Enamorados por una noche

Capítulo 5: Sin tacones y a lo loco

No era Axel O'Neil a quién quería presentarme , sino a Dallas Moore. Ahora fijo mi mirada en él con más ímpetu. Ruedo los ojos observándole de pies a cabeza. Su estilo es realmente semejante al de Dean. Viste unos vaqueros ajustados y una camiseta gris de manga corta que define con claridad las líneas de su abdomen , y que deja ver sus bíceps trabajados y tatuados al ras de las mangas.
Tiene la piel clara , pero no tanto como la mía. Sus ojos son de un color ámbar apreciable a distancia. Su pelo es castaño claro. Sus labios dejan ver una hilera de dientes blancos , formando una sonrisa perfecta y su mandíbula definida marca sus rasgos.
Tengo que darle la razón a todas las chicas que piensan que es uno de los chicos más potentes de Los Ángeles. Está buenisimo.

Después del tequila y la sal , termina cogiendo con los dientes la rodaja de limón que la chica sostiene entre sus labios. Alza los brazos hacia arriba dando a entender que lo ha conseguido y todos los presentes chillan , vitorean , silvan o aplauden. Yo sin embargo no reacciono , beber chupitos del cuerpo de alguien no me resulta divertido y menos cuando eres de la que beben. El año pasado , en el cumpleaños de mi mejor amigo de Nueva York bebí demasiado , tanto , que me ofrecí para ello. Al día siguiente vi las fotos que me hicieron y no salí de casa en más de una semana.

—Ahora es tú momento para hablar con él —dice Emily dándome un empujoncito por la espalda.

Dallas había terminado. Retrocede unos pasos hacia atrás dejando su puesto al siguiente y se apoya en la pared para no perder detalle.
Cruza los brazos sobre su pecho y esboza una sonrisa ladina , la misma que tenía hace menos de dos minutos cuando a cogido el limón de la boca de la chica.
Dejo de mirarle para mirar a Cheril y a Emily que están detrás de mí.

—Desearme suerte —asiento y suspiro con fuerza. Emily cierra sus puños y alza los pulgares con una sonrisa marcada en sus labios. Cheril pone sus manos en mis hombros y gesticula la palabra suerte tan solo moviendo la boca.

¿Segura?. Para nada , estoy como un flan , puedo notar como me tiemblan las rodillas y como el pulso se me acelera a cada paso que doy por el salón.
Me cuesta abrirme paso entre la gente que rodea la mesa , además mi paso es lento e intento distraerme con la mínima cosa. Un vaso que se cae al suelo , una chica que está a punto de vomitar o hasta el ruido de la puerta del jardín al abrirse y cerrarse. Pero termino llegando a la pared blanca en la que  está Dallas con la mirada fija en otra chica diferente que está sobre la mesa. 
A veces da gritos de animación y otras solo sonríe.

Estoy a punto de girar sobre mis pies y volver con Emily y Cheril , pero me ha visto. Ha posado la mirada en mí por milésimas de segundo. No puedo echarme atrás , no después de que me haya mirado.

—Hola —digo concisa y nerviosa. Me sudan las palmas de las manos y las paso por la tela de la falda para secarlas.

—Hola Gala Evans —pronuncia con una voz ronca pero sensual.
Alterna la mirada , en mí y después en la ronda de chupitos.

Un escalofrío recorre mi cuerpo y no sé si es por el echo de que me conoce o por su cálida voz.
Involuntariamente mis labios quedan entreabiertos y frunzo el ceño formando unas pequeñas arrugas entre las cejas.

—¿Qué quieres? —pregunta con dureza como si le hubiera hecho algo. Borra su sonrisa y sus labios quedan sellados formando una línea recta. Su mandíbula se tensa y evita aguantarme la mirada más de cinco segundos.

—Eh... —balbuceo pensando en como continuar —necesito hablar contigo —digo al ver a Cheril y a Emily entre la multitud mirándonos.

—¿Y quién dice que yo quiera hablar contigo? —sus palabras no pueden ser más bordes y me encantaría decirle un par de cosas , pero cuento hasta diez mentalmente porque desgraciadamente le necesito.

—Por favor —consigo decir con los ojos cerrados mientras llego al número diez por tercera vez.
Vuelvo a abrir los ojos y veo que ya no está apoyado en la pared y que sus brazos han pasado a estar a cada lado de su cuerpo con las manos en los bolsillos.

—Vamos a hacer una cosa , hablaré contigo... si consigues ganarme en el Beer Pong —se inclina sobre las puntas de sus pies y vuelve a sonreír , pero esta vez su sonrisa es maliciosa y está llena de malas intenciones.

—Vale —Asiento. Acepto sin pensarlo dos veces.

Nadie suele retarme en el Beer Pong , básicamente porque es mi juego , nunca pierdo y llega un momento en el que hasta consigue aburrirme. Pero si quiere guerra , tendrá guerra.

Sigo sus pasos pisandole los talones , mientras les mando un mensaje a Cheril y Emily contandolas lo que acaba de pasar.
Llegamos al jardín después de veinte saludos de esos que tienen los tíos. 
Hay una piscina central rodeada por sombrillas y hamacas , las cuales están ocupadas mayoritariamente por parejas que corren peligro de estar a punto del calentón y les vendría muy bien uno de los condones que metieron mis padres en mi maleta.

Observo cada rincón del jardín hasta que encuentro la mesa de ping pong. Los vasos de plástico rojos ya están colocados formando un triángulo , parece que el juego ya estaba preparado desde antes de la fiesta. 
Nos acercamos hasta la mesa y cada uno se coloca en uno de los lados. Agacho levemente la cabeza y cuento diez vasos en total , todos ellos llenos de un tercio de cerveza.
Al lado de la red hay una bolsa llena de pelotas de ping pong , las dividimos en dos partes y Dallas anuncia el inicio del juego , causando un revuelo de gente a nuestro alrededor.



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En el texto hay: adultojoven, adolescencia, drama

Editado: 22.10.2019

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