Narra Ethan.
Estuve preguntando a mis padres todo el tiempo pasa saber que tipo de reunión es esa de los reyes, mi padre solo me dijo que esa reunión llevaba siglos sin formarse en nuestro mundo, solo me dijo que es una reunión que no tiene nada que ver con los hombres lobos y es cuando llego a la conclusión de que pintan las manadas en ese tipo de reuniones.
Mi madre nos dijo a Vanessa y a mi que irían los altos rangos de cualquier es mágico, debíamos aguantar la compostura y compartir el tiempo con vampiros y brujas. Pero estamos locos, que es toda esta tontería, que es un día de convivencia entre “amiguitos”.
Decidí invitar a mis padres, a mi hermana y su mate a acompañarnos a esta reunión, para que no se perdieran el desastre mal hecho de haber reunido a varias razas diferentes.
-Mi amor! ¡Todos estamos preparados para marcharnos date prisa!- Dice Vanessa desde abajo.
Bajo las escaleras rápidamente con las llaves de mi porche en la mano. Entro al coche y me dirijo donde dijo Kendall.
Llegamos y me encuentro con otras dos manadas cercanas que hacen frontera con mi manada.
-Ei! Ethan como va todo?- Dice uno de los Alpha de otra manada.
-Pues bien se podría decir, haber que tipo de reunión ridícula han creado, esto va a ser una catástrofe pero no me lo puedo perder.- Empecé a reír.
Estuvimos charlando y riéndonos, mire mi reloj y habían pasado cuatro horas desde que vinimos y aquí nadie vino a buscar a nadie. Esto es ridículo.
-Hemos llegado ya todas las manadas de la región y aquí no ha llegado nadie esto es una maldita broma o que.-Dijo uno de los alphas.
-Tan desesperados estan señores.- Soltó una voz de mujer.- Solo esperamos a que todos nuestros invitados estuvieran preparados para pasar a nuestro mundo.
-Dejalos al fin de cuentas con animales sin cerebro.
-Quien se atreve hablar así de nosotros?- Soltó uno de los alfaz del norte.
-Alguien que con un dedo podría matarte.- Dijo la chica saltando de un árbol.- Hablo así por todas las razones que me han dado los lobos de hablar.
Salto otra chica de otro árbol y las reconocí enseguida, eran las amigas de Lavinia, aquellas que las acompañaban a todas partes. Giro a ver a mi Delta y Beta al sentir que quieren acercarse a ellas.
-No os acerquéis a nosotras, cuando estemos solos hablaremos para solucionarlo todo.- Dijo la que parecía más estricta.- Me llamo Katixa y soy una de las brujas mas poderosas del mundo, yo seré vuestra guía y puerta a nuestro mundo.- Dijo ella mirándonos a todos sin miedo y valiente.
La otra que le acompañaba no se presentó, se mantuvo callada pero me he dado cuenta que es una híbrida por su olor, repugnante. Vi como preparaban un círculo con hierbas que olían dulcemente y empezó a pronunciar unas palabras mientras cortaba su mano.
-Dioses, permitirme abrir las puertas del cielo y el infierno a aquellos que deben ofrecer respeto a su nuevo heredero.- Dijo la bruja mientras caía su sangre.
Aparecio delante de ellos un humo negro que los rodeaba a todos poco a poco, muchos e sentian asfixiados por ese humo rodeandolos completamente, no podian crer que esta simple bruja tuviera un poder tan superior a la edad tan joven que era, normalmente conseguian su experiencia con los años y muchas de ellas llegaban a domar estos poderes despues de los treinta años de antiguedad, pero esta chicha solo tenia unos veintipocos y ya sabia dominar cualquier tipo de magia poderosa, la blanca como la negra.
El humo empezó a desaparecer mostrándoles un mundo totalmente diferente al suyo, donde se podía oler el aire limpio del bosque, el verde potente de la hierba y los árboles y un cielo tan cristalino como el agua, esto era único, era tan diferente a lo que veía en su manada. Esto era tan mágico, tan distinto, se sentía el amor y la comprensión de los habitantes de estas tierras.
-Nos quedéis ahí parados y acompañarnos, nos están esperando todos.- Dijo la tal Katixa alzando la mano para que le hicieran caso.- Hirune adelantate y avisaros de que hemos llegado.
-Si, ahora nos vemos.- Su velocidad era superada por la mía a la hora que salió corriendo hacia cualquier lugar.
Seguimos a la tal Katixa por el bosque hasta salir de él y encontrarnos con un gran castillo y una aldea a su alrededor. Esa aldea estaba protegida por por unos muros de piedra, pero me podía imaginar que no solo eso la protegía.
Mi vista se fijó en dos niños jugando en la gran pradera que había enfrente del castillo, corría un niño detrás de una niña con la melena suelta y desenfrenada. Me hubiera encantado tener hijos para poder darles la educación y el amor que tengo, me encantan los pequeños niños. Estos niños me hacían sentir pleno, su olor llego a mi y eran como si los reconociera como míos, como si mi instinto animal quisiera tirarse encima de ellos.
Giro mi rostro hacia un lado y la sorpresa en mi rostro es única cuando veo a una mujer hermosa acercarse a esos pequeños, donde mi oído de lobo oye como le dicen mamá, no puede ser ella, esto es imposible.
-Lavinia.- Pronuncie sin poder creérmelo.