Enemigos con derecho

PRÓLOGO

— ¿Estás segura de hacer esto? — preguntó mi hermano Adrien. Estábamos en el aeropuerto, iba a tomar un avión hacia Europa, ni siquiera sabía a cuál de todos los países misión estaba asignada, pero ellos había pagado los boletos y estando en mi destino me darían el resto de las indicaciones, todo por seguridad mía y de mi familia, sobre todo para que mi hermano no se interpusiera en esto. 

— Sí hermano, muy segura. Deberías preocuparte por tu esposa y tu hijo 

— Ellos están seguros conmigo, tú eres quien me preocupa; si tan solo supiera de qué trata tu misión… 

— Es mejor así — mencioné, me acerqué a mi hermano y le di un fuerte abrazo — Cuida de mamá y de mis dos amores: Alex y Benjamín. Necesito saber que cuidaras de ellos

— Recuerda que tus hijos estarán esperando por ti, así que procura regresar viva. 

— Tengo que hacerlo, fueron meses de entrenamiento y fue algo que siempre quise hacer, si veo que esto es  demasiado peligroso te juro que será la primera y última vez que lo hago. 

— Te conozco hermana y sé que me estás mintiendo. No pararás, solo cuídate. 

— Te lo prometo — Me despedí de mi hermano y subí al avión. Durante el viaje saqué un pequeño sobre que contenía las últimas instrucciones de mi misión. 

Marcus Siegel un millonario que ha hecho su fortuna a base de estafas, relaciones con la mafia y negocios ilegales, fue arrestado por el ataque a Julie, la esposa de mi hermano, él logró escapar de la cárcel y ahora es fugitivo, pero al parecer lo han localizado, pero no es fácil atraparlo, así que necesitaban a una mujer para este trabajo. 

Se había cambiado el nombre ahora se hacía llamar Otto Rezzo, se encontraba en Europa, pero nadie conocía su ubicación exacta, ya que se trasladaba de un país a otro, así que habían decidido cambiar de estrategia. 

Mi misión es conquistarlo, entrar a su casa y ser su esposa, tenía que ganarme su confianza y cuando él menos lo espere ¡Zaz! ¡Tendría las pruebas suficientes para que lo arrestaran y que nunca más salga de la cárcel! 

Estuve varios meses en entrenamiento, abandoné a mis hijos y mi madre, siempre soñé con ser parte de una de las grandes corporaciones de espionaje como la CIA o el FBI, pero ante el nacimiento de mi primer hijo, eso fue imposible. Años después se me había presentado esta oportunidad e iba a aprovecharla. 

Después de diez horas de viaje llegué a mi destino, Francia. No era el mejor país para esconderse, pero sí para ocultar su identidad, estaba protegido y yo tenía que encontrar las pruebas para que ningún país pudiera defenderlo. 

Fui al hotel que me indicaron, descansé por unas horas y después fui al salón de belleza, tenía que cambiar mi aspecto físico, cabello negro, manicura, pedicura y todo lo que conllevaba un cambio completo, por último fui a tiendas de ropa para comprar el vestuario adecuado, según los informes Marcus no se dejaba llevar por mujeres con ropas extravagantes, todo lo contrario, a él le gustaban las mujeres elegantes, comprensivas, educadas, que demostraran sus normas de etiqueta, así que ese era mi papel, ser esa mujer ideal para él. Este trabajo no solo consistía en parecer bella, tenía que actuar muy bien, ganarte a tu enemigo, que confiara en ti ciegamente y el golpe final se ponía sobre la mesa. 

Después de un día complicado decidí dormir temprano, necesitaba descansar todas las horas necesarias, ya que el día de mañana mi vida cambiaría por completo, iniciaría el plan para enamorar a Marcos Siegel, enamorar a mi enemigo. Tenía una identidad secreta, se hacía llamar Otto Rezzo, pero eso no iba a protegerlo de mis planes. 

 

(...) 

 

Me levanté muy temprano, tal y como lo habían pronosticado, el día estaba nublado pronto caería la lluvia. Escogí un vestido negro, tacones a juego, hice un peinado sutil en mi cabello. Maquillé mi rostro, algo sencillo, pero que resaltaba mis ojos, pómulos y labios. 

Tomé un bolso de mano y bajé, fui al restaurante y ordené un desayuno, necesitaba el estómago lleno para lo que pasaría en pocos minutos. Después de una hora salí hacia la carretera, al parecer las nubes del cielo empezaron a descargarse y gotas de lluvia empezaron a caer desde el cielo. 

Era una tonta por no traer un paraguas. 

Levanté mi mano hacia un taxi que se acercaba, di unos cuantos paso mientras me cubría con mi bolso, iba a tomar la manija de la puerta pero una mano se interpuso, miré hacia arriba; un paraguas me cubría de la lluvia  —Disculpe señorita, ¿Iba a tomar el taxi? — Preguntó aquel hombre

—Si, pero usted lo llamó primero, no se preocupe yo puedo esperar. 

—No puedo dejar a una dama sin su transporte y mucho menos ante esta lluvia. Soy un caballero y voy a permitir que una dama se quede bajo la lluvia

— Si quiere ambos podemos tomarlo — Sugerí

— Me parece una excelente idea — Abrió la puerta e ingresé en él.

— Muchas gracias — Agradecí. Él sacudió su paraguas y entró al auto. 

— Será un gusto compartir este taxi con una hermosa mujer — Sonrió — Mucho gusto soy Otto Rezzo 

— Mucho gusto señor Rezzo, soy Sofia Turner.

 

 

 




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