Querida, Everest:
¿Quieres saber qué veo yo cuando te miro?
Veo una mujer fuerte, hermosa, luchadora y de profundos sentimientos; debo reconocer que un poco loca, pero no serías tú sin ese toque de locura.
Te conozco desde hace poco, pero con tu risa y espontaneidad, has logrado lo que muchas no han podido en años.
Dios, hemos compartido tantas cosas, que debería ser fácil para mí hablar contigo. Seguro te preguntarás por qué te escribo estas líneas, cuando bien podría decírtelo en persona; la respuesta es simple: porque tengo miedo de mirarte a los ojos y que me falten las palabras, miedo de enfrentar un posible rechazo al confesarte que te quiero, que llevo enamorado de ti desde que tropezamos aquel día.
Qué locura, ¿no? A mí también me costó creerlo, al principio.
He salido a caminar por ahí durante el tiempo que leas estas líneas, para darte el chance de pensar en ello. No estoy siendo justo, lo sé. He tenido tiempo de sobra para meditar mis sentimientos por ti, mientras que solo te estoy dando unos instantes para decidir si crees posible que puedas llegar a quererme, aunque sea tan solo un poco.
Si la respuesta es afirmativa, quiero que sepas, que no solo te voy a querer, sino que también te voy a cuidar; y llenaré tu vida de pequeños detalles, que harán que nuestros días sean grandiosos.
Si tu respuesta no resulta ser lo que yo espero, descuida, te prometo que nada cambiará entre nosotros; haré como si nada hubiera pasado, y seguiré siendo solo tu amigo.
Tuyo siempre, y si me aceptas, hasta la eternidad.
D.
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amor y amistad, elegir entre dos amores, superar una enfermandad
Editado: 26.06.2020