Hace una semana habían regresado de la luna de miel, así como también cada uno devuelta a su trabajo. Eris se dio cuenta de que Mike trabajaba mucho y llegaba tarde, ella cedió horas de trabajo porque su abuela fue allí y le hizo pasar una gran vergüenza delante de sus empleados, alegando que ella debía prepararle el almuerzo y la cena su esposo.
Le pegó con su arma más letal, su sandalia, restándole importancia al hecho de que no estaban en su casa. Hye Ri era conocida por muchas cosas, pero por vergüenza, jamás.
Mientras preparaba el almuerzo, le envió un mensaje a Mike, rápidamente, él la llamó y se encontró sonriendo como estúpida.
—¿Estás en casa?
—Sí. He tomado el resto de la tarde.
—Es gracioso —ella no lo veía, pero sabía que estaba sonriendo, escuchó algo acercándose y al voltear, lo observó en el marco de la cocina—. Yo pensaba prepararte el almuerzo a ti y me tomé la tarde.
Ella soltó el celular y lo dejó sobre la encimera, Mike lo guardó y caminó hacia ella para abrazarla y besar su frente.
—Pensé que vendrías tarde.
—Te he dejado sola la mayor parte del tiempo, ajustaré los horarios para siempre pasar por ti. He visto que no tienes tu auto desde hace dos días.
Él la sentó sobre la encimera, ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura y acarició su mejilla. Desde que regresaron y empezaron a convivir, ella poco a poco empezó a olvidar a Keanu, por lo que se empezaba a dar cuenta que una vez que él pudiera salir por completo de sus pensamientos, ella podría amar a Mike y solo a él.
—Seguro has tomado nota de que mi auto es una reliquia que le gusta mi mecánico y tengo que llevarlo todas las semanas. Es una relación tóxica, pero nos entendemos.
Mike sonrió, ella era tan divertida como la recordaba mientras hablaba sola a una hoja de papel con dibujos de un personaje que ella amaba.
—Puedo comprarte un auto.
—No, amo mi auto.
—Entonces me alegra que esté mucho tiempo con el mecánico —ella frunció el ceño y él continuó hablando—. Porque es la única manera en la que te puedo llevar y buscar del trabajo y a otros lugares.
—La verdad que has perdido la cabeza —respondió ella sonriendo mientras él jugueteaba con su pelo, lo vio enredándolo en sus dedos, le empezó a gustar que coqueteara con ella con su cabello porque obtenía toda su atención—. ¿Te gusta mi pelo?
—Me gusta todo de mi esposa.
Ella no se ruborizó, empezaba a sentir que se acostumbraba a las cursilerías de Mike y que esperaba a que las dijera o hiciera. El cronómetro del horno sonó y supo que el almuerzo ya estaba listo.
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Mientras Mike contestaba una llamada importante de uno de sus autores en la oficina, Eris lavó los platos y luego, tomó asiento en su sofá, revisó las notificaciones en su celular y tragó en seco cuando Keanu le escribió varios mensajes sobre que tenían que hablar, que ella no podía seguir ignorándolo cuando la visitaba al trabajo o cuando la llamaba o enviaba algún mensaje.
Eris estaba intentando sacarse a Keanu de la piel que ahora quería ofrecer solo a su esposo, quien ella sabía que la haría feliz, las cosas entre ellos empezaron a funcionar aun cuando ella juramentó que no sería así.
Apagó el celular, observó a Mike y él se sentó a su lado, atrayéndola hacia él. Eris era consciente de que no podría dormir en muchos días, se estaba ahogando en un mar de mentiras que pronto la alcanzarían y debía hablar con él antes de que ella se enamorara por completo de él y no tuviera el valor de confesárselo.
—Mike, debo ser honesta contigo.
Él dejó de sonreír, la seriedad en su rostro apareció de inmediato, él presentía que ella no le diría nada agradable al oído, se acomodó, soltándola y prestándole la mayor de las atenciones, aunque ella siempre tenía todo de él.
—Dímelo.
—Antes que nada, quiero que sepas que de verdad valoro lo que tenemos, que agradezco que vieras en lo que pensé, que nadie más vería. Nada de esto fue como yo lo habría deseado y sé que lo sabes, que no me casé contigo por amor, sino que fui forzada a hacerlo, pero al conocerte, he llegado a quererte y sé que tengo sentimientos fuertes por ti.
Mike cerró los ojos, luego se levantó del sofá y empezó a merodear como si ya supiera lo que ella diría. Eris no habría estado en ese tipo de situación si su abuela no la hubiese forzado, pero ahora, era alguien infiel con sentimientos por su esposo y por su mejor amigo.
Ella no iría al cielo, debió tomar como opción cargar con las recriminaciones de su abuela sobre como la desgracia la perseguiría por haber rechazado a Mike, pero las cosas ya estaban hechas y no existía máquina del tiempo que detuviera las cosas que había hecho.
—Dormiste con Keanu el día antes de la boda, ¿eso vas a decirme?
Tragó saliva, se levantó del sofá y trató de acercarse a él, pero Mike por primera vez la rechazó y no al contrario.
—Si —Eris lo vio en su rostro, lo había herido con su confesión, parecía destrozado, como si ella le hubiese lazado mil cuchillas para matarlo—. Lo siento tanto. Estaba demasiado ebria el día de la despedida, te juro que pensé que eras tú, lo vi y te vi a ti, yo ni siquiera lo conocía.
Ella lo atisbó endurecer su rostro, sus labios, que cada vez que la veían estaban curvados, ahora solo era una línea recta. Su ceño estaba demasiado fruncido y su piel pálida ahora estaba enrojecida. Eris trató de tocarlo, pero él retrocedió aún más.
—¿Solo fue una vez, Eris? Dime que solo fue ese día.
Todo su fuero interno le gritaba que le dijera que sí, que mintiera, ella se dio cuenta de que en verdad no quería perderlo, no después de lo que habían logrado construir. Él era la relación estable que ella no sabía que necesitaba y quería, lo estaba perdiendo, pero ella había tomado la decisión de ser completamente sincera con él.