Encuentros y Venganzas

Capítulo 00 | Punto débil

ETHAN.

—¡Oh, por Dios! ¡Es Ethan Quincey! —Escucho un grito, demasiado chillón para ser real, apenas desciendo del auto. No me sorprende tal actuación. Proviene de Jace, el estúpido rubio al que le encanta causar alboroto y llamar la atención, y el mismo que me recibe con una enorme sonrisa burlona—. ¡Acaba de mirarme! ¡Sus preciosos ojos verdes lo hicieron! ¡Ah, me desmayo!

Les sonrío al grupo de idiotas que se carcajean con la peor imitación de una chica que he presenciado en mi vida. De pronto, todos empiezan a seguirle la corriente a mi mejor amigo, haciendo que los prefectos se acerquen a ellos para callarlos.

Si odian la diversión cuando no están presentes los padres de familia, ni se diga cuando estos se encuentran en el internado. Necesitan mantener la reputación pese a todo.

Estoy por acercarme para saludarlos, no los he visto en dos meses y lo mínimo que quiero es pasar todo mi tiempo a partir de ahora con mis amigos.

—Ni se te ocurra ser partícipe de esas estupideces, Ethan —reprende mi padre, tomándome del hombro con fuerza. Frena mi caminata de golpe sumando una mirada desaprobatoria.

—¿Disculpa? —pregunto, muy indignado por su actitud. La tensión entre ambos sigue intacta. Desde que salimos de casa no habíamos cruzado palabra alguna y realmente creí que no dejaría morir su orgullo—. Que tu seas una persona amargada no quiere decir que todo el mundo lo será también. Ahora, aunque te moleste, debo reunirme con mi verdadera familia.

—Cuida tus palabras.

Me muevo bruscamente para apartar su toque de mi cuerpo. Últimamente detesto que me diga lo que tengo que o no hacer.

Y odio hablarle de esta forma a mi padre. Lo respeté por mucho tiempo, nunca hubo un mal comentario u ofensas de mi parte hacia él. Pero sus acciones en contra de la mujer que amo me han llevado a comportarme como un monstruo irrespetuoso. Jamás creí que sería capaz de ser alguien así. Menos con él.

Uno siempre jura en nunca convertirse en lo que quiere destruir, sin embargo, tarde o temprano llega ese algo o ese alguien que te cambia la perspectiva de la vida.

Desvío la mirada de la de mi padre al notar como al final los prefectos hacen que los chicos se quiten de la entrada para que dejen el relajo de lado. Obviamente se percataron de la incomodidad del poderoso Enzo Quincey y obviamente el internado no puede permitir que uno de los hombres que más contribuye monetariamente en el lugar presente un disgusto.

A regañadientes todos mis amigos ingresan al auditorio, en donde tendremos la innecesaria charla de bienvenida que la directora brinda año tras año.

Mi padre ignora mis palabras y vuelve a retenerme, esta vez ejerciendo más fuerza.

—No intentes desafiarme, niño —brama, disimuladamente mientras le sonríe a la directora, quien va descendiendo por las escaleras hasta acercarse a los padres que decidieron hacer acto de presencia para abandonar a sus hijos por seis meses en este lujoso internado—. Que no se te olvide quién paga tu estadía aquí.

—Que no se te olvide a ti de dónde y cómo obtienes ese dinero.

—Evita buscar tener más problemas conmigo, Ethan. Te recuerdo que es lo peor que puedes hacer ante alguien a quien ya le mostraste tu punto débil.

No puedo evitar apretar los dientes, intentando disminuir el coraje.

Antes de siquiera decir algo, mi dulce madre se entromete en un intento por calmar la tensión que nos ha envuelto.

Por semanas, el hombre que la vida escogió para ser mi padre, ha estado discutiendo conmigo sobre el montón de cosas que debería estar haciendo a esta edad si no fuera porque decidí dedicar una parte de mi vida al estudio. En este último año escolar Enzo Quincey, mi padre, ha hecho de todo para sabotear mi estancia en el internado.

Y lo más irónico de esta situación es que justamente fue por él que llegué a parar a este lugar. Desde que cumplí seis años me obligó a tener que vivir aquí, separándome de mi familia, cuando lo único que yo buscaba era estar con ellos como cualquier niño tendría que crecer.

Ahora los papeles se han invertido.

Ambos queremos cosas totalmente diferentes. Él quiere que yo siga sus pasos, quiere que me involucre en su sucio trabajo. De verdad desea con toda su alma que yo sea su sucesor en el sucio negocio familiar.

Y yo he estado preguntándome en estas semanas ¿cómo es posible? ¿Cómo es que me pide que haga una cosa como aquella cuando me he negado durante toda mi vida?

Yo siempre he aborrecido cargar con el peso de la pésima reputación que mis antepasados nos han adherido a mi y a mis hermanas, y si por mi fuera, sería el encargado de exterminar esa plaga de un solo movimiento.

—Es suficiente, ¿así es como se van a despedir? No se verán hasta que el semestre culmine, ambos pueden utilizar ese tiempo para reflexionar y aceptar la voluntad del otro —dice, haciendo énfasis en las últimas palabras. Mira a mi padre con más persistencia y él extiende su sonrisa—. Hablo en serio, Enzo.

—Hagan lo que tengan que hacer y que sea rápido. Tengo un vuelo que tomar, no pienso retrasarlo por sus cursilerías. —Sus fríos ojos verdes, los cuales obviamente heredé, me miran fijamente. Se acerca lo suficiente a mi para que solo yo pueda escuchar lo que tiene para decir: —Por su bien, mantente alejado de ella. No la atraigas a un mundo que no es para todos. Sabes perfectamente que es la única manera de protegerla.




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