Entre acordes de guitarra

Capítulo 9

«” Lleve solamente lo necesario como prendas de ropa y objetos para su aseo personal, pues el hospedaje y la comida serán cubiertos por la producción. Nos vemos a las 10 am el día 22 de marzo. Usted se encontrará con otros participantes a esperar por el transporte que los llevará a Los Ángeles en la...”»

Las palabras se quedaron grabadas en mi memoria desde el instante en que leí ese mensaje, que podría ser el más importante que haya recibido en toda mi vida. Cuando le conté a mi madre, pudo haber quebrado el cristal de todas las ventanas de la casa debido al grito que soltó y casi llora de la emoción. Y es que, Dios... ¡Entré al concurso! Bueno, en realidad estoy casi a medio camino de poder entrar al concurso.

Estos días se han ido volando para mí y eso que no he hecho más que ir de casa a trabajo y de trabajo a casa. Sin embargo, me permití en algunos ratos libres ir a la plaza a ver tocar a los chicos, a quienes me les uní unas cuantas veces —muy pocas— imaginando que cada presentación era una especie de ensayo. Es decir, era necesario prepararme un poco psicológicamente ante el hecho de que interpretaré una canción delante de cientos de personas y más importante aún: los jueces. La cantidad de gente en plaza no se puede comparar con la que asistirá a la sede del concurso, pero algo es algo.

Ayer por la noche, mamá me organizó con los chicos, Kate y los padres de Jake una pequeña reunión de despedida, lo cual me sorprendió, ya que sólo esperaba llegar de mi último día de trabajo empacando como loco hasta quedarme dormido, pero no fue así. Me sentí muy nostálgico, porque el único que faltaba en esa despedida era... papá. Recuerdo que una vez se suponía que iríamos juntos a Los Ángeles a esa universidad que tanto le gustaba por un concierto que los profesores de la escuela donde él trabajaba iban a dar, pero por algún motivo se canceló.

Mamá se quedó horas extras durante toda la semana en el restaurante. Dijo que quería reunir un poco más de dinero para darme algo con lo que me comprara lo que quisiera. Le aseguré que no era necesario, estar en la ciudad que siempre había querido conocer ya era suficiente y además con la liquidación que me dio mi jefe, podía valerme. Pero ella, tan terca como yo, de todas formas me dio el dinero y no aceptó de ninguna manera que se lo devolviera.

Tuve que dejar el trabajo, pero me dijeron que era bienvenido en caso de querer regresar, lo que agradecí mucho. De corazón. Si las cosas no resultan como yo quiero en el concurso y debo volver, no me gustaría tener que buscar un nuevo empleo.

Hice con Jake una lista de canciones que me gustaría interpretar en cada etapa, suponiendo que pase las audiciones y que yo pueda elegir a libre albedrío un repertorio. Esa parte fue difícil. La elección de la canción correcta es muy importante.

No había visto más a aquella chica que conocí en la calle. Mack simplemente no se volvió a topar conmigo. Quiero creer que es porque no se ha dado la oportunidad y no que me está evitando por ser amigo de Jake.

Son casi las diez de la mañana y voy llegando al lugar que decía el mensaje con mamá y los chicos. Bajamos del transporte público frente al cartel que dice el nombre de la calle, mientras repaso una lista mental para no olvidar nada, aunque a estas alturas ya no tendría tiempo de buscar algo que haya dejado. Mi equipaje consta de una maleta y una mochila. Es una calle ciega. A lo último de la misma se encuentran lo que calculo unas doce personas. Estas son las que fueron seleccionadas en mi ciudad para participar en el concurso, que es a nivel nacional.

Otro autobús en mejores condiciones que las del que nos trajo hasta acá se dirige hacia el grupo allá amontonado y cuando se detiene, de su interior baja un hombre. Parece estar diciendo algo y al terminar, aquellas personas comienzan a hacer una fila. Un señor monta sus equipajes, señal de que estamos a punto de irnos. Volteo a ver a mamá y a los chicos mientras suspiro.

—Gracias por acompañarme. Les escribiré durante el camino para informales como me está yendo durante el viaje y prometo llamarles apenas llegue a Los Ángeles —digo antes de darle a los chicos un golpe de puños.

—Más te vale escribirme idiota. Me qué tal es el panorama en el concurso. —Jake me guiña el ojo y yo volteo los míos entiendo a lo que "panorama" se refiere: chicas.

—Tus estupideces absolutamente serán algo que extrañaré —digo con sarcasmo.

—Tranquilo, yo las aguantaré por parte de los dos, o eso voy a intentar —asegura Kate y me da un abrazo de oso, le correspondo y beso su mejilla—. Me harás mucha falta, Thiago. Si no me escribes, lo haré yo. ¡Ni creas que te vas a liberar de mí tan fácil!

Todos nos echamos a reír, Sam y Caleb me regalan mensajes de aliento y luego me dan un momento con mamá, quien está a punto de soltar unas lágrimas.

—Oye, no llores o harás que mande todo al caño y decida quedarme. —La abrazo fuertemente y ella aleja un poco su rostro para repartirme algunos besos en la cara.

—De eso nada, cariño. Nada de echarse para atrás. Es solo que… estoy emocionada por ti y también me harás muchísima falta. Pero tú tranquilo. Tu padre debe estar sonriendo ahora mismo. Espero que logres todo lo que te propongas, no olvides que te amo. Por favor, cuídate mucho hijo.

—Así será, mamá. También te amo. —Le doy un último beso en la frente y me giro un segundo. Ya no quedan muchas personas fuera del autobús—. Bueno, ya es hora. Debo ir para allá si quiero llegar a las audiciones. —Respiro profundo y digo—: ¡Adiós a todos!

Escucho un último adiós de parte de a quienes considero mi familia mientras prácticamente me echo a correr hacia el transporte del concurso. Todavía faltan dos personas. Delante tengo a un chico con el cabello morado y piel pálida. Parece que entrena seguido pero no pasa a ser de esos chicos de contextura exageradamente formada. El que está delante de él es un chico de piel oscura y pelo esponjado, casi como un afro de los que estaban de moda en los ochenta. Luego de que cada uno de ellos entrega su equipaje y sube, yo me aseguro de darle mi maleta al hombre encargado de ello y me encamino hacia la puerta de entrada del autobús, consiguiéndome con el otro señor que en principio observé bajándose de este a lo lejos. Usa lentes de sol oscuros y tiene cara de pocos amigos, capaz ni tiene. No es tan alto, sin embargo su figura robusta es imponente.



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En el texto hay: humor, musica, amor

Editado: 11.02.2022

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