Enseñar a Amar

Capítulo 12: Soy la Maestra

─ Bien, maestra, al parecer todo está orden, nuevamente le hago la misma pregunta ¿Está usted segura de ir al lugar donde la necesitan?

─ Si, ya estoy aquí, lo único que quiero hacer es atender a mis niños.

─ Maestra, seré muy honesto, al lugar donde la enviare carece de muchos privilegios que quizás usted esta acostumbrada, estos lugares son tan abandonados que por esa razón el gobernador no había ordenado establecer apropiadamente una escuela ahí, pero la población de ese lugar esta aumentando, y además sus ciudadanos desde hace años suplican que se eles envíe ya un maestro de planta, porque ya están cansados que solo se envié por temporada el apoyo de asesorías, solo deseo que sea bien recibida y que usted pueda salir avante de todos los obstáculos que encontrará en ese lugar.

─ No se preocupe, maestro, estoy preparada para todos esos obstáculos, le puedo asegurar que me adaptare a las circunstancias.

─ Bien, le deseo éxitos en esta encomienda maestra, y le doy todo el apoyo que necesite, lo primero que hará al llegar al lugar es un reporte de todo lo que necesite, el gobernador y el secretario de educación, están muy interesados, que en esta zona se pueda establecer esta escuela rural, según lo que usted reporte, se tomaran las decisiones que se requieran.

─ Sí maestro, comprendo…

─ Maestra, partir de hoy aquí tiene una amigo y admirador…verá antes de usted le ofrecido esta plaza a dos que tres caballeros y ver que esta comunidad esta demasiado lejana, simplemente renunciaron.

─ Maestro, somos pocos los que tenemos la vocación del servicio.

─ Lastimosamente es verdad, por eso admiro que usted este dispuesta a dejar todas comodidades para ir a una zona rural, he leído su historial curricular, y la verdad estoy impresionado, a pesar de su juventud ya tiene una carrera brillante.

─ Maestro, toda mi vida me encantado enseñar, creo que yo nací para ser Maestra.

Y si más que decir, extendió su mano, para felicitarme, la secretaria entro con mi documentación para la firma, y luego me proporciono material didáctico…y aquí comienza una aventura para mí.

─ Le deseo suerte maestra…─ expreso la secretaria del supervisor, levantando sus pulgares hacia arriba.

─ Gracias, creo que la necesitaré…─ dibuje una leve sonrisa…─Dígame usted no sabe ¿cómo puedo llegar ahí?…

─ Maestra, tendría que preguntar en la estación de camiones, solo sé que de aquí tiene que tomar un camión, y después tendrá que bajar en un cruce y esperar en Dios que encuentre un alma caritativa que le haga el favor de llevar hasta allá.

─ Bueno me las arreglaré ─ suspiré

─ ¡Que Dios la proteja!

Al salir de las oficinas llena de paquetes que tenia que llevar conmigo, y ahora que haré…a quien recurrir para que me ayude si al menos hubiera traído mi coche…ni modo, yo elegí esto.

Decidí ir al hotel por mi equipaje y luego iría a la central de autobuses para investigar como llegar a mi destino, “al mal paso darle prisa”, siempre decía mi abuelo.

 

En la central de autobuses…

 

Lleno de pasajeros, esperando sus transporte, no era como la ciudad, pero si estaba concurrido, una madre con dos pequeños uno aproximado de tres años y otro de pecho, un anciano con carga que parecía muy pesada, uno que otro joven…todo clases de personas, lo mismo que la ciudad, pero aquí parecía que el tiempo iba más lento, en la ciudad todos corren, aquí se apreciable un cierto silencio, un policía que hacia su rondín se quedo en una esquina, encendió un cigarrillo sin apartar la mirada a su alrededor. Sin saber que hacer me acerque, aunque el humo del cigarro no me gusta.

─ Disculpe, señor

─ Dígame, señorita…─contesto amablemente, bajando su cigarro, cosa que agradecí mucho.

─ Necesito que me diga que autobús tengo que tomar para llegar a este lugar ─ dije mostrando el papel donde tenía anotado el lugar.

─Uy, señorita, no hay autobús directo, vera esta esta comunidad queda muy retirada y aun no hay carreteras.

─ ¿Cómo dice?, no hay carreteras…

─ Si mire tendrá que tomar un autobús de paso, la dejara en un cruce y ahí tendrá que caminar o al menos que ya la estén esperando.

─ Ah! Entiendo, pero al menos me puedo comunicar

─ Solo por telégrafos o correspondencia, mire ahí puede preguntar─ me señalo un local de correo. ─ quizás ellos puedan ayudarla más que yo.

─ Le puedo encargar mi equipaje, dije mostrando las dos cajas y mi pequeña maleta que llevaba conmigo.

─ Vaya, señorita es mucho equipaje…

─ Si, es material de enseñanza.

La cara de sorpresa del policía, me dio risa, luego camine hacia las oficinas de correo.

─ ¡hola!, buenos días, disculpe señor…─un hombre bajito con un bigote algo chistoso, se me acerco.

─ Si, dígame señorita, en que le puedo ayudar

─ señor, mire necesito llegar a este lugar ─ extendiendo el papel, el hombre lo tomo y se acomodó los espejuelos, para leer.




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