Entre amor y venganza

Revelación

—No, señor. ¿Puedo irme ya? —se mantenía en una postura tensa, como si estuviera lista para salir corriendo.

Tensé la mandíbula mientras la observaba, su mirada era esquiva, y su respiración se había vuelto irregular. Me faltaba el coraje para confesarle mis sentimientos, y mi frustración se incrementaba.

—No, no hemos terminado. Responde mi pregunta. ¿Qué piensas de mí? Desde el punto de vista de una mujer hacia un hombre, ¿entiendes?

Ella sonrió tímidamente, su rostro aún agachado. La sonrisa en mis labios se amplió, a pesar de mi creciente nerviosismo.

—Debes pensar que soy un idiota —dije, mi voz temblaba ligeramente.

—No, señor —respondió, sus palabras eran sinceras, pero su cuerpo estaba rígido.

Suspiré profundamente y comencé a caminar de nuevo, mi mente en un torbellino. Finalmente, decidí actuar. Me acerqué a ella con determinación, levantando su rostro con una mano y besándola con intensidad. Ella se dejó llevar, sus labios respondiendo a mi beso con torpeza.

—Estoy locamente enamorado de ti, Odyssey —murmuré contra sus labios, mi voz estaba cargada de desesperación—. Solo imaginar que podrías estar con mi padre me está volviendo loco.

Ella intentó apartarse, su cuerpo se sacudió, y la detuve, acorralándola suavemente contra la puerta. Sus manos intentaban empujarme, pero no con la fuerza necesaria para alejarme.

—No quisiera parecer un acosador. No quiero asustarte, pero necesitas saberlo. Mi comportamiento ha sido errático porque intenté ocultar mis sentimientos, pero lo que siento por ti es real. ¿Te intereso de algún modo?

Levanté su rostro agachado, sus ojos estaban llenos de incertidumbre y miedo. Mi corazón acelerado, esperando una respuesta.

—Dime algo, por favor.

—Esto no es correcto, señor. Usted es mi jefe y yo…

—Y tú eres la mujer que me está volviendo loco. ¿Sientes algo por mí?

Me miró fijamente, y en ese silencio, mis labios volvieron a buscar los suyos. Se dejó llevar, su tensión se desvaneció en el contacto.

—Asumiré que eso es un sí, Odyssey. Si es así, me gustaría invitarte a salir. ¿Aceptarías salir conmigo?

Se agachó y se alejó, el nerviosismo fue evidente en su postura.

—Es… Es. Esto es un error, señor Rowan. Yo no debería estar aquí. Usted es mi jefe, y yo soy una empleada que conoce su lugar en esta casa. Por favor, déjeme volver a mis labores.

Fruncí el ceño y me acerqué a ella. Sin darle tiempo a responder, la sorprendí con un beso. Sentí su cuerpo tensarse, pero también noté una chispa de sorpresa en sus ojos.

—¿Prefieres que sea una orden, Odyssey? —pregunté, mi voz grave y cercana a su oído.

Ella tragó saliva, sus ojos se abrieron más en un gesto de asombro.

—Esto no está bien, señor. Yo… Por favor, déjeme ir.

—¿Por qué me rechazas? —pregunté con frustración y desesperación.

—Usted es mi jefe, señor. Yo soy una empleada. Conozco mi lugar y sé que no es estar aquí. Usted está equivocado; usted no siente nad…

Volví a besarla, esta vez con mayor intensidad, buscando que sintiera lo que yo estaba experimentando. Su cuerpo respondió lentamente, aunque aún parecía indecisa.

—Ahora sé que te gusto. Odyssey, me importan muy poco los prejuicios que puedas tener. Estoy enamorado de ti. Por la manera en que estás respondiendo a mis besos, sé que tú también sientes algo por mí.

—Pero no es correcto, señor.

—¿Por qué? Soy un hombre de 29 años, y tú, por lo que sé, tienes 23. ¿Es por mi edad?

—No, señor.

—Deja de llamarme, señor. ¿Cuál es el problema entonces? —mi voz se volvió más insistente, y me incliné hacia ella, intentando desentrañar sus verdaderos sentimientos.

Ella agachó el rostro, se quedó en silencio, haciendo el momento angustiante.

—Vamos, dame una razón lógica para no aceptar salir conmigo.

—Soy una empleada, señor. He visto demasiadas telenovelas; sé que no terminará bien. Usted es mi jefe, y su familia querrá verlo con alguien de su estatus.

—¿Qué tonterías estás diciendo? Odyssey Xanthe, no me importa que seas una empleada o que te creas menos. Me enamoré de ti, y voy a insistir hasta que aceptes salir conmigo, a menos que el problema sea realmente otro. ¿Tienes un motivo lógico para rechazarme?

—Yo… Señor, lo mejor es que olvide esta conversación. Yo debo irme. Si usted quiere, puede despedirme.

Tensé la mandíbula, la irritación por su actitud era evidente en mi expresión.

—Quiero salir contigo, quiero conocerte mejor y… Tal vez, en un futuro, convertirte en mi esposa.

—No, no… —dijo, caminando hacia la puerta, solo para encontrarla cerrada con seguro.

Me acerqué rápidamente, acorralándola suavemente contra esta. Mi altura me permitió apoyar mi mentón sobre su cabeza, sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío.

—Llevo un año y meses sintiendo esto por ti. La idea de verte todos los días sin poder decírtelo me estaba volviendo loco, especialmente al pensar que podrías estar con mi padre, eso y los celos. He vivido amargado y lleno de ira. Desde que regresé, comencé a verte con otros ojos, Odyssey —suspiré profundamente—. Te amo, estoy muy enamorado de ti. Si no sientes lo mismo, lo entenderé. Ante todo, soy un caballero. Abriré la puerta; si te vas, olvidaré lo que dije. Si te quedas, sabré que sientes lo mismo.

Pasé mi mano por su cintura, acercándola a mí para poder abrir la puerta. Su corazón latía rápido, y sentí el temblor en su cuerpo.

—Toma una decisión, Odyssey…

La solté sin apartarme, y ella permaneció inmóvil.

—Tengo miedo, señor. Yo solo soy una empleada. Aún no termino mis estudios. Su padre quiere verlo con alguien de su clase; yo no tengo nada que ofrecerle.

Cerré los ojos con molestia y luego me acerqué, girándola suavemente para que me mirara.

—Mírame, por favor, Odyssey.

—Yo no quiero sufrir como en esas telenovelas, señor.

—Llámame Rowan, por favor. No vas a sufrir, te aseguro que voy a cuidarte y amarte. Odyssey, si aceptas salir conmigo, si me das una oportunidad, te aseguro que jamás nadie te lastimará y que cuidaré tu corazón.




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