Narra Lavinia.
Estoy en el coche con Kendall y mis nervios están a flor de piel. Como he podido acabar aquí sentada llenado a sus brazos, lo más vergonzoso es que fui yo a sus brazos por mi propia voluntad.
No le contesté preferí quedarme callada, esto me supera, como pueden pensar antes en ellos y su reputación que en su auténtico amor y alma gemela. Esto no es lo que me contaban cuando era niña de que cuando la encuentras eres la persona más feliz del mundo. Esto es una mierda.
Cuando me doy cuenta Kendall a aparcado enfrente de la casa de Ethan, no quiero entrar, no quiero verlo pero ya es demasiado tarde, ya salió el monstruo a por mi, nunca mejor dicho.
-Llegamos.
-No quiero bajar, no quiero que se acerque A Mi, no quiero que me toque, esto es una mierda.
-Lavi, tranquila todo irá bien vamos.
Bufo y bajó del coche. Ethan me observa serio, pero una punta de sus labios se sube haciendo un tipo de sonrisa macabra aunque me parece ridicula.
-Por fin vuelves a tu auténtico hogar. -se va acercando poco a poco.
-Como des un paso más, te va doler lo que tienes entre las piernas queda claro. No quiero réplicas ni tonterías ya que tú- lo señalo con el dedo- me secuestraste.
-Lavinia, Basta!- me gritó Kendall- Ethan explícale todo y cuando digo todo es todo. Enséñale cómo debe comportarse.
Si mi boca no ha llegado al Inframundo es porque no quiero. Esto es un chiste, cuando giro lo mire con ganas de matarlo. El solo ríe. Se despide y se va.
-Bueno ya estamos solos.- Dice Ethan.
Por favor haya lo que haya en el mundo universo dame paciencia.