Enamórame si te atreves

Capítulo 23 Entre la espada y la pared

— ¿Me amas? — pregunté parpadeando mientras lo miraba sin poder creer lo que escuchaba. Lo veía desaliñado, nunca lo vi de esta manera, siempre se caracterizó por su elegancia, limpieza y perfección.

—Nena, sé que estoy ebrio, sé que pensarás que lo que estoy diciendo no es verdad, pero llevo guardando esto hace mucho— dio un paso hacia mí yo retrocedí otro—, mucho tiempo— volvió a dar otro paso y yo solo comencé a temblar, mi pulso se aceleró.

—Patricio…—. No, Mercy, escucha, me tardé un año, un año en atreverme a confesarte esto— mi corazón retumbaba dentro de mi pecho.

—Y ahora verte con Diego hizo replantearme muchas cosas, me di cuenta que puedo perderte y no de la manera que piensas, no como amigo, no así Mercy.

Cerró la puerta y yo solo choqué con el respaldar de mi modesto sofá. Me apena mucho como estoy vestida con mis arapos de limpieza, un moño horroroso y mis pantunflas de pato.

Sonrió al mirar mis pies y yo solo me mordí el labio.

—No entiendo nada Patricio, dices que me amas, que supuestamente me amas.

—No, no es supuestamente, yo te amo Mercy, te amo.

—Sí sí, ya entendí esa parte— dije levantando el dedo.

—Lo que no entiendo es una cosa— dije mirándolo, viéndolo parado a escasos centímetros de mí

—Si dices amarme por qué Lucy es tu novia, y lo que vi ayer dice otra cosa, y me besaste— negó moviendo la cabeza.

—Lo que viste fue un error— elevé una ceja cruzandome de brazos.

—¿Error Patricio? Ella estaba con tu ropa y tú estabas bueno, tu estabas casi desnudo.

—Yo entré a bañarme, no sabía que ella estaba ahí, entró a mi habitación y por un motivo se puso mi ropa. Y ese motivo ya sabes cuál es— dijo levantado las dos manos y luego bajándolos de nuevo.

—Es decir, si yo no llegaba a interrumpir o si Diego no nos daba la noticia tú y ella... —¡No! ¡No! Mercy, te juro ella y yo no hemos hecho nada más que besarnos y contadas veces.

—Pero ella te gusta, es muy linda y... — me cerró la boca poniendo su dedo índice sobre mis labios.

—Tú eres la mujer más hermosa que existe, por Dios, ¿No ves que todo aquello a los que tú llamas defecto me gusta?

Solo parpadeé mirándolo. —Sé que tú me ves a mi solo como a un hermano — bufé irónica.

—Solo te pido por favor que no te cases, con Diego, no lo hagas.

—Le di mi palabra.

—¿Tu palabra Mercy? ¿Eso es más importante que el amor? Te dije que te amo ¿y no escuchaste nada de lo que te dije?— suspiré hondo sentía mi corazón latir tan fuerte, dos declaraciones en un día y no sé qué hacer, por un lado Diego, ese muchacho que al principio fue el más arrogante del mundo, ese a quien no quería ver cruzar frente a mí se abrió y me dijo que está enamorado, y por otro está Patricio, ese hombre con quién por tanto tiempo suspiré, soñé y anhelé en mi vida ahora me está declarando su amor.

Esto es un vil sueño, no es verdad, no es cierto déjame pincharme para saber si no estoy soñando y es real. Auch eso dolió.

—¿Por qué hiciste eso?

—Para saber si no estoy soñando, esto es irreal Patricio, llevamos siendo amigos hace más de un año y ahora me dices que me amas.

—Mucho, muchísimo, no te imaginas cuánto.

—Sé que no sientes nada por mí, sé que no me correspondes.

—No digas cosas que no sabes Patricio, que sabes tú de mis sentimientos— dije molesta por hablar sin saber, pero estaba costando que de mi boca salga que yo también lo amo y lo amo hace mucho tiempo.

—¿Lo quieres?— preguntó.

—¿Qué?— se acercó completamente sujetándome de mis brazos, elevé la vista para mirarlo, su altura es algo que me abrumaba, siempre lo hizo.

—¿Amas a Diego, te casarás con él?— pasé saliva, esa pregunta no estoy preparada para contestar ahora.

—No sé— es todo lo que dije.

—¿Y tú?— ladeó su cabeza sin dejar de mirarme con esos hermosos ojos.

—Sí tu me lo pides, me casaría contigo ahora mismo— agaché la cabeza negando.

—No era esa mi pregunta, quería saber si tú te casarás con Lucy.

—No— contestó seco. —No es la mujer con quién quiero casarme.

—Dame un mes Mercy, dame un mes para demostrarte que de verdad te amo y que yo puedo ser ese hombre que tú quieres.

—¿Qué tienen los García con el tiempo?

—¿Cuál es el plazo de Diego para casarse?— suspiré hondo, alejándome de él.

—Patricio esto no funciona así— le di la espalda.

—¿Cómo es que funciona en tu mundo Mercy? Dime por favor, ilumíname mi cielo porque me estoy volviendo loco— esas dos palabras lograron cosas que jamás nadie logró "mi cielo" suspiré hondo, muy hondo.

Y luego movió la cabeza. —Está bien Mercy, entiendo, tienes que tomar tu decisión, no te presionaré sabes que sería incapaz de hacerlo, tal vez esto me merezco por lento, por tonto, por lo que quieras. Tal vez debí conquistarte hace mucho tiempo. Y no ahora que te veo en brazos de otro. No ahora que te veo tan lejos e imposible— volvió a acercarse a mí lentamente.

Y me tomó del rostro haciendo que lo mire —Eres la mujer perfecta para mí, eres tan mágica que no te das cuenta, Diego jamás te va a querer así como yo, no te verá como yo, él... 

—¿Él qué?— solo negó moviendo la cabeza.

—Piensa Mercy y toma una decisión, sea cual fuere, yo te seguiré amando —y volvió a pegar sus labios a los míos y volví a disfrutar de él, aferrándome a él como si fuera el último beso, como si quisiera alargar un poco más para que nunca termine.

—Esto explica porque te besé ayer, esto explica todo Mercy y no me arrepiento de nada— me acarició la mejilla con sus dedos. —Estos cachetes que me fascinan, son mi debilidad— solo sonreí agachando la mirada.

De pronto luna se le pegó ronroneando, él bajó la mirada a verla allí refregándose en su pierna. Sonrió agachándose para tomarla y levantarla.

—Hola preciosa, ¿Cómo estás?— miau es todo lo que dijo mi gatito, bueno no es que el gato pudiera hablar si fuera así ya estaría en un circo ganando millones con ella.




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