—Firme aquí y automáticamente perderá todos los derechos sobre la niña —sin dudar, Merida tomó el boligrafo que le ofrecía la directora del orfanato y se dispuso a firmar el documento.
—Merida, por favor no lo hagas —su madre la detuvo—. Es tu hija... —sollozó, sosteniendo a la pequeña criatura en sus brazos—. Mira su carita... Es tan frágil, tan tierna. Ella necesita a su mamá, por favor, dale una oportunidad.
Merida observó a la pequeña de apenas unos días de nacida. Las manos diminutas de la bebé se movían en el aire, como si trataran de alcanzarla y aferrarse a ella. Sus ojos curiosos y llenos de inocencia, se encontraron con los de Merida. En ese momento, Merida luchó contra una oleada de recuerdos dolorosos que parecían envolverla como una sombra persistente. Ver a la pequeña la hizo revivir el tormento que había sufrido, siendo victima de violación.
—No puedo —las palabras escaparon de sus labios en un susurro apenas audible, mientras trataba de mantener la compostura en medio de la tormenta emocional que la invadía—. No puedo... no puedo hacerlo. No puedo quedarme con ella.
El llanto de la bebé llenó la habitación. La mirada inquisitiva de la pequeña parecía buscar una conexión con su madre, una que no podía encontrar, solo su rechazo visceral. Merida no podía evitarlo. Ver a la pequeña solo le recordaba al hombre que la había lastimado.
—Merida, cariño, sé que esto es dificil pero te ruego que lo intentes, ella es una parte de ti, no puedes dejarla.
Las lágrimas amenazaban con escapar de los ojos de Merida, pero las apartó con un rudo parpadeo.
—Lo mejor para esa niña es que se quede aquí y que alguna familia la adopte, mamá —dijo con voz temblorosa—. Yo por más que intento no puedo... no puedo sentir cariño por ella. Siempre que la veo, recuerdo lo que me pasó. No importa cuanto intente, jamás voy a poder olvidar.
—Merida, por favor, haz un esfuerzo y trata de ver más allá de tu dolor. Esta niña es un ser inocente, no tiene la culpa de lo que te hicieron...
Merida desvió la mirada por un momento, con la garganta apretada por las emociones que amenazaban con desbordarse.
Ya no podía más.
—Mamá, entiende... ¡Nunca la podré querer! Ella siempre será un recordatorio de mi violación. Si no la dejo ahora, la vida de ambas será un infierno. Le estoy dando una oportunidad para que encuentre una familia que si la quiera
Su madre acarició el rostro de la bebé con ternura, incapaz de contener su llanto. Finalmente, Merida firmó el documento donde renunciaba a sus derechos como madre y entregó a la niña al orfanato, para que ellos le buscaran una familia. Mientras se alejaba por los pasillos, los llantos de la bebé la alcanzaron, atormentándola y desgarrándole el alma. Las lágrimas que estuvo conteniendo escaparon de sus ojos. Merida no pudo soportarlo y corrió lejos de allí, sintiendo un profundo hueco en el corazón, uno que sabía nunca iba a poder curar.
Hola, bienvenidas. ¡Muchas gracias por estar aquí! Nos embarcamos en una nueva aventura, espero que les guste y si es así, no olviden regalarme un ❤️.
Esperamos que muchas se unan a esta nueva aventura, una que nació al mismo tiempo que mi libro Enséñame a Querer, pero que por algunos motivos no pudo continuar, pensé en subir esa ya que aunque abarca el mismo tema de la maternidad en casos violación tenía un enfoque diferente, puede que pronto esté de regreso por lo pronto les traigo esta. Hace muchooo quería publicar esta historia, espero contar con su apoyo.
Sobre si será gratis o irá a suscripción eso aún no lo sé, pero si Dios quiere sí ya que también necesito comer ji ji.