Mike la había llevado con un vendaje en los ojos, dijo que quería darle una sorpresa, puesto que las cosas fueron demasiado apresuradas. Eris no entendía a donde la llevaba, pero había sido bueno que no la mirara a los ojos cuando los recuerdos de la noche anterior empezaron a reproducirse en su cabeza.
El hombre que había enfocado como Mike, ahora era perfectamente visible en sus recuerdos. Ella se acercó a Keanu, lo besó apasionadamente e inclusive lo incitó a llevarla a un hotel. Así que había sido ella quien inició todo, debió suponerlo, pero estuvo tan inmersa en el deseo y la lujuria, así como por el alcohol, que no podría culparse por todo.
Y como si fuera poco, él fue el padrino de su boda, a quien Mike luego presentó como su mejor amigo de la infancia. Tanto Keanu como ella hicieron de cuenta como si jamás se hubieran visto y se presentaron como lo habrían hecho la primera vez fuera de los focos de una discoteca y bajo la influencia del alcohol. Luego de eso, Eris insistió tanto en irse, que ahora estaba con los ojos vendados.
—Bien, hemos llegado. ¿Estás lista?
—Sí. ¿Escucho agua?
—Ya lo verás.
Le quitó la venda y ella quedó sorprendida. Frente a ella estaba un gran crucero con su nombre, tragó saliva y volteó a verlo.
«¿Un hombre dueño de un crucero?».
Definitivamente, su abuela la mataría si ella insistía en dejar a Mike.
—¿Qué es esto?
—Es mi regalo para ti. Tendremos nuestra luna de miel aquí. ¿Qué te parece?
Ella no encontraba palabras para describir lo que sentía. Era demasiado bueno para ser real, definitivamente, ella se iría al infierno, porque él era más de lo que merecía. Si tan solo él le gustara un poquito… Pero no, ella habría hecho todo porque solo se tratara de su amigo, hubiera saltado hacia él y lo besaría apasionadamente, aunque no sería así.
—¡Es perfecto! —Exclamó, fingiendo felicidad—. Gracias, Mike.
La levantó en brazos, ella tuvo que sostenerse de él por la sorpresa y le observó sonriendo.
—Te tengo otra sorpresa, pero primero, sé que te encantaría cambiarte de ropa.
Asintió y le sonrió. Quizás con el tiempo, ella podría quererlo.
Cuando llegaron a la habitación, ella notó lo impaciente que Mike estaba, parecía nervioso, como si deseara hacer las cosas bien con ella. Notó pétalos de rosas en el suelo y sobre la cama, le parecía bastante ridículo, pero no podía ser tan descortés con él, se acercó y lo observó levantando la cabeza en su dirección.
—¿Podrías ayudarme a bajar el cierre?
Eris podía haberlo hecho sola, pero ahora, tenía que comportarse y al menos cederle un poco de terreno, porque según sus votos, estarían juntos hasta la muerte. Su abuela se levantó y alabó la petición poniéndola en vergüenza.
Cuando Mike le bajó el vestido, sus brazos la rodearon y la abrazó con ternura, depositó un casto beso sobre su hombro y ella cerró los ojos. Ya no era una chica del mundo, desde hacía una hora, ella era una mujer casada.
Él la hizo girar sobre sus talones, la levantó y la besó. Ella correspondió, puesto que no tenía otra alternativa y se sorprendió cuando la llevó a la cama. Mike no era su tipo de hombre, pero parecía que se le acercaría si se ponía intenso. Empezó a besarla apasionadamente y ella se escuchó gimiendo en respuesta.
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Después de darse un baño y cambiarse, leyó la nota de Mike pidiéndole ir arriba, pues allí se encontraba la otra sorpresa que le tenía. Se colocó unas sandalias y salió del camarote. Escuchaba risas conocidas, las voces de personas que ella podría identificar y tan pronto le pegó la luz del sol, pudo encontrarse con los rostros de sus hermanas y de su mejor amiga.
—Hola, cariño —Mike se acercó a ella, besó su frente y enredó sus dedos con los suyos cuando entrelazó su mano con la suya—. ¿Qué te parece mi sorpresa? Sé que te sentías triste, así que les pedí venir con nosotros.
—¡Hola, recién casada! —Se burló Giselle, Eris tenía mucho por decirle, pero decidió guardar silencio.
Observó al rubio con el que había contraído matrimonio y le sonrió. Sí había hecho algo lindo por ella, en serio no se lo merecía.
—Gracias, en serio.
—Lo que sea por ti, bonita —la besó y luego la soltó—. ¿Quieres algo de tomar?
—Por favor.
Cuando se alejó, ella tiró de su amiga y la arrastró hasta la orilla del barco, le frunció el ceño mientras esperaba una explicación.
—De acuerdo, pero primero vas a necesitar que tu apreciado esposo te dé ese trago.
—¿Por qué?
—Confía en mí, espera que te lo entregue.
Ella esperó, tal y como pidió. Mike se acercó a ellas, le pasó la bebida y ella empezó a beber, hasta que observó al descamisado y tatuado Keanu bajando del sistema de radar del barco. Se ahogó con su propio trago y empezó a toser.
Mike intentó ayudarla, la levantó y corrió con ella en brazos para sentarla en una silla. Estaba preocupado, lo único que pudo decirle fue pedirle un poco de agua y de inmediato, huyó por un vaso.
Alzó la vista, para encontrarse con aquel hombre con el que había estado fantaseando desde que se conocieron. Giselle dijo que iría con sus hermanas y los dejó solos, confiando en que su amiga ahora se comportaría.
—Entonces, ¿eras la mujer que mi amigo tanto presumía?
Eris continuó tosiendo, hasta que finalmente, dejó de hacerlo y lo observó.
—Lo que pasó fue un error. No puede pasar una vez más y nadie debe saberlo.
—Lo mismo pienso. Bonita luna de miel…
Eris desvió la mirada, se levantó al ver a Mike y aceptó el vaso con agua. Él acarició su cabeza y la abrazó cuando dejó de beber. Ella dirigió su mirada a Keanu, le sonrió y supo, de inmediato, que la tentación la estaría atormentando.