Enamórame si te atreves

Capítulo 16. La gala

Patricio

Estaba tan molesto y celoso, ver a Mercy besarse con Diego pudo más con mi cordura.

Y solo aproveché ese momento de molestia para pedirle a Lucy que sea mi acompañante en la gala.

Lucy, mi amor de primaria y secundaria, esa niña de quién me enamoré perdidamente y luego se marchó y nunca más supe de ella, su madre la alejó de mí sin importar cuanto nos queríamos.

Ahora que volvió y la encontré precisamente aquí, no negaré que removió muchas cosas del pasado.

Pero si la pongo en la balanza a ella y a Mercy, siento que Lucy solo es eso, un amor del pasado, y Mercy es mi presente. Ese presente que lo veo tan lejos de mí. Siento que gusta de mi primo y es lo que me pone a pensar muchas cosas. Tal vez por eso Mercy nunca fue más que mi amiga, nunca fue más que una hermana, nunca me vio más que eso, porque su destino no era yo, es Diego.

Si es que es así hablaré seriamente con mi primo, no dejaré que se burle de ella, no dejaré que la lastime, eso no.

Mientras anudo mi corbata mirándome en el espejo recuerdo ayer su llamada invitándome a la gala, me sorprendió, pues pensé que Diego se me había adelantado y con la molestia encima no me puse a pensar que tal vez ella aún no tenía pareja.

Reniego conmigo mismo al intentar por tercera vez colocarme el nudo de mi corbata, todos los días lo hago sin embargo el estar pensando en ella me desconcentra. No quiero perder su amistad, la extraño, extraño su cercanía, sus bromas, su sonrisa y su risa horrorosa, pero todo me gusta y extraño de ella. Sus ocurrencias. Mercy es un completo desastre, pero ese completo desastre me trae loco de la cabeza.

Observé mi hora, ya se me estaba haciendo tarde para pasar por Lucy. Terminé de arreglarme y tomando mis llaves mi billetera y mi teléfono salí de mi departamento.

Conduje hasta la casa del padre de Lucy y ella ya me esperaba en la entrada. Quedé deslumbrado al verla, un vestido celeste ajustado a su hermosa figura, esa figura que no ha perdido, al contrario ahora al ser más mujer es más hermosa aún.

—Hola.— saludé con un beso en su mejilla, ella se sonrojó y solo sonrió.

—Hola.— contestó.

—¿Ya nos vamos? — ella asintió y solo caminamos hasta el coche, abriéndole la puerta con caballerosidad para que subiera.

¿Se irá Mercy? Pensé al subirme al auto.

—¿Qué?— giró ella a mirarme. —¿Qué?— pregunté mirándola. —Dijiste algo al subir.— solo parpadeé al parecer lo dije en voz alta sin darme cuenta.

—¿Te gusta como me veo?— ¿Ah?— giré a mirarla y Lucy solo agachó la cabeza sonriendo.

—¿Si me veo linda?

—Por supuesto, siempre fuiste una mujer muy hermosa Lucy.

—Y tú muy apuesto Patrick.— respondió acariciando mi brazo. Solo di un largo suspiro y conduje luego en silencio. Estoy confundido lo juro.

Llegamos al hotel donde se realizaría la gala, bajé y le abrí la puerta con prisa para tomarla de la mano.

Paseé mi vista por la entrada y luego ingresamos al salón preparado para la fiesta. Paseé mi vista por el lugar pero no llegaba a verla. Sin embargo sonreí al ver a mi tío y a mi tía allí.

—Vamos, saludemos a mis tíos.— me incliné a susurrarle al oído. —Claro, vamos.

—Tío, tía.— saludé con un abrazo y un beso a mi tía y otro abrazo a mi tío.

—Que alegría que hayan podido venir.— declaré con una sonrisa.

—No tenía muchas ganas, creo que estoy algo viejo y cansado.— contestó con una débil sonrisa mi tío, pero la verdad es que su enfermedad lo está aquejando y es lo que nos tiene preocupados.

—¿Y esta hermosa mujer mi vida?— preguntó mi tía.

—Oh Tía, ella es Lucy, ¿Te acuerdas de ella?— mi tía enarcó una ceja achicando sus ojos hacia ella hasta que al parecer la recordó haciendo un gran gesto de asombro y luego su sonrisa se ensanchó.

—¿Lucy, tu novia de la secundaria?— mi acompañante sonrió ampliamente.

—Si señora García soy la misma.— contestó y se saludaron.

—Oh, pero mira que hermosas estás, Patrick porque no me dijiste que de nuevo era tu novia.

—Oh no tía, no es mi novia, ella trabaja en la empresa.— me apresuré a contestar, Lucy solo guardó silencio.

—Oh, que lástima que no es tu novia, me hubiera encantado, hacen tan bonita pareja. — solo le di una débil sonrisa, luego Lucy saludó a mi tío Enrique.

Mientras yo solo miraba a todos lados. —¿No han visto a Mercy?— pregunté. Y mi tía Rebeca solo levantó el mentón señalando detrás de mí.

Giré mi cuerpo entero para verla entrar del brazo de Diego, tan hermosa como siempre, un vestido negro y así con sus libras de más, me parece la mujer más sexy que vieron mis ojos.

Pero está con él, del brazo de él y tal vez esto sea mi culpa, si yo hubiera esperado, si yo no me apresuraba en invitar a Lucy cómo mi pareja, ella tendría que estar de mi brazo.

—Mercy es la nuera que sueño para mí, la madre de mis futuro nietos.— tragué grueso y un nudo se me formó en mi garganta al imaginarla casada con Diego, siendo su mujer, compartiendo su cama con él, siendo besada y tocada por él.

—Buenas noches.— saludaron y ella se veía hermosa con el pelo ligeramente recogido. Y fue mi tío quien se apresuró a saludarla con un abrazo, él la quiere como a una hija, eso esta a la vista de cualquiera.

—Mi niña, que hermosa estás esta noche, luces espléndida.— halagó mi tía. Ella se sonrojó como siempre.

—Usted está hermosa igualmente, señora García.

—Diego, no sabes cuánto me complace hijo que hayas elegido a Mercy como tú acompañante.

—No podría ser otra madre.— contestó Diego y solo lo miré no sabía si estaba actuando o estaba siendo sincero, aclaré algunas cosas con él.

Por lo pronto solo me perdía en la hermosura de la mujer que tenía a escasos centímetros de mí, hasta me olvidé de mi pareja. Solo la veía a ella.

—Hola Patricio.— saludó dedicándome una tierna sonrisa.

—Hola Piedad.— saludé sonríendo.

—Vamos a centarnos en nuestra mesa.— anunció mi tía y todos ocupábamos la misma mesa.




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