Enemigo Impredecible

El Ombligo de la Semana

Ese día era miércoles, conocido por muchos como el ombligo de la semana, y día en el que me dirigía al instituto.

Mis clases de literatura comenzaban a las 7:00 PM y como iba a tiempo, contemplaba el atardecer que se desvanecía con el paso de las horas.

—¡Enana de mi vida! —exclamó mi mejor amigo, Luther, quien al verme llegar a clases se abalanza sobre mí.

—¡Ey! Quítate —le exigí con dificultad en mi habla cuando sentí que estaba por contarme la respiración.

—Genial, sigues siendo tú —comentó con una sonrisa mientras asentía con la cabeza.

—¿Por qué no lo sería?

—Bueno, por lo que veo, no sabes que tu padre no está yendo al trabajo, pero lo cierto es que está muy ausente desde su desaparición. Entonces, te hago la siguiente interrogante. ¿Segura de que él sigue siendo la misma persona?

—Luther, él sigue siendo la misma maldita persona. ¿Acaso estás creyendo esos rumores que andan por ahí? —le pregunté incrédula, ya que hace pocos días mi padre había desaparecido, pero ya está en casa y sigue igual que siempre.

Sin embargo, las personas de por aquí viven sacando conclusiones precipitadas y lo hacen demasiado rápido.

Siendo esos "rumores" un tanto estúpidos.

"Lo más seguro es que lo violaron y por eso comenzó a usar ropa ancha".

"Unos aliens lo secuestraron, pero lo devolvieron porque no tenía nada de especial".

"Tal vez hizo negocios con traficantes y planea vender a su hija única".

Y sí, yo también salgo en esos rumores que la gente difunde sin tener pruebas o evidencias de lo que hablan, hecho que vuelve esta situación más insoportable y molesta de lo que es en realidad.

—Calma, fiera. Solo estoy bromeando —murmuró Luther al ver mi rostro de molestia y antes de que la profesora Olga entrara al salón, quien nos da literatura en las clases nocturnas que ambos tomamos. 

***

Luego de culminar con las clases nocturnas, me encaminé a casa.

En cierto sentido, contaba con que Luther me acompañara, pero resultó que tenía una reunión con unos amigos y tuve que venir sola.

La luz de luna, junto con los faroles de la calle, alumbraban mi camino. En todo el trayecto que llevaba hasta ese momento, era solitario, a excepción de un hombre vestido de negro que venía detrás de mí desde hacía un rato atrás, y al cual tampoco me molesté en verle la cara para echarme a correr.

Mi corazón latía rápidamente con cada paso que daba y, el sujeto tampoco se quedaba atrás, cada vez lo sentía más cerca.

—¡Ey! ¡Espera! —gritó a mis espaldas, pero no me molesté en mirarle.

La acera estaba algo resbaladiza, seguro cayó una llovizna durante el tiempo que duró la clase, y mis zapatillas tampoco ayudaban, por lo que terminé estrellada contra el asfalto, como huevos en un sartén.

—Corres rápido, pero tu vestimenta no te ayuda —dicen a mis espaldas y, de inmediato, me arrastré hacia la pared para mantener la distancia cuando noté que se hincaba frente a mí—. En fin, no te voy a matar, por si es lo que piensas —ríe por unos escasos segundos—. El caso es que alguien muy cercano a ti ha sido suplantado y busca eliminarte. Lamentablemente, después de decirte esto, voy a morir porque no debería de hacerlo, pero tienes que cuidarte y antes del viernes, descubrir por tu cuenta quién anda detrás de ti.

Luego, antes de parpadear una vez, asimilar lo que me había dicho y poder formular una pregunta coherente, se marchó como si nada hubiese pasado.

No obstante, una duda quedó tallada en mi cabeza.

¡¿Quién demonios quiere eliminarme?!



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En el texto hay: sospechosos e inculpados, suplantacion de identidad

Editado: 09.04.2021

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