Enseñar a Amar

Capítulo 10: Una amiga

─ ¡Otra vez!, por favor ─ suplicaba por tercera vez, la pequeña oyente, no sé cuánto tiempo habíamos estado sentadas ahí en la mesa de comedor de restaurante del hotel.

─ tanto te gusto la historia

─ si, usted lee muy bonito

─ Jajajaja, me halagas, es la primera vez que me dicen que soy buena narradora, pero se me hace tarde para una cita de trabajo, me tengo que ir, pero si gusta te puedo dejar el libro, y así lo puede leer cuando quieras.

─ ¿En serio?, ¡me encantaría! ─ expreso jubilosa la chiquilla.

─ Si, no hay problema, es más te lo regalo ─ expresando sonriéndole dulcemente, ¡Ay!, como extraño estar frente a los niños, son simplemente maravillosos.

De pronto a lo lejos se escuchaba un grito llamando a la niña.

─ ¡Abriiil!

─ ¡Es papá!, me está llamando ─ la chiquilla tomo el libro y salió corriendo hacia el lobby ─ ¡Hasta luego!, Maya y gracias por todo ─ y continuo su camino.

Mi curiosidad hizo presa de mí, quería conocer al padre de abril, pero sabía que no la volvería a ver, le desee la mejor suerte de mundo.

 

 

 

*Diego*

Tener que dejar a mi hija, sola en el hotel no me gustaba, pero no tenía alternativas, así que le recomendé NO SALIR DE LA HABITACION Y NO HABLAR CON EXTRAÑOS, pero conociendo a mi pequeña traviesa, dudo que se quede quieta por mucho tiempo, solo espero no tardarme mucho y regresar lo más pronto posible.

─ Señorita, podría contratar una niñera por un par de horas

─ Señor, ese servicio lo tenía que solicitar con anticipación

─ Bueno, no sabía, el caso es que tengo que salir y mi hija, aunque tiene 8 años, no la quiero dejar sola en la habitación.

─ señor Miramontes, usted es uno de nuestros clientes VIP, tratare de buscar una niñera disponible, pero no se preocupe, enviaré alguna de las mucamas a que suba hacerle compañía a su hija.

─ si me hace el favor, daré una gratificación a la muchacha

─ En ese caso, enviare alguien, pero lo máximo sería una hora, ya que algunas van de salida y hay cambio de turno.

─ Está bien, espero regresar en una hora.

─ Si señor Montecinos, no se preocupe, además daré instrucciones al portero para que no la deje salir.

Ante la promesa de ayuda, Sali del hotel rumbo a reunión en las oficinas de Agricultores.

Tres horas después regresé, subí a la habitación, escuche la televisión hablar, ¡uf!, al menos me hizo caso.

─ ¡Abril!, hija

¡Oh!, sorpresa mi pequeña traviesa no estaba en la habitación, busque en el baño, incluso en balcón, por fortuna tenía un pasador en la parte de arriba que impedía abrir la puerta.

Aun estaba la hamburguesa a medio comer, esta niña…me sacara canas a mi edad.

Bajé a la recepción, por fortuna la recepcionista me había informado que una chica estaba acompañando a mi hija, pero entonces le dije que no estaba en la habitación, le pidió al portero y algunos empleados buscarla por el hotel.

─ ¡Abriiil! ─ gritaba incansablemente, no puedo perderla otra vez, mi corazón estaba tan acelerado, y se notaba mi angustia.

Camine por la alberca, preguntando, pero nadie la había visto, hasta que un huésped, se acercó a mí.

─ Señor, yo vi a una niña en el restaurante, puede ser la que busca

─ Dígame, es castaña, y tiene un brazo enyesado

─ si, pero estaba acompañada por una joven mujer, podría ser su madre.

─ ¡Gracias! ─ Su madre no lo creo, sin embargo, un dolor oprimio mi pecho y pensamientos cruzaron mi cabeza a mil por hora de una posible casualidad, así que tomé el camino hacia el restaurante del hotel, nuevamente grité su nombre desesperado.

─ ¡Papi! ─ por fin contestó

─ Abril, tesoro, ¿Por qué desobedeciste?, acaso no te dije que no salieras de la habitación.

─ Papi, no te enojes, es que yo estaba aburrida…y sin querer se me cerró la puerta de la habitación y me quede afuera.

─ Está bien cariño, pero hubieras pedido ayuda a la recepcionista, dime ¿a donde estabas?, y ¿con quién?, sabes que no puedes hablar con extraños.

─ Pero ella no es una extraña, ella es mi amiga

─ ¿Tu amiga?, entonces es una amiga de tu edad

─ No, ella es muy bonita…

─ Entonces ¿Quién es?

─ Maya, ella me presto su libro ─ mostrando un libro que portaba.

─ Bien, pero Abril, esto no se hace, te dije que no debes hablar con extraño, que tal si te llevaban de mi lado o te ocurría otro accidente, dime como le explico a la abuela ─ trate de mirar fijamente para imponer mi autoridad, pero esos ojitos de ratoncito asustados hicieron que mi enojo pasará.




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