Enamórame si te atreves

Capítulo 12. Tu no eres para mí

Patrick

Bajé a esperar a Mercy en la planta baja para nuestra cita, tengo algo muy bonito preparado para ella, espero le guste, quisiera decirle o al menos intentar decirle lo que está pasando, tengo miedo, mucho miedo de perder su amistad, ella me dio entender que soy como su hermano y eso me desanima totalmente, no me ve como yo quisiera, me ve como algo fraterno, tampoco en todo este tiempo me ha demostrado que siente algo por mí más que cariño, y yo muero porque sepa que mis sentimientos van más allá de una simple amistad.

Y también está mi primo, que al lograr que Mercy vuelva a la empresa solo dice una cosa, la va a conquistar y es probable que lo logre, Diego es apuesto, con dinero, entonces yo estoy en desventaja, sumándole que Mercy nunca me dio esperanzas, tengo todas la de perder, revisé mi teléfono esperando a que Mercy bajara, solo a ella se le puede ocurrir semejante idea, pero estoy encantado de cumplirla, cuando de pronto sin querer choqué con una persona tirando todas sus cosas al suelo.

—Perdón, perdóname.— dije inclinándome para ayudarla a recoger sus cosas cuando.

—¿Patrick?— esa voz. Levanté la mirada y parpadeé una y otra vez al ver de quién se trataba.

—¿Lucy?— ella sonrió ampliamente.

—Hola, Dios Mío, ¿Eres tú?— dije sintiendo emoción al verla, ella se mordió el labio asintiendo.

La repasé de pies a cabeza sin perder detalle, luego de ayudarla a levantarse y aunque más madura, más mujer, sigue siendo la misma niña de quién me enamoré un día en la secundaria.

—¿Qué, que haces aquí?

—¿Tú que haces aquí?— preguntó sin borrar su sonrisa poniendo un mechón de su pelo detrás de su oreja.

—Bueno, trabajo aquí.— aseguré.

—Pues que chico es el mundo, yo también trabajo aquí, bueno, soy nueva, hace apenas una semana me contrataron.

—¡Vaya!— no podía creer en verdad, suspiré hondo y sin saber lo que hacía la estreché en mis brazos. Fueron tantos años de no verla.

Hasta que escuché un carraspeo separándome de Lucy. Para ver a Mercy mirarla fijamente.

—Mercy ella es Lucy, Lucy ella es Mercy.— me apresuré a presentarlas, ambas se saludaron, Mercy muy amable como siempre, ella es así con todos y es lo que más me gusta, su amabilidad con las personas que no conoce incluso.

Diego también la saludó intercambiando un par de palabras, yo observé a Mercy, y aunque veía una sonrisa en sus labios sé que algo sucedía.

—Con permiso hasta mañana.— se despidió y yo arrugué el ceño, ¿No teníamos una cita? Ella se alejó y yo pasé de Lucy y Diego para sujetarla de su brazo.

—¡Oye! Mercy.— volteó hacia mí.

—¿Dónde vas?

—A casa.— dijo regalándome una de sus sonrisas. Mi pecho se oprimió al saber que no habría cita, que se había olvidado o simplemente no quería salir conmigo.

—¿Y nuestra cita?— pregunté dolido. Ella solo miró a mi costado detrás de mí, volteé ligeramente para ver a Lucy y Diego mirarnos. Pero nada me importaba más que esta mujer que ahora mismo me estaba rechazando.

—Dejemos para otro día, estoy cansada.— y algo dentro de mí se rompió. La solté suavemente, si pensaba que tenía oportunidad con ella, estaba totalmente equivocado, Mercy no quiere ni nunca querrá nada conmigo.

—¿No estás molesto verdad?— preguntó de nuevo antes de alejarse.

—No, tranquila, ve a descansar, ¿Te llevo si quieres?

—No, yo la llevo.— contestó mi primo posándose a mi lado.— una punzada de celos se instaló en mi pecho.

—De ninguna manera, no iré con nadie, quiero estar sola, así que chausito cada uno para su casita que aquí no pasa nada.— dijo girando y alejándose de allí.

Quise seguirla, pero conozco a Mercy, algo le sucede y cuando eso pasa, es mejor dejarla que pelee con sus propios demonios porque no te dirá jamás lo que le sucede, ni aunque la pongas de cabeza. Es terca como una mula.

Volví hacia Lucy y ella me sonrió. —No puedo creer Patrick, cuánto has cambiado.

—Pues sí, ya no soy el escuálido de la escuela.— dije sonríendo.

—Nunca lo fuiste, no para mí.

—¿Ustedes ya se conocen?— apareció Diego en medio de nosotros.

—Sí, Patrick era mi novio en la secundaria.

—¿Tú eras la niña de frenillos?— preguntó el tonto de mi primo, ella asintió sonriendo agachando la cabeza.

—¡Oh! Ya lo recuerdo, Patrick babeaba por ti.— exclamó y solo negué.

—¿Y ahora trabajas para mí?— preguntó moviendo las cejas.

—Diego, no.— dije moviendo la cabeza negando.

—¿Qué?— cuestionó

—¿No te ibas ya?— cuestioné y él rodó los ojos.

—Que aguafiestas eres, solo quería conocer a tu ex novia.

—Tía te está esperando, ha horneado pastelitos, tus favoritos.— dije apretando mis labios entre sí.

—Sí ya entendí, ya entendí, estoy haciendo mal tercio.— dijo caminando alejándose de nosotros.

—Adiós.— gritó levantando la mano agitando sus dedos en el aire.

—¿Él es el dueño? Wow, es muy joven.— Ambos mirábamos a Diego alejarse.

—Sí es el hijo de mi tío.

—¿Él es ese niño que lloraba todo el tiempo en la primaria?— solté una carcajada al recordarlo, Lucy y yo somos amigos y compañeros desde la primaria, en la secundaria fuimos novios, hasta que ella tuvo que marcharse para Canadá, su madre se había divorciado de su padre y tuvo que irse de México y nunca la volví a ver. Sufrí mucho tiempo, después de ella nunca me volví a enamorar. Hasta que apareció esa mujer que me tiene desquiciado. Definitivamente tengo mala suerte en el amor.

—¿Te invito a tomar algo y platicamos Patrick?— se mordió el labio nerviosa tal vez. Sonreí asintiendo. La verdad no esperaba volver a verla jamás, pero no negaré que me encantó encontrarla de nuevo.

—¿Quieres ir a mi casa?— pregunté sin ninguna mala intención.

—Sí, claro me encantaría.— dijo.

—¿Tienes auto?— asintió.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.