Enamórame si te atreves

Capítulo 24 Ya no queda nada

Cubrí mi boca con las dos manos y solo me mantuve ahí quieta.

—Pensé que no te volvería a ver mi amor — escuché la voz de la mujer, y algunos ruidos extraños de ¿Besos?

—Victoria sabes que sí, sabes que eres la única en mi vida— descubrí mi boca y jadeé en silencio al escuchar la voz de Diego y lo que acaba de decir.

—Pero mi amor viniste a quedarte definitivamente aquí y ya no volverás a Nueva York, yo ya te aviso que me mudaré aquí también, porque no puedo estar sin ti. Además te vas a casar con otra mujer y… cortó sus palabras por algún motivo.

—Sabes que no es real, sabes porque me caso ya te lo expliqué, mi padre quiere que me case con ella.

—¿No sientes nada por ella?— volvió a preguntar.

—Por favor claro que no, es una gorda sin chiste— solo tragué el nudo que tenía en mi garganta.

—Mi padre está muy enfermo, me casaré lo más rápido que puedo para que pueda heredarme su dinero, la empresa, todo lo que a mí por ser su hijo me pertenece y luego me divorciaré de ella, es una mujer sin intereses, es una mujer que no aspira a nada en la vida, su única aspiración es comer, estoy seguro que con un poco de dinero ya estará contenta. Con eso ya comprará los tacos que quiera.

—Pero tú familia, no permitirá que te separes de ella.

—No te preocupes por eso, todos lo saben, saben que si me caso con ella es por dinero no porque sienta algo por ella, sí, le tuve que hacer creer a la pobre idiota que me gusta y estoy enamorado de ella, pero tienes que verla, es una fea sin chiste, no tiene la pobre ningún arte.

—¿Y tu primo?

—¿Qué hay de él? 

—¿No estaba enamorado o algo así, acaso él sabe que te casas con ella por interés?

—Claro que lo sabe, lo supo desde el principio y no dice nada, es mejor para mí así, aunque ahora se puso en plan de conquistarla, yo sé bien que solo es para alimentar su ego, ahora que yo me casaré con ella resulta que a él le gusta, por favor, para mí solo es una competencia, pongámoslo así, ella es un digamos trofeo, competimos por quien conquista a la gorda. Es como una competencia entre nosotros, él no puede ver que su amiga me vea más guapo a mí que a él, pero vamos, vería guapo a cualquier hombre.

—¿Tan fea es la pobre?

—Mi amor, tu eres cinco veces más hermosa, tus ojos, tu pelo, tu figura, tu eres mi mujer ideal, siempre lo fuiste Viki, sabes que me gustas, me encantas.

—No te atrevas a tocarla Diego cuando te cases con ella— soltó una carcajada y yo ya tenía los ojos totalmente nublados por las lágrimas.

—¿Yo tocarla? Ni que estuviera loco, quien querría tocar su cuerpo redondo, no sabes de dónde agarrar no sabes cuál es su cintura — si ya me sentía fea e idiota esto ayudó a que lo que quedaba de mi autoestima se volviera cenizas.

—Ven aquí, no sabes las ganas que tenía de verte— solo apreté mis manos a mi rostro comenzando a llorar amargamente en silencio.

Patricio lo sabía todo, eso era, por eso no quería que me case con Diego, sabía que él estaba jugando conmigo, toda la familia García se estaba burlando de mí, Diego nunca sintió nada por mí, todas sus palabras no fueron más que mentiras. Todo esto es mi culpa, nunca debí aceptar esa estupidez, aquí la única culpable fui yo al dejarme engañar de esta manera, al haber aceptado esa estupidez, pero lo que más me duele es que Patricio siendo mi amigo lo supo desde un principio y no me dijo nada, se calló y no le importó que Diego se haya estado burlando de mí.

Me sequé mis lágrimas de mala gana y solo salí debajo de la mesa para ver a Diego besarse con esa mujer, de pronto la mujer observó a su espalda y parpadeó sin entender, y Diego giró su cabeza hacia atrás y su rostro palideció.

—¡Mercy!— exclamó y yo solo negué moviendo mi cabeza.

No dije nada, solo caminé a pasos apresurados para intentar salir, pero él me sostuvo del brazo y solo me detuve.

—Una competencia eh, para ver con quién de los dos se quedaba la gorda fea sin chiste, te equivocas Diego, tengo muchas aspiraciones en la vida, solo que no tengo la misma suerte que tú, nací en una familia pobre, pero eso no significa que no tenga ninguna meta en la vida.

—¡Mercy! Por favor déjame explicarte.

—Adiós Diego— es todo lo que dije soltándome de su agarre caminando hacia la puerta.

—No Mercy, espera, por favor— oí su voz detrás de mí—, no es así, lo que oíste no es verdad— elevó la voz y apareció frente a mí el hombre, el único hombre que me importaba, pero se acabó.

—¿Qué sucede?— preguntó confundido mirando a su primo y luego a mí.

—Mercy escúchame, no es cierto lo que oíste no es cierto.

—¿Me estabas mintiendo a mí entonces?— preguntó la mujer detrás de él.

Yo me sequé mis lágrimas. —¿Qué fue lo que hiciste Diego?— gruñó Patricio.

—¡Mercy! ¿Qué sucedió?— preguntó Patricio intentando mostrar que le importaba, pero ya no le creo nada.

Yo solo juntaba mis cosas, ya no me quedaré aquí ni un segundo más.

—Pudiste haber sido sincero conmigo Patricio, pudiste haberme dicho la verdad, pero preferiste burlarte también de mí, la amiga gorda y fea verdad.

—¿Qué?— preguntó arrugando el ceño.

—¿De que estás hablando Mercy?

—De que tú y tu primo solo se burlaron de mí, ya era demasiado increíble que los dos estén enamorados de una mujer como yo.Dos hombres como ustedes, ahora lo comprendo todo, siempre fui un juego para los dos, a ver quién se burlaba más de la gorda.

—No sé lo que te dijo este idiota de aquí Mercy, pero yo no me burlé de ti jamás.

Giré hacia él con rabia, la rabia que corría por mis venas era incomparable, quería llorar, pero también quería darle sus madrazos a los dos.

—¿Me vas a negar que no sabías que Diego se estaba burlando de mí, que no sabias que todo era una treta barata para que se quedará con la herencia de su padre?— solo se calló.

—Sí, pero… —Pero nada Patricio, nada, y lo que tú me dijiste ayer creo que también fue todo una mentira.




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