habría regreso… y aun así no quisiera detenerse.

Esa mañana desperté antes que todos. La casa estaba en silencio, excepto por el leve crujido de la madera bajo mis pasos cuando bajé a la cocina. Me serví café y me senté en la mesa, abrazando la taza como si fuera un salvavidas.

Pensé en Daniel.
En mi hermano.
En cómo siempre me decía que yo sentía demasiado, que me entregaba incluso cuando no debía.

Cuídate, me decía.
No todos saben cuidar lo que reciben.

Suspiré.

—Buenos días —escuché detrás de mí.

Noah.

Me giré. Estaba despeinado, con una camiseta vieja y esa expresión tranquila que solo tenía cuando acababa de despertar. No el soldado. No el hombre herido. Solo Noah.

—Buenos días —respondí.

Se sentó frente a mí, en silencio, respetando ese espacio invisible que habíamos construido. Me observó unos segundos.

—No dormiste bien —dijo.

—¿Tan obvio?

—Te muerdes el labio cuando estás cansada.

Me sorprendió.

—No sabía eso.

—Yo tampoco —sonrió apenas—. Hasta ahora.

Ese pequeño detalle me estremeció más de lo que debería.

La terapia empezó normal. Ejercicios suaves, respiración, concentración. Noah estaba más fuerte, más consciente de su cuerpo. Pero algo en él estaba inquieto. Lo noté en la forma en que apretaba la mandíbula, en cómo evitaba mirarme directamente.

—¿Te duele? —pregunté.

—No —respondió rápido—. Es otra cosa.

—¿Qué cosa?

Dudó.

—Tengo miedo de acostumbrarme a esto.

Me detuve.

—¿A qué?

—A ti —dijo, sin rodeos.

El aire se volvió espeso.

—Noah…

—No te estoy pidiendo nada —se apresuró—. Solo… necesitaba decirlo. Porque cada vez que pienso que un día no vas a estar, siento que me quedo sin suelo.

Eso me rompió.

—Eso no es justo para ninguno de los dos —respondí con cuidado—. Yo tampoco sé cuánto tiempo estaré aquí.

—Lo sé —asintió—. Por eso duele.

Seguimos la sesión en silencio. Cada contacto necesario era una corriente eléctrica controlada. Mis manos sobre su pierna, firmes, profesionales… pero el cuerpo no entiende de reglas cuando el corazón empieza a inclinarse.

Más tarde, Valentina me interceptó en el pasillo.

—Te estás enamorando —dijo, sin preámbulos.

—No —respondí demasiado rápido.

—Sí —insistió—. Y mi hermano también. Solo que él se asusta más.

Me apoyé contra la pared.

—Esto es complicado.

—Siempre lo es —sonrió—. Pero no te veo huir.

Eso me dejó pensativa todo el día.

Por la noche, encontré a Noah en el patio trasero, sentado en una silla, mirando el cielo. Me acerqué despacio.

—¿Puedo? —pregunté.

—Siempre —respondió.

Nos quedamos ahí, sin tocarnos.

—Hoy pensé en irme —admití.

Lo vi tensarse.

—¿Por qué?

—Porque me estoy involucrando más de lo que planeé —dije—. Y eso me asusta.

—A mí también —confesó—. Pero no quiero que te vayas por miedo.

—No sería solo miedo —respondí—. Sería cuidado.

—A veces cuidarse también es quedarse —dijo.

Lo miré. Sus ojos no pedían, no exigían. Solo estaban ahí.

—No puedo prometerte nada —susurré.

—No te lo estoy pidiendo.

El silencio nos envolvió. El viento movió las hojas. La noche era tranquila, cruelmente tranquila.

—Ariadna —dijo de pronto—. Si un día decides irte… quiero que sepas algo.

—¿Qué cosa?

—Que no me salvaste —me miró con firmeza—. Me acompañaste. Y eso es mucho más.

Las lágrimas me ardieron.

—Gracias —logré decir.

Nos quedamos ahí hasta que el frío nos obligó a entrar. Antes de separarnos en el pasillo, nuestras miradas se cruzaron. Estábamos demasiado cerca. Demasiado conscientes.

No nos besamos.

Pero tampoco retrocedimos.

Y cuando entré a mi habitación, entendí con una claridad que me asustó y me calmó al mismo tiempo:

No había elegido irme.
Tampoco había elegido quedarme para siempre.

Pero había elegido esto.

El ahora.
La presencia.
La verdad.

Y a veces…
eso ya es una forma de amor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.