~Claudia~
―¡Daniel! ―exclame felizmente sorprendida.
―¿Qué haces aquí? ―preguntó mirándome con preocupación, algo que me confundió.
¿Qué hacía ahí? No solo debería saberlo, él acababa de besarme, por defecto debía saber que era yo. ¿Acaso me había confundido con alguien más?
―Bueno… ―¿Estaba bromeando?
―¡Oh, es cierto! ―dijo como si recordara de pronto a que se debía mi presencia―. Estabas trabajando en la propuesta, ¿Verdad? ―De acuerdo, cada vez entendía menos. ¿Quizás no fue él quien me besó? ¡Omg! ¡Omg! Entonces ¿Quién? ¿Quién?―. ¿Estás bien? ―inquirió mirándome con preocupación, me llevé las manos el rostro y negué.
Desde luego que no estaba bien. Las dos opciones no eran buenas, en una de ellas él me había besado confundiéndome y en la otra, había permitido que alguien más me besara.
“Cálmate Claudia, cálmate”, me dije mentalmente.
―Sí, si ―contesté intentando ocultar el remolino que se formaba en mi cabeza. No entendía nada. ¿Había soñado? Imposible, aun podía sentir la presión de su boca en la mía, pero era claro que no conseguiría nada―. ¿Qué haces aquí? Pensé que te habías ido. ―Las cosas no cuadraban, si no había sido él, ¿Por qué estaba ahí? Apareciendo justo cuando él se había alejado, además, recordaba que mencionó que saldría. ¿Acaso intentaba confundirme? Eso podría ser. ¿No quería que me diera cuanta que fue él?
Lo mire esperanzada.
―Vine por unos papeles que necesito ―contestó avanzando hacia la mesa―. Solo que escuché voces y me sorprendió que aun estuviera alguien, por eso vine. Pero… ¿Porque tenías la luz apagada? ―Esa era una buena pregunta, no recordaba haberlo hecho. ¿Quién rayos la apagó? ¿Y en qué momento?―. ¿Esta es la propuesta? ―Señaló un fólder de la mesa, mirándolo con atención.
De golpe recordé estar atascada y no terminar aún.
―Espera… Aún no está terminado ―admití acercándome, intentando detenerlo, pero ya revisaba las páginas.
¡Rayos! Era claro que me había quedado dormida, aunque lo que me preocupaba más en ese momento, era saber quién rayos me había besado o si como pensaba Daniel solo trataba de confundirme. Y peor, ¿por qué yo correspondí? Bueno, ciertamente creí que era Daniel, pero ya no estaba tan segura de que fuera él. Pero, entonces ¿Quién más?
―Me gusta. Es muy buena. ―Miré dudosa a Daniel, quién observaba complacido el proyecto.
Trate de pensar que había escrito, pero no lograba, aun estaba medio dormida y muy confundida.
―Supongo que hay que terminarla.
―¿Terminarla? Por lo que veo, ya está terminada ―aseguró con una sorpresa―. En la siguiente reunión debemos discutir los detalles para comenzar a trabajar en la publicidad. Excelente, Claudia.
―¿De verdad? ―murmuré desconcertada. Era imposible que estuviera lista, estaba segura de que aún faltaba mucho para concluirlo.
―Si ―contestó devolviéndomela―. ¿Quieres que te lleve a tu casa?
―Es que…―“Dame un minuto”, cavile sin externarlo. No tenía idea de que rayos había pasado, ni con la propuesta, menos con el hombre que me había besado. Pero por mucho que me quisiera quedar, no resolvería nada.
―Vamos ―insistió comenzando a recoger mis cosas, sin darme mucha opción―. Es tarde, no puedo dejarte ir sola. ―Su comentario me ganó una sonrisa.
―Está bien ―conteste resignada.
En cualquiera otra situación hubiera dado saltos de alegría porque se ofreciera a llevarme, pero no en ese momento, él actuaba con normalidad, no se había disculpado por confundirme, así que eso de la confusión quedaba descartado. Solo había dos opciones, no deseaba exponerse o… no había sido él. Eso no me hacía sentir mejor.
―Listo. ―Acepte el portafolios que me ofrecía.
―Gracias.
Su auto era tan elegante e impresionante como toda su persona, asientos de piel, convertible y sobre todo extremadamente limpio.
―¿Tienes frío? ―dijo, al verme frotar las manos contra la falda.