Enamorarme la primera vez fue mi error

capítulo 17

Llego al trabajo, Paige está subiendo el ascensor, y en cuanto me ve bloquea las puertas, para evitar que estas se cierren.

—Tenemos que organizar una salida, ¡hoy! —grita, con un tono urgente en cuanto cruzo las puertas.

—Buenos días para ti también.

—Discúlpame..., eh... Buenos días —dice, acomodándose las gafas, y yo sonrío.

—Paige, estoy bromeando. A ver, cuéntame, ¿por qué tenemos que organizar una salida con tanta urgencia?

—Porque invité a Brad a salir...

—Eso está bien. —La interrumpo con una sonrisa pícara.

—Sí, pero el problema es que le dije que estaríamos todos.

—¿Todos quienes? —inquiero, mirándola con curiosidad.

—Tú, David, yo; y si quieres puedes invitar a Molly.

—¿Y por qué has dicho eso?

—Pues porque cuando terminó de arreglar tu computadora...

—¿Ah, sí? —La corto nuevamente, en el momento que se abren las puertas—. ¿Logró repararla?

—Sí, al parecer tenía un virus, que se descargó cuando intentaste bajar una película. La reparó y consiguió recuperar la mayoría de tus archivos.

Eso me hace sonreír, es bueno poder volver a usarla. Claro, que esta vez, intentaré no robarme la wifi de la señora Rose, ni bajar películas ilegales.

«O quizá solo invierta un poco de dinero y me compre un antivirus».

—Bueno, como te seguía diciendo —continúa ella—, en cuanto terminó de reparar tu laptop, se iba a ir, así sin más; y como yo no encontraba qué hacer o decir, y no quería que se fuera de esa forma, le dije que en agradecimiento lo invitaba a salir. No lo vi muy convencido con la idea, así que le dije que no estaríamos solos, que David y tú también estarían allí.

—Pero espérate un segundo —digo, deteniendo nuestros pasos—. ¿De qué hablaron la noche entera mientras él reparaba mi computadora?

—De nada —responde con desgana, y yo la miro con las cejas levantadas, sorprendida. Qué tipo más extraño.

—¿Nada de nada, de nada?

Ella sacude la cabeza.

—Bueno, sí, le pregunté por su trabajo, él me preguntó por el mío, por David… Pero nada importante.

—¿Cómo que te preguntó por David?

—Sí, quería saber si salíamos. Creo que al vernos pasar tanto tiempo juntos a lo mejor pensó que teníamos algo. Pero me apresuré a aclararle que no, y tenías que ver cómo se le iluminó el rostro, Eve.

—Ya… —respondo, retomando la marcha.

—Pero después de eso no dijo nada más, y en cuanto vi que había terminado y se marchaba, entonces se me ocurrió...

—Que podríamos salir todos, para que puedas volver a verlo —termino por ella, entendiendo por dónde va el asunto.

Vaya que la niña aprende rápido ¡Bien por ella!

—Bueno, pues el sábado te dije que iría a un concierto, si quieres puedes acompañarme, y después podemos ir al Mystique Club.

Paige abre la boca, y yo me apresuro a aclarar.

—Es una discoteca en Bushwick. Ponen todo tipo de música, el ambiente es súper chulo, y estoy segura de que la pasaremos bien —explico, mientras ella va asintiendo, no muy convencida—. Organizo todo con Molly y te aviso, ¿de acuerdo?

—Perfecto. Mil gracias, Eve —agradece, emocionada, mientras se me echa encima y me abraza por el costado.

—De nada, mi reina, siempre que se pueda, aquí estaré.

Ambas ocupamos nuestros puestos y empezamos con nuestra jornada laboral.

Al mediodía vamos a comer, David no come con nosotras. Me parece extraño y, espero, seriamente, que no me esté evitando por lo que pasó anoche.

Durante el almuerzo le escribo a Molly, para que mueva sus contactos y consiga una boleta para Paige, de manera que venga con nosotras al concierto, y después de ahí vayamos juntas al club.

A eso de las cuatro de la tarde, ella me responde que consiguió la boleta, más una adicional.

Le cuento todo a Paige, y le explico que como Molly logró conseguir dos boletas, puede invitar a Brad al concierto, aunque no estoy segura de que lo vaya a disfrutar, dado que la música es en español.

 

 

A las siete llego a mi edifico, y se me ilumina la vida al ver a Daniel en el portal. Yo, feliz de que haya vuelto, corro como niña pequeña y me tiro sobre él, enredo mis brazos detrás de su nuca; y él hace lo mismo alrededor de mi cintura.

—¡Has vuelto!

—Sí, quería verte, pero no sé cómo llegar a tu trabajo, así que aquí estoy, esperando que mi princesa llegara para poder hacer esto.

Y dicho eso, tira de mi cabello ligeramente para separar mi cabeza de su cuello, y me planta tremendo beso, uno de esos de telenovelas; y yo, como boba, me estremezco toda.

—¿Por qué no me llamaste? —pregunto al romper el beso, pero mantengo mi agarre alrededor de su cuello.




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