Enamórame si te atreves

Capítulo 13. Tremendo lío

Mercy

Llegué a mi casa sintiéndome realmente estúpida, no debí dejar a Patrick, tenía preparado la cita y yo por mi reverenda estupidez lo eché a perder.

Patricio es un buen amigo, no debería comportarme así con él después de todo lo que ya ha hecho por mí.

Ha sido mi apoyo desde que llegué a México, sin él no hubiera podido subsistir.

—Me siento una tonta Luna, ¿Sabes que tu padre me preparó una cita y yo lo arruiné? sí, lo tengo eché a perder porque estaba celosa.

— ¡Dios! ¿Imagínate Luna? Estaba celando de una mujer que ni sé quién es.

¿Y si ella es la mujer de quién Patricio está enamorado?— rodé los ojos. Es obvio tonta, es ella, es hermosa, simpática, tiene todo lo que un hombre podría desear. Un hombre como Patricio.

Pero no perderé mi amistad, no, eso no, ni ella ni nadie me va a robar a mi amigo.

¿Sabes que Luna? Iré a ver a Patricio, sí eso haré. Así que pásame mi traje de salchicha. ¿Qué pensaron que en verdad no me lo robé? Bueno no, no lo hice, tomé prestado, solo que el dueño se opuso y tuve que correr con el traje escuchando detrás de mí que el hombre gritaba que le devolviera el traje, pero ya era tarde, ya lo tomé prestado.

Todo el mundo me miraba desde Antonio el portero. —Lindo disfraz, Mercy.

—Gracias Toñito tu disfraz también está muy bueno.

— ¿He?— preguntó y sonreí saliendo del edificio.

Esperen, ¿Dónde estará mi pato? ¿En la casa de los García o en su departamento de hombre soltero e independiente?

A ver déjenme ver, tomé mi teléfono llamando a la señora García.

— ¿Mercy? ¡Qué placer cariño! ¡Tanto tiempo!

—Sí señora, es verdad, disculpe que la moleste a esta hora, pero solo quería saber dónde puedo localizar a… ¿Diego? ¿A mi bebé?

— ¿Para qué quería yo saber de su retrasado hijo?— escuché una sonora carcajada al otro lado, definitivamente toda esta familia está demente.

—No es un retrasado Mercy, bueno, un poco tal vez, pero es un buen muchacho.

—Define buen… no, señora García, no lo llamo por él, sino por el Patricio, ¿Está en su casa o viviendo su vida de soltero?

—En su departamento Mercy, entre semana muy pocas veces viene.

—Ah condenado, está bien, muchas gracias señora, que tenga una linda noche, y por favor dígale a su hijo que ya no fume porquerías, eso hace daño, le dañará más el cerebro de lo que ya está. — volvió a soltar una carcajada.

—Se lo diré Mercy, buenas noches. — cortó la llamada y sonreí. ¡Dios! esa señora me cae genial, me gustaría una suegra como ella.

Subí al autobús luego de esperar unos quince minutos, las personas me miraban como si nunca hubieran visto una mujer vestida de salchicha en medio de un pan.

En el autobús no había casi lugar, hasta me miraban mal por ocupar tanto espacio. — Ni loca me bajo en medio de la nada, así que mire al frente y conduzca. — le advertí al chófer quien y me miraba a través del retrovisor.

Finalmente a punto de ser lanzada por el conductor de su autobús me bajé a unas cuadras del edificio de Patricio.

Caminé y maldije todo el camino por vivir tan lejos de mí. Hasta que subí hasta su piso, muerta de cansancio, me incliné apoyando mis manos sobre mis rodillas para tomar aire y continuar.

Ya, listo, ya estoy, este traje me está matando, estoy sudando como puerco.

Toqué su puerta me abrió luego de unos toques y…. —Pensaste que en verdad no me robari….y me llevé la más grande de las sorpresas, la chica bonita y gentil estaba con él en su departamento.

— ¡Mercy! —Patricio me miró confundido

—Bonito traje. — me señaló la mujer.

—Perdón, pensé que estarías solo, llamé a tu casa y tu tía... — moví mi mano restando importancia, no demostraría lo patética que estaba siendo.

¡Dios! Que idiota soy.

—No te preocupes. — una opresión en mi pecho me obligó a acercarme a él, levantar mi mano limpiándole la comisura de su labio inferior.

—Labial, no te queda bien este color, prueba el matte. — Dije intentando bromear para no seguir sintiéndome realmente estúpida. Tenía labial en sus labios, labial de ella, se habían besado y me siento tan mal que si pensaba que no podía sentirme más mal, estaba equivocada porque me siento aún peor.

—Mejor me voy, y me saco esto porque me miran raro en el autobús. — dije quitándome el traje, lo iré a devolver antes de que me denuncien por robo.

—No Mercy, quédate.— pidió tal vez por pena al verme hacer el ridículo más grande de la historia, ella toda hermosa con su trajecito ajustado de oficina donde marca sus perfectas curvas, su pelo lacio y sus hermosos ojos verdes, violeta y yo vestida tan ridículamente. Que patética soy en verdad.

  —Sí quédate, yo ya me iba de todos modos. — dijo la mujer y claro, si ya hicieron todo lo que tenían que hacer, ya estuvieron juntos y ahora que se quede la tonta amiga.

 —No, no de verdad, perdón por interrumpir, soy una tonta, debí llamar antes, solo quería darte una sorpresa, pero la sorprendida fui yo. — hice un gesto intentando bromear y reír como un cerdito, en realidad me salió por los nervios.

 —Nos vemos mañana en la empresa Patricio. — dije girando con mi traje en mis manos, esta cosa era gigante. Bajé totalmente desilusionada, sintiéndome fatal.

No sabía que podía llegar a sentirme así tan mal, hasta las ganas de comer me quitaron, tal vez es lo que necesito para bajar de peso, una desilusión amorosa, sin que nadie sepa que fue una desilusión amorosa.

Caminé, el negocio de comidas donde trabajaba antes apenas quedaba a unas cuantas cuadras.

Apenas llegué a la media cuadra observé a todos lados, todavía no había cerrado el restaurante.

Es ahora o nunca Mercy. Corrí todo lo que mis cortas patitas me permitían y tiré el traje en la entrada del local y volví a correr como si había robado algo y me perseguían, fue casi lo mismo, solo que no estaba robando, estaba devolviendo el traje.




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