Enemigos con derecho

CAPÍTULO 3

— Iniciaremos por el jardín — indicó Priscila. 

— Mejor iniciemos con esos lugares que ni el jefe conoce. Soy una persona muy curiosa —expresé. 

— No, no podemos iniciar ahí eso debe hacerse de noche o en los cambios de turno de los guardaespaldas, si no ven allí nos meteremos en problemas — Al menos tenía que intentar, me puse los zapatos y bajamos hacia la primera planta. 

— Está bien Priscila lo haremos a tu manera — salimos de la casa por una puerta trasera y llegamos al enorme jardín, empezamos a caminar por los alrededores de la casa. 

— Gracias señorita, pero no debemos tardar mucho, debo prepararla para la cena 

— ¿Cena? ¿Qué cena? — Interrogué.

— El jefe ha preparado una cena con algunos invitados, quiere que la ayude a verse hermosa tiene docenas de vestidos en su armario — No tenía idea de las palabras que Priscila decía ¿Cómo que una cena? — ¿No ha visto su armario en la habitación? — Preguntó 

— No, ni siquiera tuve tiempo de conocer cada espacio de mi habitación, cierta señorita salió a darme un tour —dije con sarcasmo. 

— Pues déjeme decirle que yo ayude a mi mamá a llenar su armario, hay un montón de vestidos hermosos, pares de zapatos y un sin fin de bolsos, en serio que le tengo envidia … Disculpe no tome a mal mis comentarios —agachó su rostro y tomó sus manos. 

— No te preocupes Priscila, me gusta que me seas sincera conmigo, pero créeme no hay nada que me envidies — Si supiera que yo era una chica muy parecida a ella, con un semblante alegre, pero un desgraciado acabó con esa alegría.

Seguimos caminando y el lugar me asombraba cada vez más

— El jardín fue creado por uno de los mejores diseñadores del país, tardó semanas para dejarlo así de impecable, el jefe quería que estuviera todo listo para su venida — Y sí que era perfecto, arbustos, flores y árboles. Caminamos un poco más y llegamos a una arboleda, esta estaba un poco alejada de la casa principal. — ¡Venga, entremos! — seguí a Priscila y llegamos al centro de la arboleda — Esto era increíble, los rayos del sol se filtraban por los distintos espacios y daban brillo a los colores de las hojas, en sus ramas pájaros volando y cantando, esto era un paraíso, se te antojaba tirarle en el suelo y mirar hacia el cielo, esto me brindaba una paz inmensa, este sentimiento era inigualable 

— ¡Esto es hermoso! — Dije 

— Esto parte de las maravillas de esta casa, yo me encargaré conozca cada rincón — mencionó Priscila caminamos otro buen rato entre los árboles, esto era increíble, me asombraba con cada árbol que veía, todos distintos, grandes, pequeño, troncos gruesos y delgados, frondosos y con pocas ramas, esto de verdad que era asombroso. Caminamos hasta llegar a una pared

— Este es el límite, la casa está rodeada con inmenso muro, nadie puede entrar y mucho menos salir de aquí — La gran pared tenía como tres metros y arriba algo que parecía un sistema eléctrico  —Señorita debemos regresar a la casa, se nos hace tarde para la cena. — Salimos de ese pequeño bosque para regresar a casa, de lo único que me arrepentía de este recorrido era no llevar zapatos cómodos. 

Llegamos a la casa y al primero que encontré fue a mi prometido — ¿En dónde estabas?, me sentía preocupado por ti. 

— Priscila me llevó a conocer un poco la casa — Respondí, pasé de su lado para ingresar a la sala y sentarme un poco.

— Me alegra que estés conociendo tu hogar, pedí que te dieran a la mejor de las chicas para que atienda como una reina — Marcus se sentó a mi lado 

— Ya me lo han dicho, gracias. ¿Cómo es que tenemos una cena y no sabía nada? — pregunté 

— Es algo sencillo que preparé para ti, hoy nuestro compromiso será oficial y le pedí a unos amigos que vinieran, además tengo preparada una sorpresa para ti. — Me impresionaba que a pesar de ser uno de los más buscados, él tuviera amigos y realizara reuniones como si nada. 

— Entonces subiré y me pondré hermosa, esta noche tengo que impresionar a todos tus invitados, les dará un infarto cuando me vean — odiaba esa actuación, yo lo que menos tenía eran gustos femeninos, pero con Siegel tuve que aprender muchas de estas cosas y fingir que me encantaban. 

Después de unos minutos subí a mi habitación y Priscila me siguió — Quiero ayudarla señorita, hace dos años saqué un curso de belleza y nunca he podido practicar con una verdadera reina. 

— Priscila ¡Por favor!, no soy una reina

— Pero lo será pronto, como futura esposa del jefe, se convertirá en una reina; una muy hermosa — Si supiera que todo esto era una farsa para atrapar a su jefe y meterlo a la cárcel. Pero no iba a terminar con su ilusión, además y aún no tenía mucha experiencia en  esto de maquillaje y ropa elegante, hacía mi mejor esfuerzo y me llevaba horas hacerlo, además que odiaba hacer ese tipo de cosas. . 

— Muy bien Priscila, pondremos a prueba tu buen gusto — Ella corrió hacia una puerta y la abrió, allí se encontraba un gran armario, me acerqué y miré sorprendida todo lo que estaba dentro, tal y como Priscila lo había mencionado, el lugar estaba lleno de ropa, vestidos, jeans, blusas, bolsos, zapatos casuales, elegantes. Abrí uno de los cajones y ahí se encontraba la lencería, muy sexy por cierto. 

— ¿Qué le parece este vestido? ¿O este otro? — Priscila sacaba varios modelos y mientras lo hacía, su rostro tenía una gran sonrisa, como una niña que está en la mejor juguetería. 

Fue una decisión difícil, pero al parecer Priscila tenía buenos gustos, escogió un vestido negro largo con un corte a un lado, zapatos a juego y accesorios perfectos. 

Tomé una ducha de minutos y después me quedé en manos de Priscila para que hiciera su magia, al menos esperaba que si fuera mágico. Ella trajo una gran maleta y de ella sacó varias cosas, alcancé a ver labiales, rubor, sombras y muchas otras cosas de las cuales desconocía su funcionamiento, en verdad que me alegraba tenerla de apoyo. 




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