Habían pasado 10 minutos desde que los dos esperaban que alguien fuera a buscarlos, puesto que la manija de la puerta se había roto y la luz que había allí, pertenecía al sol, puesto que al parecer se había dañado la bombilla. Eris empezó a caminar de un lado a otro, sabiendo que eso no indicaba nada bueno.
Observó el anillo en su dedo anular y se tragó una maldición, ella no quería ser infiel, no quería ser de esas mujeres, aunque no sintiera nada por Mike. Él era demasiado bueno con ella y no podía hacerle eso. La primera vez fue un simple error, por lo que no podían existir otras veces.
—¿Quieres tomar asiento? Tomará un tiempo hasta que nos encuentren.
—¿Eso crees?
—Oh, sí. Mike está preguntando cosas sobre ti. ¿Tuviste una época donde solo te vestías de negro y te tatuaste team Jacob? Bueno, recuerdo ver algo en tu abdomen bajo.
—¡Maldición, Giselle! Tú no comentes nada más.
Se dio la vuelta y empezó a caminar aún más.
«¿Qué otras cosas vergonzosas habrán dicho? He pasado más tiempo con ella que con mis hermanas, por supuesta que es la única capaz de decir estupideces».
Eris tropezó con una cuerda y se cayó de rodillas. Maldijo, se levantó y dirigió su mirada a Keanu, quien empezó a reírse de ella. Le frunció el ceño y le dio la espalda, se cruzó de brazos y tan pronto como lo dejó de escuchar, se volteó hacia él.
Keanu la había besado, la abrazó y ella le correspondió. Se agarró su camiseta, intentó detenerse, pero estaba atrapada entre sus brazos y sus besos. Su corazón empezó a palpitar rápido, él era el hombre que ella tanto codiciaba, justo el tipo de persona que su abuela llamaría «el diablo disfrazado» para destruir matrimonios.
—No he dejado de pensar en ti desde que nos conocimos en el baño —le confesó.
—Esto no puede estar pasando. Eres su mejor amigo.
—Desearía haberte retenido, ahora no estaríamos así. Tú no lo quieres.
—Es mi esposo.
—Tú me deseas a mí.
Ella estuvo a punto de responderle, cuando escucharon la voz de Mike llamando por ellos. Eris lo soltó y corrió hacia la puerta rápidamente.
—¡Mike, estamos encerrados!
—¿Eris? —Él abrió la puerta y tan pronto la vio, la envolvió en sus brazos—. No sabía que estabas aquí. ¿Qué pasó?
—Estaba en la cocina y escuché algo cayendo. Cuando entré aquí, vi a Keanu, no sé qué estaba haciendo con la harina, pero la puerta se cerró con nosotros aquí. Pensé que no vendría nadie.
Mike besó su cuello y luego su mejilla.
—También tienes harina —ella le frunció el ceño.
—Estoy segura de que Giselle te lo habrá dicho, que tengo dos pies izquierdos.
Él sonrió y acarició su rostro, la levantó, porque no quería que se cayera, y luego observó a su mejor amigo.
—¿Te has lastimado, Keanu?
—Tuve una buena pelea con el saco de harina, como ves, yo gané.
Los dos se rieron, al salir de allí, Mike dijo que, al llegar al puerto, pediría que arreglen la manija. Keanu y Eris estuvieron mirándose mientras Mike la llevaba en brazos y hablaba por celular. Ella no dejaría de pensar en él ni en ese beso, por lo que evitaría el alcohol y estar a solas con él desde ese momento.