Entre acordes de guitarra

Capítulo 2

15 de mayo, 2014:

Al atravesar las puertas de cristal, el cambio del clima es notable y el aire acondicionado se encarga de refrescarme. El lugar está casi vacío, a excepción de alguno que otro profesor y el personal de limpieza. Saludo a la señora Carmen, la que asea los baños, que está comiendo un sándwich y aun así no pierde la oportunidad de sonreírme de vuelta. Me encuentro en la escuela de música donde papá da clases, esa que ya conozco como a la palma de mi mano ya que soy un estudiante más de la institución. Cuando era más pequeño, decía querer ser como él sin saber todo lo que tenía que practicar y estudiar para lograrlo. 

Ahora lo sé. 

He invertido tres años practicando con su vieja guitarra, tomando clases de lenguaje musical, memorizando compases, cultivando ampollas en mis dedos, e incluso cantando. Según la maestra de Molly, tengo la mejor voz de la clase. Pero eso nos lo dijo sólo a papá y a mí —y por mí, me refiero a que escuché una conversación que estaban teniendo mientras se suponía que yo estaba en el baño— porque no quiere entristecer a los demás o hacer que me tomen mala idea. Eso me agradó. No obstante, no dejo que los humos se me suban a la cabeza; principalmente porque ya suficiente tengo con que mis compañeros crean que los maestros me aprueban por su amistad con mi padre como para que yo además me jacte de eso. Que patético. 
 

 

Escuché a papá hablar hace un tiempo de un concierto que iba a dar un grupo de profesores de esta escuela en un importante colegio de música en Los Ángeles y estaba emocionado, porque siempre fue su sueño estudiar ahí y por fin podrá ir. Sólo a tocar, por supuesto. Dijo que yo podía ir con él. Aún no sé cuándo es, pero estoy seguro de que va a ser asombroso. ¿Cómo será? Probablemente haya un montón de chicos multifuncionales de instrumentos. De los que pueden tocar guitarra, piano, batería, oboe, trompetas y básicamente todos lo que les pongan por delante. 
 

Yo quiero ser algún día uno de esos chicos multifuncionales. 
 

Pero primero, como meta a corto plazo, tengo el tocar una guitarra propia. Mía. La de papá me gusta mucho, pero es hora de que yo tenga mi instrumento y estaba pensando en ayudar a mamá a vender galletas para ir ahorrando. Un buen músico no puede estar desarmado, eso dice papá. 
 

Hoy me citó más temprano de lo normal. La clase de guitarra es a las tres de la tarde todos los jueves, y ahora son las dos menos quince. Estaba por terminar de almorzar cuando mamá dijo que papá me esperaba, así que decidí venir lo antes posible. De todas formas, no me molestaría estar un montón de tiempo aquí. Esta escuela es como un hogar para mí. Podría dormir en el piso de la sala de instrumentos sin ningún problema, siempre que la luz esté apagada y las cortinas cubran las ventanas panorámicas. Apresuro mis pasos hacia la última puerta a la derecha del pasillo.: el salón de mi padre. Ahí lo encuentro, afinando una nueva guitarra. Es negra y acústica, no eléctrica. Grande. Preciosa. Perfecta. 
 

Él está tocando una melodía en ella, que pasados unos segundos reconozco como una versión a guitarra de River Flows In You de Yiruma. Termino de pasar al salón, cautivado por el sonido. Papá toca sin parar, con una soltura... increíble. Cuando termina, aplaudo para obtener su atención. Él sonríe. 
 

—Papá, eso fue asombroso —le alago. 
 

—En poco tiempo tú tocarás así o mejor, Thiago. —«Ni en dos milenios»—. Lo sé porque veo el empeño que le pones a la música y no soy el único que lo nota. —Ahora soy yo quien sonríe, pero no lo hago porque esté feliz. La mía es una de esas sonrisas que esbozas cuando te pesa un amargor y no encuentras otra manera de liberarte de él. 
 

—Jamás seré como tú, papá. 
 

—Por supuesto que no, ya te lo he dicho. Serás mejor y todos lo sabemos. Aparentemente el único que no lo sabe eres tú. —Me remuevo, incómodo. 
 

—Mamá dijo que querías que viniera lo más rápido posible —agrego, cambiando de tema. He aprendido mucho, pero no estoy a su nivel y no sé si algún día llegaré a estarlo. Sin embargo, no replico. Lo que menos quiero es decepcionarlo. 
 

Antes de responder, sus ojos marrones, idénticos a los míos, se posan en el instrumento en sus manos. 
 

—¿Qué te parece esta guitarra? 
 

¿Qué? 
 

—La... ¿La guitarra? 
 

—Sí, esta —alza la guitarra en sus manos para hacer evidente el hecho de que se refiere a ella— guitarra. ¿Te gusta? —Jadeo. 
 

—Sí, es muy bonita. 
 

—Es una F310. —«Lo sé», quiero responder, pero no me salen las palabras de la boca. Las he estudiado. Esta es sin duda alguna uno de los mejores ejemplares de guitarras. 
 

—Vaya... —es lo único que logro decir. 
 

—¿Quieres probarla? —Me quedo pasmado en mi sitio y abro exageradamente mis ojos. De pronto me falta aire. 
 

—¿Estás seguro? 
 

—Sorpréndeme, Thiago —me anima papá y me la extiende. Su madera se siente lisa y fría. Las cuerdas de un material metálico tienen esa textura levemente rugosa que me encanta. También huele a nueva. 
 

Es un pedazo de cielo hecho guitarra. 
 

Comienzo a rasgarla. Es sencillo hacerlo. Tanto, que casi creo que ya no está en mis manos, sino en el suelo tras haberla dejado caer, pero no, todo es un vil engaño de mi mente. Aún la sostengo. Lo primero que se me viene a la mente es un pensamiento sencillo: si voy a tocar algo en esta belleza, será mi canción favorita. Sin pensarlo, el sonido comienza a llenar el espacio. Llevaba meses practicándola con la Roundback de papá. Entonces me fundo en ella. Y sí, lo dije bien. 
 

La melodía no se funde en mí, sino yo en ella. 
 

If I Lose Myself de One Republic me atrapó desde el primer momento en que la escuché en la radio de la vieja camioneta de papá. Quizá no ha pasado mucho tiempo desde que salió y es apresurado etiquetarla como mi “favorita”, pero creo que cuando una canción te captura, no puedes escaparte de sus garras, pase al tiempo que pasase, así que dudo que se me vaya la fiebre por ella. Esa canción es escuchada por mí, amada por mí y hasta quiero pensar que fue escrita para mí. Fin de la historia. 
 



#8466 en Joven Adulto
#3406 en Novela contemporánea

En el texto hay: humor, musica, amor

Editado: 11.02.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.