Enseñar a Amar

Capítulo 11: Escuela nueva

─ Bueno Abril, al parecer tu brazo ya sano, así que te quitaremos esto ─ dijo el médico señalando el yeso ─ solo que serás valiente porque tengo que usar este aparato para poder quitarlo, así que quédate quietecita ─ y enseguida una enfermera ayudo al doctor a sujetar el brazo y el ruido de la maquina me asusto, pero ya luego tenía mi brazo libre, y lo podía mover, luego una enfermera limpio mi brazo, parecía un lobo, mis vellos habían crecido mucho, además que tenía mugre, si mugre pero la linda enfermera me ayudo ─ solo te recuerdo que por lo pronto evites ejercer actividad física con este brazo, aun llevaras una venda, solo por precaución.

─ si doctor, gracias ─ en seguida puede levantar mi brazo de nuevo.

La dulce enfermera me dio una paleta de caramelo, por ser muy valiente, papá aún estaba con el médico quien le dio mi nueva receta, realmente creo que solo dio relajantes musculares, y una serie de indicaciones.

Salimos del hospital, agradecí a mi doctor y la enfermera.

─ Bueno mi niña, y ahora ¿que hacemos?, ¿quieres un helado?

─ No papi, la señorita bonita me invito dos.

─ y dime, como es que te acercase a ella, y desobedeciste mis órdenes de hablar con extraños.

─ yo…bueno…es que ella se veía muy gentil y buena

─ mi hija, no puedes juzgar a una persona solo por su aspecto, a veces pueden verse muy buenas, pero no sabes que esconde en su corazón.

─ la señorita Maya, es muy cortés, y le gusta leer igual que mí, por eso me llamo la atención, papi me gustaría que mi mamá fuera como ella.

─ ¿Qué cosas dices?, hija…sabes que eso no puede ser…tu madre…

─ si ya sé, mami esta en el cielo y que ella no volverá, porque se convirtió en un ángel.

─ Exacto…y ya no hablemos del tema ─ dijo papá mirándome muy serio, por lo que selle mi boquita para no decir más.

 

*Diego*

Mire a mi hija muy serio, porque si no lo hacía comenzaría nuevamente con la loca idea que le contará como fue que su mamá se fue al cielo.

Me dolía mentirle, pero si es la única forma de evitar que pregunte por su madre, es ingrata mujer, que nunca tuvo un sentimiento materno, desde esa última vez que la vi para pedirle que me diera la custodia total de mi hija abril, y luego solo me llamaba cuando quería dinero, no he sabido más de ella.

─ Abril, prepara tu maleta, mañana volvemos a casa.

─ ¡Yupi! ─ la niña levanto sus brazos ─ que bueno papá, entonces podré salir de paseo…con mari…

─ No, no, mi niña, ni lo pienses, a penas tu brazo ha sanado.

─ y si, no galopo, solo paseo…

─ Déjame pensarlo.

─ Papi, te lo prometo, solo pasearé

─ ya hablaremos en casa.

 

*Maya*

Vi partir a la pequeña, en busca de su padre, quien la llamaba a gritos, ¡ay!, como extraño estar rodeada de los niños, el volver a mi salón de clases.

Mire el reloj, se me hace tarde, tengo que ir a las oficinas estatales de Educación.

─ Buenas tardes, señorita ─ saludo un portero del edificio

─ Buenas tardes, señor, tengo una cita en recursos humanos

─ siga a la derecha, encontrará las oficinas.

─ Gracias ─ y seguí las indicaciones efectivamente encontré inmediatamente las oficinas, detrás del mostrador se encontraba una joven.

─ Buenas tardes, señorita, tengo cita con recursos humanos

─ Buenas tardes, su nombre por favor…

─ Maya Torres ─ la chica tecleo mi nombre en el computador

─ En un momento le llaman maestra puede tomar asiento por favor…─ dijo la chica dándome un papel de registro para que rellenar unos datos ─ me puede proporcionar unos datos por favor.

─ Gracias ─ tome el papel

─ Con tinta azul por favor, puede tomar una tabla si gusta.

─ si, por favor…─ tome la tabla para rellenar el documento.

 

La oficina se encontraba llena de jóvenes que buscan una oportunidad de trabajo, recuerdo mis primeros años recién graduada, el primer contrato que obtuve fue un interinato en un colegio privado, y luego seguí el consejo de mi antigua profesora, de tomar lo que me ofrecieran, así que después de pasar el examen acepté la plaza en un barrio pobre de la ciudad, y luego en la escuela donde estuve por más de 6 años, hasta que Raúl me arruino mi vida laboral y amorosa.

 

─ ¡Maya Torres! ─ escuche mi nombre, y levante la mano, la chica me llamó y abrió la puerta para entrar a la oficina.

─ ¡Gracias! ─ entre a la oficina, detrás del escritorio estaba el jefe de recursos humanos.

─ Buenas tardes ─ saludé y extendí mi mano ─ soy Maya Torres…─ el jefe de recursos humanos extendió su mano.




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