~Claudia~
¡Rayos! ¡Era él! El hombre que me había robado un beso, en aquella sala de juntas, mientras dormía, era Siwon.
El misterio se había resuelto, aun antes de comenzar a buscar. No era el resultado deseado, porque yo misma le dije a Ise que prefería que fuera cualquiera menos él. Pero… ¿Por qué no intentaba apartarlo? ¿Por qué correspondí?
La calidez de sus labios y el sabor de su boca me embriagaron. Sin proponérmelo, me aferre de sus hombros desnudos mientras él me acercaba más a su cuerpo. Mi cerebro se desconectó mientras su lengua exploraba cada rincón de mi boca, una sensación extraña inundo mi estómago, era como un vacío que me arrastraba lentamente, pero… se sentía tan bien.
―Creo que esto responde a tu pregunta ―murmuró suspendiendo sus labios sobre los míos. ¿Pregunta? ¿Qué pregunta?―. La persona que me gusta… eres tú.
¿Qué?
Mi cerebro estaba totalmente en blanco, sin entender lo que decía.
Aunque no era solo eso. No. Algo estaba mal conmigo, todo estaba mal. No podía estar besando al tipo que tanto odiaba, el que me había hecho la vida de cuadritos, el que me había cortado el pelo, pegado goma de mascar, roto mis cuadernos, arrojado bolas de papel y finalmente, arruinado mi vestido de graduación.
¡No! ¡No!
Delante de mí, pasaron todos los momentos bochornosos y horribles que tuve que soportar por su culpa y eso me devolvió el sentido.
―¡No! ―exclame golpeando su pecho, alejándolo.
Él me miró desconcertado, porque claro, curiosamente, él nunca entendía las cosas que hacía o fingía no hacerlo.
Muchos sentimientos se agolpaban en mí. Por una parte, me sentía desconcertada. ¿Por qué me decía que le gustaba? También estaba furiosa, ¿Por qué me había besado, justo ahora y aquella noche? ¿Quién se creía que era para robarme besos? Pero, sobre todo, totalmente indigna, ¿Cómo vería a la cara a Daniel, después de besarme con su hermano? Era de lo peor… un momento.
¿Eso era lo que se proponía Siwon? Él me odiaba y no le gustaría de un momento a otro, no a menos que solo lo hiciera porque sabia que me gustaba Daniel.
Si, tenia que ser eso. No existía otra razón. Era tan malvado como para burlarse de mí. ¿Por qué pensar que había cambiado?
―Clau… ―dijo intentado tocarme.
―No me toques ―grite golpeándolo con la rodilla en la entrepierna, haciendo que callera al piso, doblándose del dolor.
―¿Qué demonios? ―gimió retorciéndose. No me importó.
Aproveche para salir de la habitación, busque mis zapatos rápido y los tome.
―Espera… ―lo escuché decir, pero rápido abrí la puerta y salí del baño. Busque mis cosas y sin importarme ir descalza deje el lugar.
Él no volvería a burlarse de mí. No era una tonta.
Como pude me puse los zapatos mientras corría, para detenerme delante del ascensor, pulsé en repetidas ocasiones el botón para que las puertas se abrieran.
―Por favor, por favor, abre ―suplicaba como si pudiera entenderme.
―Claudia. ―La mano de Siwon se cerró sobre mi brazo y me hizo girar, para quedar de frente a él.
―¡Suéltame! ―chille, lista para golpearlo de nuevo. Su rostro palideció al verme y solo entonces note que lloraba―. ¡Te odio! ―grite colérica. Mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas. Ni siquiera me había percatado de que lloraba.
―Yo… ―balbuceó, como el tonto que era.
―Eres de lo peor. Te odio y no me importa que yo te guste, tú a mí no me gustas, la única persona que me gusta es Daniel. ¿Lo entendiste? ―Retrocedí hasta entrar en el elevador, ante la expresión perpleja de Siwon, quien no se movió para detenerme, ni dijo más.
Salí a la calle y me apoyé sobre la pared. Me sentía fatal, era cierto que estaba muy enojada con Siwon, pero creo que se me había pasado la mano. Decirle que odiaba era muy malo, pero gritarle en la cara que amaba a su hermano, eso me convertía en la peor mujer del planeta. Pero… sus palabras y sus actos me tenían completamente descolocada. ¿Por qué me había dicho eso? ¿Por qué? Los sonidos de los autos y de los transeúntes me volvieron a la realidad. Mire mi celular en busca de la hora ¡Dios! Era tardísimo, seguro recibiría una buena reprimenda por llegar tarde.
Aspire y limpie mi rostro, esperaba no se notará que había llorado, de lo contrario Ise no me dejara en paz. Y yo realmente no deseaba contarle lo ocurrido, al menos no hasta darle un poco de sentido.
Tomé el primer taxi que encontré, y como toda una costumbre, comencé a presionar al chofer. Gracias a lo cual, el trayecto a mi casa fue muy corto. Abrí la puerta y me sorprendí al ver a Kyu sentado en la sala.
―Tienes 10 minutos para cambiarte ―dijo secamente. Miré hacia la cocina y encontré a Ise preparando café. Me dio una mirada como diciéndome “no tengo idea”.
―¿Quieres café? ―Le ofreció a Kyu, quien la fulminó con la mirada sin contestar. Sin perder tiempo, entre en mi habitación, seguida por ella, quien, tras cerrar, se giró y me miró con preocupación―. Por fin llegas.